¿Por qué los productos más baratos se encarecen?

Un fenómeno global denominado “cheapflation”.

¿Por qué los productos más baratos se encarecen?
Hace 9 Hs

“Cheapflation” es un fenómeno global que consiste en una suba de precios más rápida en los productos más baratos que en los productos más caros. Sería como el fantasma de los “low cost” de consumo masivo. Lo más barato cada vez cuesta más caro. “Esto que hoy lo conocemos como bienes Giffen o efecto Giffen se produce cuando los consumidores de nivel socioeconómico bajo priorizan poder comprar cantidad frente a calidad. Es decir, los consumidores por ejemplo en Irlanda a pesar de subir el precio de las patatas las compraban aún más respecto por ejemplo que la carne. En el caso de Argentina este fenómeno se da por excelencia. Si bien por ejemplo el precio de la carne en nuestro país fue uno de los productos que menos aumento a lo largo del año cae su nivel de consumo respecto de los fideos o arroz”, describe Damián di Pace, director de Focus Market.

A partir de los datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), puede observarse que la inflación en alimentos se acelera y acumula desde 2020 un 22,43%; esto se debe a las condiciones meteorológicas adversas y las dificultades macroeconómicas, como la guerra de Ucrania-Rusia, la crisis sanitaria por covid-19, la demanda global y recuperación económica desigual. En Argentina la inflación interanual en alimentos a octubre fue de 183%. “Como consecuencia del fenómeno inflacionario, los productores se ven obligados a usar técnicas sustituir materias primas en el proceso de fabricación por otras más baratas y de peor calidad para mantener los precios o al menos subirlos moderadamente. Esto hace que la calidad de los alimentos sea peor y se pague el mismo precio o incluso más”, señala Di Pace. Precisamente en Argentina, las marcas y cadenas de supermercados ofrecen varias formas de financiamiento o promociones como los “3x2” o descuentos en la segunda unidad.

Las compras

Si bien pareciera ser algo positivo para el consumidor, las personas en situación de vulnerabilidad no pueden aprovecharlos dado que, con un país con 52,9% de pobres, las compras mensuales, se vuelven semanales o incluso diarias comprando lo justo y necesario, y se hacen en autoservicios o despensas en vez de en los hipermercados, porque el costo de desplazarse en transporte público con demasiadas bolsas es más alto. Así las personas pobres, terminan pagando un precio mayor por los alimentos y sin posibilidad de financiamiento, indica la consultora. En algunos productos se paga hasta un 50% más en autoservicios que en los híper, como los fideos, consiguiéndolos a $ 1.199 en híper y a $ 1.800 en autoservicios, describe el analista. Con esto, la brecha entre primeras y segundas marcas, se vuelve pequeña o negativa, ya que se busca aumentar las ventas, para evitar el sobrestock y el vencimiento de los productos.

Así tenemos descuentos en primeras marcas del 20%, 30%, 40% y hasta 50% en días específicos de la semana, haciendo que la diferencia con las segundas marcas sea negativa. Por ejemplo, en “Arroz y legumbres” hay una diferencia negativa del 29,4% entre la primera y segunda marca; en lácteos, hasta 30% de descuento en primeras marcas; en gaseosas tenemos ofertas de “3x2” o “6x4”; 20% de descuento en distintos cortes de carne; entre otros. Es decir, la primera marca con exceso de stock tiene un precio menor en promoción que la segunda marca que debería tener menor precio en términos comparativos.

Muchas veces estas promociones son acumulables con aquellas de financiamiento que ofrecen los híper, como descuentos por pagar con ciertas billeteras virtuales, cuotas sin interés o descuentos en efectivo. Pero, en un país con más de la mitad de la población en condiciones de pobreza, advierte Di Pace, no es posible que éstos aprovechen esos beneficios y así terminan pagando un precio más caro, por alimentos de incluso peor calidad. De esta manera, acota el consultor, el “Cheapflation” se convierte en una estrategia cada vez más utilizada por las empresas para hacer frente a la presión inflacionaria. Desde el lado de los consumidores, hay que entender cómo y cuándo ocurre este fenómeno para tomar decisiones de compras más informadas y, desde el lado de las empresas y organismos reguladores, se debe trabajar en la transparencia para que el consumidor pueda evaluar lo que está comprando realmente.

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