La política tucumana en esta nueva gestión se encuentra todavía en la etapa de laboratorio. Se hacen ensayos, hay sobreactuaciones poco convincentes y hasta riesgosas y experimentos de dudoso éxito. Nadie, por ahora, sabe cuál es la fórmula de éxito para sobrellevar este período de inestabilidad e incertidumbre.
Osvaldo Jaldo es quien primero se animó a las pruebas. Apenas asumió, rompió los manuales convencionales con los que había estudiado en toda su carrera y diseñó un gabinete desperonizado. Propició un ajuste que descolocó al justicialismo y se acercó sin sonrojarse al presidente libertario, dando muestras de fidelidad que Javier Milei ni siquiera había recibido de sus propias filas.
Un gremio y sus contradicciones
El gobernador apuesta a construir un liderazgo dinamitando el electorado que lo llevó al lugar que hoy ocupa. Cuanto menos, inédito. Esta semana, desbloqueó un nivel más con ese propósito al tratar de vagos y dormilones a quienes –se supone- son la base de sustentación del peronismo: los trabajadores y el sindicalismo. Entre sus colaboradores, Jaldo repite –vaya coincidencia- que muchos dirigentes del justicialismo “no la ven”. Que la sociedad argentina ya no tiene más margen de tolerancia y que la construcción política debe adecuarse a esas nuevas demandas. El diagnóstico puede ser acertado, porque es algo que marcan las encuestas desde hace ya un buen tiempo. El asunto son los riesgos que se asumen y las consecuencias de esas decisiones.
Desde el jueves, el mandatario volvió a ser tendencia nacional por sus dichos y el centro de las críticas de los sectores peronistas más ideologizados. Sindicalistas y dirigentes nacionales de Unión por la Patria utilizaron sus redes sociales para reprobar la postura de Jaldo. En particular, recordaron un acto previo a los comicios nacionales en el que elogió al líder cegetista Héctor Daer; y al entonces candidato a presidente de UxP, Sergio Massa.
Pero claro, en el medio hay matices. El método que aplica el titular del Poder Ejecutivo implica una gran dosis de sobreactuación. Se trata del relato versus la apelación a las viejas instrucciones para mantener la política a raya. Y la gestión en calma. El tranqueño convive aún con esa dualidad. Un ejemplo concreto es el manejo discrecional de las asistencias financieras mensuales a los municipios mediante el Ministerio del Interior y el otro es más reciente y mucho más subterráneo. En plena negociación salarial y antes del paro de la Confederación General del Trabajo, el Poder Ejecutivo liberó compensaciones a tres de los gremios que adhirieron a la medida de fuerza. Según planillas de la Casa de Gobierno, habrían sido $ 17 millones para la Unión del Personal Civil de la Nación (UPCN), $ 13 millones para la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) y $ 9,2 millones para la Agremiación Tucumana de Educadores Provinciales (ATEP). ¿Será por eso que el gobernador se mostró tan irritado con la convocatoria al paro?
En particular, el papel de ATE en esta semana fue bochornoso. Su referente nacional, Rodolfo Aguiar, repudió la Ley Bases, cuestionó a Jaldo y pidió a los senadores tucumanos Juan Manzur y Sandra Mendoza que rechacen el proyecto. Lo insólito es que el secretario general local del gremio, Jorge Flores, días antes del paro convocado contra la Ley Bases pidió a Manzur y Mendoza que “acompañen las decisiones del Gobierno”. “Quien conduce la provincia es Osvaldo Jaldo”, dijo ante una pregunta puntual del colega Gabriel Melián (CCC) sobre cuál debería ser el voto de los senadores tucumanos. El jueves, no obstante, ATE Tucumán se plegó al paro.
El riesgo de la sobreactuación
En su afán de ganar la simpatía de la clase media y de los independientes, Jaldo hizo gala del apodo con el que varios dirigentes peronistas lo bautizaron hace años por su manera de entender la política. “El Comisario” apuró el mismo jueves una decisión que bordea el margen constitucional pero que tuvo un golpe de efecto inmediato en la sociedad, aún sensibilizada por la viralización de videos de escolares a las trompadas en las calles céntricas.
El decreto que habilita la detención de menores, el megaoperativo policial y las requisas en determinados establecimientos suponen cuanto menos una sobreactuación del Estado frente a una problemática mucho más profunda. Y también una estigmatización de esas comunidades educativas. Un dato político: sólo el alfarista Alfredo Toscano y la manzurista Carolina Vargas Aignasse salieron a bancar en público esa movida del gobernador.
El gobernador atraviesa horas relevantes para su futuro político, por lo que cada experimento que realiza puede ser determinante. Ahora su atención está puesta en el Senado. En los últimos días volvió a pedir en público a Manzur y a Mendoza que apoyen la Ley Bases. El tironeo del que es víctima la senadora es brutal. Manzur se encargó esta semana de rodearla y de hacerla sentir importante. El martes la sentó en la cabecera de una mesa junto al presidente del bloque de Unión por la Patria en la Cámara Alta, José Mayans; y el cegetista Daer. Días después, el ex jefe de Gabinete posó con ella en un acto conmemorativo por el Día del Holocausto.
A Jaldo y a Manzur les importa el voto de Mendoza por su interna política, más allá de la puja entre Milei y el kirchnerismo. Y aunque parezca lejano, quien gane ya comenzará a pensar en el armado electoral de 2025. Si el ex gobernador sale fortalecido, podrá incidir de manera directa en la lista de diputados del PJ del próximo año o plantarse en primarias con otros bríos. Si el victorioso es Jaldo, podría comenzar a olvidarse del fantasma del ex gobernador y pensar con mayor libertad en una nómina de candidatos propios. No obstante, el tranqueño tendrá que lidiar con un desafío complicado porque la Casa Rosada le pedirá que los diputados que resulten electos vayan a levantar las manos en favor de las medidas libertarias sin miramientos, para evitar los rugidos del León.
Bajo la carpa del “vice”
En este escenario de tironeos hay que prestar atención a los movimientos, cada vez menos sigilosos, del vicegobernador Miguel Acevedo. Varios legisladores -huérfanos el manzurismo- comenzaron a sentirse cómodos en la arena del circo del ex ministro, al punto que desde hace un mes aproximadamente le organizan salidas por emprendimientos privados o recorridas por barrios de la capital y municipios del interior. A todas esas actividades acude sólo con parlamentarios, sin nadie del gabinete jaldista que lo acompañe.
El argumento de quienes rodean a Acevedo es que frente a la política de Jaldo y a la gestión de Rossana Chahla, el vicegobernador se estaba quedando sin lugar y que por eso armaron un comité político de urgencia. Otros, en cambio, ven la mano del senador Manzur por detrás como una suerte de contrapeso o señal de reaparición por el territorio.
De cualquier manera, la irrupción del circense guarda relación con la toma de distancia –para muchos circunstancial- de Jaldo para con las bases peronistas. El ejemplo fue el asado que organizó el presidente del bloque oficialista en la Cámara, Roque Tobías Álvarez, para conmemorar un nuevo aniversario del nacimiento de la ciudad de Tafí Viejo como villa veraniega.
El sábado pasado habían sido invitados Jaldo y Acevedo a un evento repleto de militantes que apoyaron al tranqueño en los comicios de 2023. El gobernador se excusó y dijo que la presencia de “Miguel” implicaba también la suya. De todas formas, esa ausencia del gobernador fue aprovechada por el vice para brindar el discurso con mayor contenido político desde que asumió. De premio, recogió los aplausos de un auditorio que había ido preparado para vitorear a Jaldo. Varios legisladores, a partir de estos últimos espectáculos, comenzaron a preguntar cuándo será la próxima función del Circo de Miguel.