Se necesita más empatía con la discapacidad

06 Mayo 2024

Los Juegos Paralímpicos que se efectúan cada cuatro años en la misma ciudad donde se realizan los Juegos Olímpicos (este año se harán en París) visibilizan lo que es tener una discapacidad. Es un tema de alta sensibilidad para la sociedad. Las hazañas de los deportistas paralímpicos en un campo de juego, en una pista o en una pileta derivan de tolerar y reformular la frustración para superarla. Sus historias, en las que son protagonistas también sus asistentes y colaboradores, están listas para ser descubiertas.

Organismos internacionales como la Organización Mundial de la Salud y el Banco Mundial consideran, según sus mediciones, que un 15% de la población argentina padece algún tipo de discapacidad, dentro de una población de 46 millones de habitantes. En la Argentina en general y en Tucumán en particular hay instituciones, agencias y fundaciones que se encargan de esta problemática. Lo que hacen es justo y necesario, abarcando al amplio espectro de discapacidades, entre las que se pueden citar la auditiva, la física, la intelectual, la visual, la sordoceguera, la psicosocial y la múltiple. En muchos casos, es ciertamente admirable lo que hacen y cómo lo hacen, dadas las condiciones en las que trabajan. Esto es, presupuestos retaceados por políticas cambiantes, desinterés social, falta de compromiso o discontinuación de programas e iniciativas.

En las ciudades se dan los ejemplos más palpables para entender cómo nos comportamos con la discapacidad. Los microcentros de las principales urbes suelen contar con ciertas estructuras afines, como rampas, caminerías especiales, limitadores de golpes y semáforos sonoros. Pero cuando más alejado se esté de estas zonas, más agresivo es el medio ambiente para el discapacitado. Por citar dos aspectos de esa situación, no cuenta con veredas amables para desplazarse ni áreas especiales para desarrollar actividades afines a sus condiciones. Ni qué decir del transporte público, que en general no cumple con las normativas que obligan a que las unidades cuenten con sistemas que permitan el ingreso y el egreso de personas con discapacidad, como movilidad y/o comunicación reducida.

Trabajar activamente para promover, fomentar y desarrollar actividades culturales y deportivas para y con personas con discapacidad sigue es una tarea de pocos. Hacerlo permitiría colaborar con el desarrollo de los estímulos creativos; fortalecer la expresión y la valoración de dos aspectos fundamentales del ser humano como medio para un mejor desarrollo cognitivo, afectivo, inclusivo y social.

En LA GACETA planteábamos que a quienes tienen la plena capacidad de sus cuerpos, cualquier actividad puede resultarles sencilla. Se propuso imaginar en lo deportivo la acción de correr en una pista o de tratar de hacer un gol, siendo ciego; lanzar una pelota al aro, o pegarle un raquetazo a una pelotita sentado en una silla de ruedas; nadando con las piernas paralizadas.

Traslademos esos actos deportivos al día a día de una persona con discapacidad, en su casa, su barrio, su ciudad. Sin dudas que se trata de una lucha con la que debemos empatizar, para construir un mundo más igualitario. Porque aún con pequeñas acciones y gestos podemos hacer nuestra sociedad más inclusiva y tolerante.

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