Bienvenidos a la era “Her” de la inteligencia artificial

INTELIGENCIA ARTIFICIAL. Escena de la película “Her”, protagonizada por Joaquin Phoenix. INTELIGENCIA ARTIFICIAL. Escena de la película “Her”, protagonizada por Joaquin Phoenix.

Cuando la inteligencia artificial generativa despertó el interés del planeta a fines de 2022 fue imposible no vincular su arribo con una película cuya trama parecía solo una distopía. Estrenada en 2014, “Her” ideó una historia entre un hombre solitario, protagonizado por Joaquin Phoenix, y una computadora. Pero no era sólo una máquina, era una entidad capaz de comprender las sensibilidades más complejas de la persona que tenía al frente, hasta tal punto que el vínculo entre ambos llegaría a algo parecido al amor.

Con el auge de ChatGPT y sus competidores en el último año, la película estableció un horizonte: era el modelo ideal de la fluidez a la que podría llegar la comunicación entre usuario y asistente virtual. Los tiempos parecen haberse acelerado para llegar a dicho destino y la semana pasada OpenAI volvió a mostrarnos cómo es y será el futuro. La compañía de Sam Altman marcó el inicio de la era “Her” en los bots conversacionales y probablemente sea el inicio de profundos cambios que veremos en los próximos meses.

A pesar de que todos esperaban la versión 5 del modelo GPT, la empresa que hoy está liderando la revolución de la IA reveló una mejora de su modelo actual al que llamó GPT-4o. Sin embargo, el impacto que generó fue más trascendental que solo un caracter. Durante la presentación, los ingenieros, junto a Mira Murati -una de los cerebros más relevantes de la empresa- mostraron cómo podían ahora conversar con Chat-GPT de forma natural, como si de verdad hubiese una persona del otro lado de la computadora. Entre otras instrucciones, le pidieron que les contara un cuento, la interrumpieron, luego le pidieron que hiciera más robótica su voz y luego que lo contara cantando. La asistente, curiosamente siempre con voz de mujer y hasta parecida a la de Scarlett Johansson, cumplió todas las instrucciones.

En este tipo de eventos, con público y transmitidos en vivo para todo el planeta, la audiencia siempre reacciona de manera eufórica ante los avances de los dispositivos. Recordaremos hasta la eternidad las exclamaciones de los fans de Apple cuando Steve Jobs presentó el Iphone o la Mac Air. Pero en el evento de OpenAI no había nuevos objetos futuristas. El gran avance de la compañía era todo lo contrario y la locura se manifestó por lo “humana” que era la interacción con ChatGPT. Además sorprendió la velocidad y la fluidez de las respuestas, que pudo traducir un diálogo de los presentadores entre el inglés y el italiano casi en tiempo real.

“El nuevo modo de voz (y video) es la mejor interfaz de computadora que he usado. Parece la IA de las películas; y todavía me sorprende un poco que sea real. Llegar a tiempos de respuesta y expresividad a nivel humano resulta ser un gran cambio”, escribió Altam en su blog luego de la presentación y adelantó que todavía hay mucho por delante. Las respuestas se podrán personalizar aún más, utilizando el nombre del usuario, su información personal y por qué no adaptarse al tono de voz del interlocutor en ese momento.

El nacimiento de la era “Her” marca un hito en la desesperada carrera de la IA que vivimos por estos días. No sería descabellado que otras empresas como Google o Meta se encaminen detrás del sendero que está marcado OpenAI y pretendan dar más “humanismo” a sus tecnologías. Pero la desesperación corporativa no debería cegar a quienes aún se preguntan cómo serán nuestros vínculos propiamente humanos y sobre todo aquellos que nos proveen de conocimiento. La relación con un docente, con un maestro, con aquella persona que puede enseñarnos algo. Con aquellos que pueden entender nuestras emociones o emocionarnos con algo nuevo, distinto.

Esos pequeños detalles de lo cotidiano comienzan a ponerse en tensión a partir de hoy, porque de lo que se trata en realidad es de pensar un mundo que todavía nos sorprenda y nos incomode a pesar de nuestros pedidos. Moldeamos la tecnología a nuestro criterio y necesidades, pero sus artefactos también moldean a nosotros y lo que nos rodea no son precisamente asistentes, sino todo lo contrario.

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