Desde hace varios días se viene informando acerca de diferentes aspectos relacionados a los daños que está generando el Spiroplasma al cultivo de maíz en la región, en Tucumán y en toda la Argentina. Su vector, Dalbulus maidis, es una chicharrita que en los últimos tiempos viene apareciendo de manera vertiginosa en casi todas la zonas maiceras de Argentina.
Esta enfermedad está ocasionando importantes daños fisiológicos y reducción del rendimiento en diferentes lotes afectados, de manera muy variable.
En el caso de nuestra provincia y del Noroeste Argentino (NOA), los maíces en general ya se encuentran en etapas fenológicas desde grano lechoso hasta comienzo de maduración. Debido a ello, todavía falta mucho para que las trilladoras comiencen a ingresar a los lotes.
En otras zonas de la Argentina la situación está un poco más adelantada. A raíz de ello, técnicos que trabajan en la red nacional del maíz en el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) brindaron algunas recomendaciones respecto de cómo proceder para el momento de hacer la recolección de lotes afectados por esta enfermedad.
Estas recomendaciones apuntan, en primer lugar, a evaluar las posibilidades de enrollar, de ensilar o de cosechar, en función del material verde, del volumen de planta y del grano que se puede obtener, y de la relación costo-beneficio, de acuerdo a los daños que se observen en el cultivo.
Los expertos del INTA indicaron que ante la presencia de un lote afectado se debe, inicialmente, caracterizar el tipo de daño y cuantificarlo, con el objetivo de evaluar, en primer término, la necesidad de configurar la cosechadora de manera que realice un trabajo diferencial.
Precisaron que se debe trabajar sobre la regulación del cabezal recolector, para llevar al mínimo las pérdidas que se ocasionan por desgrane y desuniformidad de espigas. Pero también por vuelco de plantas y por los diferentes tamaños entre ellas. Como positivo, recordaron que se trabaja con cabezales de perfil chato.
Aconsejaron, además, que se trabaje sobre las chapas cubre rolos o espigadoras, para tratar de identificar la variabilidad de tamaños de espigas presentes en el lote y el diámetro de la caña. Por lo tanto, el otro punto a regular es la zona de espigue del maíz y, por supuesto, tener en cuenta la velocidad de los rolos y de avance de la máquina.
También puntualizaron que el cilindro de trilla maicero debe contar con barras de trilla con estrías maiceras y con los espacios interbarras forrados con las chapas compresoras de espigas. Respecto de la regulación de la apertura o cierre entre el cilindro y el cóncavo al inicio y al final, señalaron que dependerá de la humedad del cultivo; para ello se deberá medir el diámetro mayor de una espiga promedio del lote a cosechar.
Los técnicos del INTA añadieron que en el caso de los sistemas de trilla axial, la calidad de grano lograda es mayor debido a una mayor superficie de trilla con un trabajo más suave y progresivo. En ese sentido, destacaron que para maíz bastará con colocar las muelas o barras y camisas del cóncavo maiceras para regular revoluciones y luz, que dependerá del sistema de trilla axial, el cual puede ser centrífugo o de fricción.
Acerca de la velocidad de avance, los especialistas recomendaron que en aquellas zonas o en aquellos sectores del lote que se encuentren afectados se coseche, como máximo, a entre 3 y 4,5 kilómetros por hora.
Los lotes que fueron afectados por Spiroplasma presentan una desuniformidad en el tamaño de los granos y un bajo peso. A raíz de ello, sugirieron que se consideren las revoluciones por minuto del ventilador, con el fin de no excederse e incrementar las pérdidas por cola.
Resulta necesario que se pueda identificar el rendimiento del cultivo mediante el mapa de rendimiento, ya que por medio de este registro de datos georreferenciados se podrá cuantificar el daño por ambiente, y planificar un mejor control de maíz “guacho”, uno de los factores clave en la supervivencia del vector del Spiroplasma. Este detalle resultará clave para próxima campaña, advirtieron los técnicos del INTA.
Conocer el daño
Puntualizaron que el productor debe conocer, mediante la observación y mediante el monitoreo de los lotes, cuál es el daño; y, por ende, poder evaluar qué destino conviene darle a dicho lote.
Cuando el daño ocurre en etapas tempranas, se ve mucho material seco y sin panojas, por lo que conviene usarlo lo antes posible para no seguir perdiendo forraje verde, ya sea con pastoreo o haciendo rollos.
Si el daño se presenta en etapas intermedias -cuando ya se comenzó a formar la espiga-, resulta probable que haya suficiente material verde como para picar y ensilar. Pero habrá que tener en cuenta si se debe agregar inoculante y aditivos al silo, para lograr una adecuada fermentación y calidad del forraje.
Si los daños fueron posteriores y en etapas avanzadas del cultivo hay que evaluar si conviene hacer silo o dejarlo para cosecha de grano, según la cantidad de material verde, la cantidad de grano y el costo/beneficio del silo respecto de la cosecha de grano.
Resulta fundamental tener en cuenta estas recomendaciones realizadas por el INTA al momento de tomar la decisión acerca de qué hacer con los lotes afectados por la chicharrita del maíz.