El fútbol ya no es el de antes; ¿el VAR es el culpable?

El fútbol ya no es el de antes; ¿el VAR es el culpable?

Desde sus humildes comienzos, el fútbol ha evolucionado constantemente. Las reglas han cambiado, la tecnología ha avanzado y el deporte ha alcanzado una popularidad sin precedentes. Sin embargo, en los últimos años, una innovación en particular ha generado una gran controversia, y un debate que sigue vigente y se profundiza casi todos los fines de semana: el Video Assistant Referee (VAR). Para muchos fanáticos, el VAR ha transformado el fútbol de una manera que lo hace irreconocible. ¿Es el culpable de que ya no sea el de antes?

“El VAR llegó para hacer el fútbol más justo”, rezaba el eslogan con el que habían presentado a la ayuda arbitral por medio de cámaras. Su finalidad era simple: anular los errores haciendo que la tecnología ayudara al juez principal. Sin embargo el detalle es que aún hay errores e injusticias debido a que los que controlan el VAR son los mismos árbitros.

“Me gusta el sistema, de a poco nos vamos adaptando a los diferentes cambios. Pero mejorará mucho más el día en el que lo manejen ex árbitros. No pueden ser pares los que dirijan en el campo porque queda la sospecha de que ‘yo no te expongo y tú no me expones’”, había declarado hace algunos años Diego Simeone.

Como cualquier objeto de mercado, la ayuda arbitral se consigue a diferentes precios, formas, características y calidad. Está la que se utiliza en Europa; más sofisticada (y onerosa), que achica los tiempos de resolución y hasta da la sensación de otorgar mayor credibilidad. El fuera de juego semiautomático (10 cámaras monitorearán diferentes puntos del cuerpo los jugadores) o el chip en la pelota para determinar si cruzó la línea de sentencia o no; al menos ayuda a resolver con rapidez las polémicas y evita que el juego se detenga demasiados minutos.

Pero también está la que usa la Conmebol (con menos tecnología y mayor margen para el error humano), que generó mil y una controversias en esta Copa América. Convalidó un gol en claro offside de Mathías Olivera con que Uruguay venció a Estados Unidos. El canadiense Bombito le pegó un codazo descalificador a Rodrigo Echeverría, de Chile, pero la ayuda arbitral brilló por su ausencia. A Brasil le anularon un gol legítimo contra Costa Rica; pero también se vio “ayudado” porque el VAR invalidó un tanto de Davinson Sánchez en el cruce contra Colombia. O Argentina recibió una “bendición” cuando el VAR no llamó al juez principal para revisar un manotazo de “Cuti” Romero sobre Víctor Dávila, que hubiera sido penal a favor de Chile. Basta con hacer un pequeño repaso mental para encontrar fallas graves del sistema en la Copa que está en el tramo final en Estados Unidos.

Precario

Pero como si esa diferencia no bastara, además está el VAR que se utiliza en la Liga Profesional de nuestro país. Básico, precario, a distancia (se lo maneja desde el predio de la AFA en Ezeiza) y polémico; muy polémico. Según un dirigente que monitoreó la causa desde la implementación del sistema en Argentina, la diferencia está en el sistema operativo ya que su software es mucho más antiguo que el que se utiliza en las grandes ligas. Por ese motivo, en el principal torneo de nuestro país muchos partidos tienen demoras insólitas que, incluso, hasta llegaron a superar los 10 minutos de revisión en una jugada confusa. Además, hay otro inconveniente: si al momento de golpear el balón no hay una cámara que esté tomando la pelota, no hay forma de saber con exactitud cuándo se realizó el último toque y así, ni el trazado de líneas (que tampoco es automático) puede definir qué se debe cobrar.

“Los árbitros son seres humanos y se pueden equivocar. Prefiero que pase eso en una jugada rápida a que alguien desde una computadora, que no está en el lugar, tome una decisión. Se ven imágenes con líneas trazadas en diagonal que hacen que el fútbol pierda su esencia. En vez de traer una solución, trajeron una herramienta que no la hemos sabido usar”, aseguró hace unos meses Edinson Cavani, delantero uruguayo de Boca, dejando en claro que el tema de la capacitación humana para llevar adelante el nuevo sistema es otro punto que juega en contra.

Más allá de que en Argentina tenemos un sistema que parece ser obsoleto si lo comparamos con el del Viejo Continente, el problema va un poco más a fondo. Por inconvenientes económicos, pero también estructurales (porque muchos partidos se juegan en estadios que no están en condiciones de albergar juegos oficiales) al VAR sólo se lo utiliza en Primera División. Así, en la Copa Argentina o en la Primera Nacional los futbolistas siguen jugando con una “regla vieja”: ahí sí pueden apelar a recursos que sólo el ojo de la tecnología está capacitado para detectar.

En ese sentido, el domingo en Caballito, a San Martín no le otorgaron tres penales por manos clarísimas que Sebastián Martínez (el árbitro) no llegó a ver. Con el VAR esos penales tal vez podrían haber torcido la historia del juego contra Ferro.

Sin embargo, más allá de las diferencias de tecnología, el VAR está en el centro del debate. Hay quienes están a favor, pero también los que dicen que llegó para “matar” el espíritu del juego. Lo único concreto es que desde su implementación, el fútbol ya no es el de antes.

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