El gran escritor que siente que fracasó

la extraordinaria historia del autor de La historia.

Martín Caparrós. Martín Caparrós.

MEMORIAS
ANTES QUE NADA
MARTÍN CAPARRÓS
(Random House - Buenos Aires)

Recuerdo a Martín Caparrós en un almuerzo con Jon Lee Anderson, Leila Guerriero y otros maestros de la Fundación García Márquez, algunos de los mayores cronistas del continente. En ese momento, noviembre de 2010, nueve meses después de la muerte de Tomás Eloy Martínez, para muchos Caparrós era el mejor. Tenía 53 años, estaba en su plenitud, la vida le sonreía.

Jaime Abello, el director de la fundación, contó una anécdota. Lo habían invitado a dar una conferencia en la que, ya instalado sobre el escenario y ante una multitud, se percató de que el tema que le habían asignado por error era una cuestión sobre la que no tenía la menor idea. “Fue el peor momento de mi vida”, dijo Abello, entre risas. Todos rieron y luego se escuchó la característica voz engolada de Caparrós diciendo, mitad en broma pero mitad en serio: “Qué vida difícil tuviste”.

Una muestra de esa pulsión, tan suya, a la ironía y de una tendencia a resaltar los acontecimientos verdaderamente graves y relevantes contrastándolos con esa inmensa mayoría de sucesos que nos preocupa y que, en perspectiva, no tiene importancia alguna.

Hago este rodeo para aterrizar en la existencia de Caparrós hoy, contada en Antes que nada, su último libro. La historia se abre con el narrador describiendo una etapa de su vida opuesta a la de la de mi recuerdo pero en la que persiste un mismo tono, una misma mirada, en el autor. “Me dijeron que me voy a morir. Es tonto: no debería necesitar que me lo digan. Pero una cosa es saber que te vas a morir alguna vez -empeñarte en olvidar que te vas a morir alguna vez- y otra muy otra que te digan que hay un plazo y ni siquiera es largo”. Así arranca. Una trompada con la que nos deja groggy. En medio del aturdimiento leemos cómo el autor, a partir de un diagnóstico de ELA, decide escribir sus memorias. Pero eludiendo cualquier tipo de victimización, resistiéndose a que la enfermedad haga que deje de ser Caparrós.

Cruces

El libro alterna capítulos entre el presente y el pasado. En uno recupera y reconstruye recuerdos. En el siguiente, cuenta cómo vive y piensa hoy su vida. Lo hace de manera brutalmente honesta, descarnada por momentos, y también con esa sensibilidad, tan característica en él, que se filtra en su discurso áspero.

Por la vida de Caparrós se cruzan proyectos propios con protagonistas y acontecimientos que marcaron la política, la cultura y el periodismo del último medio siglo. Es un chico cuando toma el te con un Perón exiliado en Puerta de Hierro al que ha ido a visitar con su padre. Luego nos sumerge en el mundo del colegio Nacional Buenos Aires de principios de los 70 y en su temprana militancia montonera. En un exilio, no aceptado como tal, en París. En su regreso a la Argentina ante la inminencia de la democracia, después los años en Página/12 y su amistad con Lanata. En la última entrevista a Cortázar y la relación con los escritores que quiere y admira: Fuentes, Villoro, Tomás Eloy. En sus aventuras periodísticas y sus obsesiones literarias. Sus infinitos viajes (“viajar es una máquina de producir recuerdos”). Los impulsivos cambios de residencia: París, Buenos Aires, Nueva York, Barcelona, Madrid. Su relación con la Argentina (“Tu país es sobre todo ese lugar donde tu historia nunca es solo tuya”). Los amores y desamores. Su relación con los géneros y sus cruces. Los libros.

Cronista vs. novelista

La vida de Caparrós, según él nos la cuenta, es fundamentalmente la de un joven que se propone ser novelista y que tomará sus principales decisiones a lo largo de su vida con ese objetivo innegociable. Hoy, ese escritor y periodista con múltiples reconocimientos, siente que ha fracasado. Es un buen escritor, piensa, pero no un gran escritor; no se siente parte de ese pequeño grupo que cambia la forma de escribir. Su novela La historia, en la que puso diez años de trabajo y lo mejor de sí, tuvo escasa repercusión. Será recordado, especula, como el autor de El Hambre y de diversas crónicas pero no como el novelista que se propuso ser, más reconocido por aquello que no le importa tanto y no por lo que le importa más. Y ensaya una explicación: “Supongo que mi problema como novelista -la razón por la que muchos me consideran un novelista regular o irregular- es que las personas no me interesan tanto, o mucho menos que las sociedades, sus procesos, sus inventos, sus crisis, sus salidas. Frente a eso, las neurosis de un señor mayor o una joven rebelde me parecen de una banalidad extrema -y entonces lo que me interesa es tratar de contar, incluso a través de sus historias, aquellos fenómenos”.

Es posible que las memorias de Caparrós cuenten, entre otras cosas, la historia de un autoboicot a un proyecto literario. La de un novelista que, sin darse cuenta del todo, se desvía una y otra vez hacia parcelas de la realidad en los que la crueldad, la desigualdad, la injusticia, la arbitrariedad o la inconsistencia que hay en ellas lo impulsan a explorarlas, inventariarlas y narrarlas como ningún otro logra hacerlo. Es la trayectoria de un hombre que nos conmovió, nos sacudió, a veces con provocaciones o desagrado, pero impulsándonos siempre a reflexionar, a revisar lo que pensábamos. Es el escritor que, enterado de su enfermedad terminal, se pone a contar su vida, convencido de que es lo mejor que puede hacer con lo que le queda de ella, y nos lleva a repensar qué es lo mejor que podemos hacer nosotros con la nuestra.

© LA GACETA

Perfil

Martín Caparrós (Buenos Aires, 1957) se licenció en Historia en París y vivió en Nueva York, Madrid y Barcelona. Trabajó en Página/12 y fue columnista de El País y The New York Times, entre otros medios. Ganó el Premio Planeta y el Herralde de novela, los premios Tiziano Terzani y Roger Callois de ensayo y los premios rey de España, Moors Cabot y Ortega y Gasset de periodismo. Publicó más de 40 libros en más de 30 países. Los más recientes son Ñamérica, El mundo entonces y las seis novelas de Andrés Rivarola.

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