Jorge Colina: “La base del sistema previsional es extremadamente débil”

El economista sugiere terminar definitivamente con las moratorias.

SUPERÁVIT FINANCIERO. Según Colina, esta meta no es sostenible si no se avanza con reformas de fondo. SUPERÁVIT FINANCIERO. Según Colina, esta meta no es sostenible si no se avanza con reformas de fondo.

El sistema previsional cruje. Y todo parece indicar que es un problema estructural de difícil resolución, aunque no imposible, plantea a LA GACETA el economista Jorge Colina. El presidente del Instituto para el Desarrollo Social Argentino (Idesa) sostiene que la aceleración del envejecimiento poblacional es un condicionante para las jubilaciones, una situación que en la Argentina se acelera por las moratorias previsionales que debilitan aún más el régimen. En una entrevista telefónica concedida a nuestro diario, el Master en Economía (Georgetown University) y en Finanzas (University of Amsterdam) afirma que “el Gobierno nacional y las provincias deben sentarse a repensar la Argentina, pero no a través del toma y daca, sino mediante cambios estructurales como los que se proponen a través del Pacto de Mayo”.

-¿Cuál es la solución para que los jubilados no sigan siendo los postergados de siempre cuando el Estado hace las cuentas?

-La inflación siempre destruirá los haberes previsionales. Con la regla de movilidad, la lógica es que una vez que baje esa inflación recién los haberes se ajustarían. Ahora el cambio que hizo el actual Gobierno en abril, que definió que los haberes se van a ajustar por inflación pasada, significa que la licuación que sufrieron las jubilaciones se congelan, pero no van a crecer por encima del Índice de Precios al Consumidor (IPC); por lo tanto no van a recuperar lo perdido en el pasado.

-¿En consecuencia?

-Las jubilaciones no se van a recuperar. Y para el futuro es muy difícil que lo hagan, ya que el sistema de reparto que rige en la Argentina, en el que los jóvenes tienen que pagar las jubilaciones de los viejos, ingresó en una etapa de envejecimiento. Por ende, en los próximos 20 a 30 años, el proceso se acelerará. Pero eso no es todo: la mitad de los jóvenes trabajan informalmente o se dedican al cuentapropismo que, por lo general, implica bajos ingresos. Entonces la base de sustentación del sistema previsional es extremadamente débil.

-¿Las moratorias previsionales han acelerado este cuadro de situación?

-No solo eso, sino que fue peor, ya que multiplicaron los beneficios en los mismos beneficiarios. Hoy tenemos 5 millones de jubilados, de los cuales, 1,2 millones están cobrando dos beneficios: la jubilación que alcanzaron con la moratoria más la pensión que le dejo el cónyuge que falleció. La gente suele decir que eso no está mal, al tomar en cuenta el valor de la jubilación para llegar a costear los gastos, pero así no se sostiene el sistema. Mucho menos en el largo plazo. Si seguimos renovando las moratorias, será peor todavía. Cuando uno mira hacia el futuro, no debe dejar de tenerse en cuenta que el 70% de los niños y adolescentes están bajo la línea de pobreza y, en consecuencia, no podrán sostener el sistema previsional dentro de 20 años.

-¿Cuál sería el principio de solución a ese problema estructural?

-Lo primero es terminar con las moratorias para siempre, porque esto duplica la cobertura y dejar en su lugar la Prestación Universal del Adulto Mayor (PUAM), que viene a ser una suerte de Asignación Universal pero no para hijos, sino de los viejos. El proyecto de movilidad de la oposición en la Cámara de Diputados estuvo bien al sostener la creación de una prestación de retiro proporcional, es decir que aquellas personas que hicieron algún aporte sin llegar a los 30 años que exige la actual ley para la jubilación ordinaria, se le va a reconocer la PUAM más un proporcional de lo que haya aportado. Cuando pasa los 30 años recién te dan la jubilación ordinaria que es la actual, que tampoco es muy alta, pero parece más justa. Ahora eso fue lo que estuvo bien, una de cal para usar una frase popular. El Senado baja esto y vuelve a poner la moratoria; hay que ver ahora cómo sale en Diputados, pero son muy obtusos muchos legisladores actuales en la Argentina, ya que no entienden que están insistiendo en un camino que llevará a destruir, aún más, el sistema previsional de lo que está. Esta es la de arena, la de poner la moratoria y sacar la propuesta proporcional.

-¿Por qué en la Argentina ser jubilado es como un castigo?

-En todos los países del mundo es un castigo, en general. Por eso la población, en los países desarrollados, tienen mecanismos de ahorros previsionales voluntarios. Los únicos que tienen un privilegio cuando se jubilan son los que tienen regímenes especiales, como los jueces, los embajadores, alguna franja de los docentes que lo hacen con la proporción del último salario, de los investigadores y docentes universitarios; en suma, los empleados públicos de las cajas no transferidas que se siguen jubilando con el último salario. El régimen general no es un privilegio, pero sí un sufrimiento, y en todos los países del mundo. Las jubilaciones no son generosas, precisamente porque la población sigue envejeciendo más de la cuenta y de allí la imposibilidad de mejorar los haberes. Por eso se recomienda a la gente que, en su vida activa, vaya haciendo sus ahorros para el retiro, más allá de esperar por su jubilación que no será suficiente. Un alemán, un canadiense o un francés aspira a quedarse con un ingreso del Estado, pero a la vez piensa en un esquema de ahorro.

-¿Se trata de un problema cultural que cuesta incorporar en Argentina?

-No solo eso, sino que es un problema estructural por el envejecimiento de la población. La gente ahorra; no lo hace en un banco, pero sí se compra un terrenito, un departamento o una casa para alquilar. Sabe que con lo del Estado no será suficiente.

-Esta semana se da a conocer la situación del mercado laboral del primer trimestre del año. ¿Puede llegar a evidenciar una suba del desempleo?

-El desempleo seguirá siendo bajo. Lo que es elevada es la informalidad laboral. La población cuando se queda sin empleo formal, automáticamente pasa a ser algo informal, más ahora con las redes sociales, la economía de la plataforma; mientras busca la oportunidad de hallar un mejor trabajo, la gente hace algo con esas redes y cuenta como ocupado para las estadísticas. Si bien puede ser mal remunerado o de pocas horas, es un trabajo al fin.

-Tucumán tiene una tasa de trabajo en negro que supera el 50%. ¿Cómo se hace para bajar ese indicador?

-Mientras no haya muchas inversiones en el sector privado, no habrá generación de empleo. Ahora se entra en un círculo vicioso en la que los chicos no tienen buena educación y entonces no habrá inversión privada porque las empresas evaluarán que no consiguen gente para los puestos ofrecidos. Supongamos también que los chicos estudian y se preparan, la cuestión en este aspecto es que haya una legislación que no castigue la generación de empleo. La salida es desafiante, pero no imposible. Sólo se requiere que la clase dirigente esté a la altura de las circunstancias y no crea que las inversiones vienen solas.

-¿Con la Ley Bases puede cambiar el escenario para promover más empleos?

-Poco, porque la Ley Bases le mejora las perspectivas a las grandes empresas, a través del régimen de incentivos para grandes inversiones (RIGI). A ese sector se le brinda una cantidad importante de exenciones impositivas y de privilegios que no se le da al resto de la economía, como a las PyME. Podemos llegar a ver más inversiones en energía, en minería y en infraestructura, lo que implicará una mayor demanda para las pequeñas y medianas empresas que pueden dar potencialmente más empleo. Pero las condiciones prevalecientes en materia tributaria y en legislación laboral significarán que esas PyME pueden seguir creciendo de manera precaria y dando empleos precarios, con salarios mitad registrados y mitad en negro, como lo estamos viendo ahora.

Jorge Colina: “La base del sistema previsional es extremadamente débil”

-¿Qué puede pasar con la economía con la fase de definición de las medidas que reclama el Gobierno?

-Al observar los números fiscales, se observa una enorme generación de superávit financiero, el duro contando con el pago de la deuda. La pregunta que surge es cómo hizo para generar tanto superávit transcurridos cinco meses del año. Fue todo ajuste de gasto, de todos; caída de jubilaciones, de la obra pública nacional y provincial que, por mala costumbre, el Estado federal le mandaba a las provincias. Vino Milei y dijo “no hay más ayuda y chau”. Está bien lo que hizo, pero no es sostenible si no abordamos un ordenamiento tributario integral. Esto pasa por unificar IVA con Ingresos Brutos y tasas municipales en un solo impuesto y, así, cada provincia y cada municipio recauden en su territorio y, además, se haga cargo de las funciones que les compete y que la Nación responda por lo que se conoce como interprovincial. Esto implica la eliminación de la coparticipación, que supone poner todo en la misma bolsa y después repartir con ese arbitrario criterio que tiene ese régimen. Hay que eliminar eso y abogar para que cada provincia y cada municipio viva con lo que genera. Esto es un cambio estructural que lleva a una economía sin déficit fiscal, que es el sueño del Presidente. Pero veo que el equipo de gobierno de Javier Milei no tiene esa visión, sino una más simplista y más tradicional, en la que se aborda el problema con las provincias y los municipios desde el punto de vista de la confrontación y la pone luego en negociación. Y eso se hizo toda la vida y salió mal. Es lo que está pasando ahora. El gobierno dice “te corto fondos, para que te sientes a negociar” por algún voto. Esto no sirve. Lo que hay que hacer es juntarse, el Estado nacional con las provincias y armar un esquema tributario y funcional entre todos, en el conocimiento de que las provincias son antecesoras de la Nación. Son las provincias las que tienen las facultades para hacer un buen esquema tributario para que esas provincias sean viables. No se trata de hacer un toma y daca, sino juntarse a repensar el país.

-Ese es uno de los espíritus del Pacto de Mayo que el Presidente quiere que se firme el 9 de julio en Tucumán…

-Claro que sí. El presidente de la Nación lo puso en un decálogo, pero sus colaboradores no lo entienden así. El propio Guillermo Francos (jefe de Gabinete de la Nación) sigue con el toma y daca. Eso de dar plata por apoyos no sirve; hay que hacer un cambio más estructural que es el Pacto de Mayo.

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