SANTIAGO DE CHILE.- El joven presidente chileno Gabriel Boric (38 años) vivió, a lo largo de su gestión, momentos de gran tensión con los medios de su país. Después de dos años de mandato, maduró su visión sobre el rol que cumplen. “La prensa debe ser incómoda”, afirmó el viernes pasado, ante 2.500 periodistas de 160 países que lo escuchaban en la sesión inaugural de la conferencia por el Día mundial de la prensa, organizada por la Unesco, en Santiago de Chile. “A mí me han incomodado mucho -continuó-, y eso significa que hicieron un buen trabajo”.
En el medio de su discurso, un grupo de activistas lo interrumpió desplegando una bandera de diez metros, denunciando a los gritos el asesinato de una comunicadora social durante una manifestación. Boric los dejó hablar y luego los contuvo. “Esto también es libertad de expresión, yo estuve del otro lado”, dijo el presidente que no hace mucho fue un activista estudiantil que encabezaba reclamos a través de esos métodos de protesta.
Concluida su alocución, se acercó a conversar con nosotros, interesado en los medios argentinos. A mi lado, un directivo del diario conservador El Mercurio era saludado efusivamente por la ministra Camila Vallejo, miembro del Partido Comunista y la mayor protagonista del Gobierno junto con el presidente. El intercambio era equivalente a un abrazo inverosímil entre Máximo Kirchner y Héctor Magnetto durante el gobierno de Cristina. Se sumó a los saludos Michelle Bachelet, la ex presidenta cuyo padre murió arrestado durante la dictadura pinochetista. “Las diferencias terminaron generando respeto e incluso afecto”, comenta un periodista chileno.
No hay un paraíso del otro lado de los Andes. Hay violencia extrema como la que sufrieron los tres carabineros asesinados, con sus cuerpos luego quemados por activistas mapuches. Hay liderazgos crecientes en la extrema derecha y en la extrema izquierda, con un centro político fragmentado. Pero también muestras de respeto por la diversidad de ideas que sostienen la esperanza en tiempos en los que la polarización se expande peligrosamente alrededor del mundo.
El rezo de María
La filipina María Ressa, premio Nobel de la Paz 2021, es una de las periodistas más perseguidas en el planeta y uno de los mayores símbolos de resistencia y de compromiso con la libertad de expresión. Acosada por el gobierno de su país, con amenazas constantes de prisión, María estuvo en la reunión de la Unesco en Chile para poner el foco en los grandes retos que enfrentan el discurso libre, el periodismo y la democracia. Su charla fue una oración laica por el cambio de un mundo en el que avanza la desinformación. Un mundo sin una visión compartida y básica de la realidad, sostiene Ressa, no puede arribar a consensos para trazar un camino común. “Sin hechos, no hay confianza ni paz, no hay democracia”, resalta. El periodismo, por lo tanto, juega un papel crítico en la preservación y en la generación del oxígeno indispensable para una convivencia armónica y la resolución de nuestros problemas.
María Ressa pone el acento en las nuevas generaciones, más alejadas de las vías tradicionales de información y más expuestas a la contaminación del ecosistema digital. Como presidenta de Ifpim (Fondo Internacional para Medios de interés Público) impulsa programas, como el que lleva adelante LA GACETA, para conectar a los jóvenes con el periodismo.
Santiago +30 y las tres P
En el marco de la reunión de la Unesco, directivos de entidades periodísticas de una decena de países iberoamericanos, junto con la SIP (Sociedad Interamericana de Prensa) y Wan-Ifra (Asociación Mundial de Editores), suscribieron la declaración Santiago +30, documento que concibe a la libre expresión como piedra angular de nuestras democracias.
“Nuestros países están acosados por lo que Moisés Naím denomina ‘las tres P’: polarización, populismo y posverdad. Y esto se combate con “tres D”: datos, datos y datos”, dijo Carlos Jornet, presidente de la comisión de Libertad de prensa de la SIP.
La declaración Santiago +30 demanda a los gobiernos la erradicación de las narrativas estigmatizantes y el apoyo a la sustentabilidad de los medios; a las empresas tecnológicas, transparencia en sus algoritmos y una justa compensación por el uso de contenidos; a las empresas periodísticas, calidad, resistencia a las presiones y creatividad en sus modelos de negocio.
Prensa para pensar
La democracia implica un diálogo en nuestras sociedades apoyado en datos contrastados y compartidos. Ese intercambio no puede efectivizarse sin un periodismo profesional que proponga temas de una agenda común, detectando las prioridades y los intereses ciudadanos, distribuyendo información chequeada. Las propuestas demagógicas reemplazan los argumentos por los rótulos y las descalificaciones, la complejidad por la simplificación, las diferencias tamizadas por la lógica por la ficción de un debate alimentado por sesgos, las enunciaciones razonadas por los estímulos emocionales, la incomodidad de los interrogantes periodísticos por la ficción de la comunicación directa de las redes.
Durante tres días, periodistas de todo el mundo reflexionamos sobre nuestro papel ante los desafíos del presente. Poco antes de dejar Chile, vemos un lema de la BBC que se traslada a todo el periodismo de calidad: “No estamos aquí para decirte qué pensar. Estamos hechos para hacerte pensar”.
* Por Daniel Dessein, presidente de la comisión de Libertad de prensa de Adepa, vicepresidente regional de la SIP (Sociedad Interamericana de Prensa), miembro de la Junta asesora de Wan-Ifra (Asociación Mundial de Editores), miembro de número de la Academia Nacional de Periodismo.