Para combatir el achaparramiento se conformó en Tucumán el comité “Salvemos al Maíz”

Apronoir, el Colegio de Ingenieros Agrónomos y Zootecnistas de la provincia, los grupos CREA Región NOA y la Sociedad Rural de Tucumán trabajarán con representantes de las áreas productivas del Gobierno.

ORGANIZACIÓN. Los diferentes sectores productivos de granos del país se vienen reuniendo para tener un diagnóstico real del daño causado por spiroplasma. ORGANIZACIÓN. Los diferentes sectores productivos de granos del país se vienen reuniendo para tener un diagnóstico real del daño causado por spiroplasma.
04 Mayo 2024

Debido a los graves problemas que viene originando el spiroplasma -conocido vulgarmente como achaparramiento del maíz-, transmitida por el insecto Dalbulus maidis o chicharrita, los diferentes sectores productivos de granos del país se vienen reuniendo para tener un diagnóstico real de la enfermedad y para organizarse, con organismos de investigación y con los Gobiernos provinciales y nacional, para hallar herramientas y mecanismos para enfrentarla.

En el caso de Tucumán, la Asociación de Productores Agrícolas y Ganaderos del Norte (Apronor), el Colegio de Ingenieros Agrónomos y Zootecnistas de Tucumán (Ciazt), los Consorcios Regionales de Experimentación Agropecuaria (CREA) Región NOA y la Sociedad Rural de Tucumán (SRT) conformaron el Comité Salvemos al Maíz.

Este grupo viene trabajando desde que la enfermedad se tornó grave para realizar un diagnóstico de esta. Simultáneamente se reunieron con el secretario de Desarrollo Productivo de la provincia, Eduardo Castro, para que incorpore en la agenda esta problemática, y presente la situación local en las reuniones que realizaron las autoridades de todas las regiones afectadas por la enfermedad en Rafaela, Santa Fe.

Castro contó que el encuentro en Rafaela sirvió para consensuar ideas y estrategias para manejar el achaparramiento del maíz. “Acordamos firmar una declaración conjunta para unir esfuerzos ante el inesperado brote de la enfermedad que afectó seriamente el cultivo del maíz en nuestras regiones, y para dar al sector productivo las herramientas necesarias para lo urgente y para lo importante”, sintetizó el funcionario.

Subrayó que el trabajo del sector productivo, que comunica lo que viene sufriendo, junto al apoyo técnico del sector privado resulta vital. “Se suman los trabajos de investigación que realiza la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres (Eeaoc), la Fundación Lillo y el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), que estudian la enfermedad y a su vector para encontrar estrategias de manejo”, dijo.

Laura Carabaca, de los Grupos CREA Región NOA, indicó que el sector se enfrenta a un problema grave, del cual solo se podrá salir con el trabajo en conjunto de organismos públicos y privados. “Tucumán dio un paso importante, ya que un grupo de instituciones que nuclean productores y técnicos nos juntamos para trabajar; y esos esfuerzos en el corto plazo van a rendir frutos. Los productores debemos ser escuchados y esta problemática requiere mucho trabajo”, puntualizó.

Respecto de la presión del insecto señaló que CREA y la Eeaoc está haciendo los monitoreos. “Realmente nunca se ha visto la población actual y el nivel de infectados. Lo máximo reportado había sido un 10%; y en febrero ya estábamos en un 30%; muy probablemente este porcentaje hoy sea mayor”, opinó.

Lucas Cazado, de CREA el Rodeo, consideró que se trata de un problema que supera a cualquier institución. “Ninguna lo puede resolver por sí sola. La suma de experiencia ayuda a entender el problema y a proponer acciones; y la unión entre los diferentes actores generará soluciones posibles a este problema”, afirmó.

El presidente de la SRT, José Frías Silva (h), subrayó que los maíces en la provincia y en la región -tanto en cuanto a la producción de granos como la forrajera- están muy afectados, en diferente grado. “Se necesita trabajar rápido y de manera eficiente para lograr soluciones. Todo lo que este comité necesite en información de los productores debe ser otorgado para tener un real diagnóstico y, de ese modo, encontrar la manera de manejarla adecuadamente”, indicó.

Su homólogo de Apronor, Gonzalo Blasco, también consideró que de esta grave situación únicamente se podrá salir con el trabajo conjunto entre organismos públicos y privados. “Los productores estamos sufriendo este problema de la chicharrita; y podemos aportar los datos que requieran los que investigan y toman decisiones, para diagnosticar la situación”, dijo.

Macarena Ramos, también de Apronor, remarcó que la enfermedad y su vector son una problemática que llegó para quedarse. “El escenario insta a detenerse y a reorganizarse para poder tener una proyección productiva, lo que implica adoptar medidas de corto y de mediano plazo”, puntualizó.

La potencialidad del daño genera la imperiosa necesidad de un trabajo en conjunto entre los integrantes de la cadena productiva del cereal. La urgencia de un accionar articulado no se discute, los productores del NOA necesitan del apoyo gubernamental e institucional para implementar a campo medidas que no solo tengan como foco el manejo de la problemática, sino también su continuidad dentro del sistema.

El achaparramiento del maíz y su golpe letal a la producción llega en un momento en el cual los productores luchan por mantenerse dentro de un esquema, asfixiados por las presiones impositivas, por la falta de competitividad, por los altos costos de producción; y en una región que viene padeciendo la influencia climática negativa durante campañas sucesiva.

Juan José Marto, presidente del Ciazt, dijo que el manejo de la enfermedad, que está dando muchos dolores de cabeza la productor, requiere de acciones netamente técnicas para lograr bajar la densidad de la población de chicharrita. “Esto, sumado a acciones políticas que permitan un ordenamiento productivo y que generen herramientas vinculadas a contar con insumos específicos y con incentivos, que permitan seguir produciendo maíz de otra manera”, señaló. Y destacó la importancia y la preponderancia que debería tener el ingeniero agrónomo: “No solo en la responsabilidad del seguimiento de los cultivos, sino también en una red de profesionales distribuida en todo el territorio, como rápida fuente de consulta y participación en la toma de decisiones”.

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