Jugando así, a San Martín de Tucumán le será muy difícil llegar al objetivo

Flores volvió a pifiar en el plan y, para colmo, el equipo tuvo demasiados puntos bajos.

IRRESOLUTO. Fedele intenta maniobrar ante Endrizzi; nunca logró desnivelar ni generar peligro en ataque. IRRESOLUTO. Fedele intenta maniobrar ante Endrizzi; nunca logró desnivelar ni generar peligro en ataque. Foto de Rodolfo Gutiérrez- Especial para LA GACETA

No se entiende qué fue lo que hizo San Martín en su visita a Gimnasia y Esgrima de Jujuy. Hizo todo mal; se mostró endeble en el aspecto defensivo, no tuvo ideas, corrió siempre desde atrás, se vio superado, no tuvo llegadas claras sobre el arco rival (una vez más), vio como le quebraron le invicto a Darío Sand, defendió muy mal en cada jugada de pelota parada y sufrió la cuarta derrota en lo que va de la temporada de la Primera Nacional. Sí; todo mal.

El 4-3-3 que de un tiempo a esta parte parece ser una fija para Diego Flores no ofreció ninguna solución. El medio campo fue una zona de paso; Gustavo Abregú y Ulises Vera quedaron expuestos en la contención y San Martín perdió esa zona crucial en cualquier partido casi desde el minuto inicial.

Para colmo, Iván Molinas volvió a ser un “hombre menos” en el “santo”. Falló en la creación, tomó malas decisiones la mayoría de las veces en las que tuvo la pelota en sus pies (en una jugada, increíblemente, decidió patear desde afuera cuando si le daba el pase a Junior Arias lo dejaba cara a cara con el arquero Alan Sosa), no colaboró en el retroceso y tuvo la mala suerte de vencer a Sand en el 1-0.

Otra cosa que San Martín volvió a evidenciar es la falta de extremos “picantes” que puedan generar desequilibrio en el uno contra uno. Gonzalo Rodríguez y Lautaro Fedele siguen sin destaparse a pesar de que ya tuvieron muchas oportunidades. Chocan demasiado, no resuelven bien casi nunca y dejan demasiado aislado al “9” de área.

Y como si todo eso fuera poco, en esta oportunidad los laterales prácticamente no pasaron la mitad de la cancha. Gonzalo Bettini y Diego Mastrángelo estuvieron más atentos a sus espaldas y nunca se ofrecieron como variantes ofensivas.

Así; con tantas pálidas, con tantas contras y con otra actuación errante era de esperarse que el “santo” volviera a perder luego de 11 fechas.

El “lobo” con muy poco lo superó. Matías Modolo apostó por un 4-4-2 clásico al que Flores no le encontró la vuelta en ningún momento.

Hugo Soria y Jorge Juárez se adueñaron del medio y liberaron a Francisco Molina y a Agustín Palavecino quienes, asociados con Cristian Menéndez y Mauro Albertengo, volvieron locos a los defensores “santos”.

Si no se entendió qué quiso hacer Flores con el plan inicial, los cambios que introdujo en el segundo tiempo terminaron de desarmar al equipo.

Mandó a la cancha a Gonzalo Klusener con el objetivo de tener más presencia dentro del área. Pero sacó a Vera (uno de los mejores del “santo”, que le dejó su lugar a Nicolás Moreno) y San Martín se quedó prácticamente sin mediocampo.

Quedó expuesto y se regaló para que Gimnasia lo golpeara cuando se lo propusiera. No lo hizo porque falló bastante en la puntada final. Pero sí estuvo certero en la pelota parada y así selló el 2-0.

La actuación en la “tacita de plata” debe dejarle una enseñanza al “santo”: no se gana ni de antemano, ni sólo con nombres. En esta ocasión dio la sensación de que al equipo le falta bastante para terminar de ponerse el traje de candidato. Jugando así, será muy difícil que pueda llegar a buen puerto.

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