El hábito de comerse las uñas, también conocido como onicofagia, afecta a una gran parte de la población a nivel mundial. Si bien, parece una simple costumbre, expertos explican cuál es el trasfondo psicológico que conlleva esta manía.
En muchas ocasiones suele ser producto de situaciones de estrés, ansiedad o nerviosismo. Especialistas sostienen que, quienes se muerden las uñas, lo hacen como una reacción involuntaria a emociones negativas ya que ofrece una sensación de alivio temporal.
Las consecuencias de morderse las uñas
Existen casos de mayor complejidad en donde, esta práctica comienza a tener fuertes repercusiones en la salud. Expertos indican que, la onicofagia extrema puede ser un indicio de necesidad de ayuda profesional.
Al ser un acto, en su mayoría de veces inconsciente, con el fin de mitigar las sensaciones que nos generan ciertas situaciones, las personas no miden las consecuencias que pueden tener:
Riesgo de infecciones: la paroniquia, una infección bacteriana o micótica alrededor de las uñas, es común entre quienes mantienen este hábito.
Impacto psicológico: la vergüenza o angustia del aspecto físico, como las manos descuidadas o los problemas dentales pueden afectar la autoestima y las interacciones sociales.
Daño físico: lesiones en las uñas y cutículas, deformaciones en los dedos y problemas dentales como desgaste o desplazamiento de las piezas.
Recomendaciones de expertos para dejar de morderse las uñas
Algunas técnicas que se pueden implementar en el día a día para evitar exponernos consecuencias dañinas para la salud:
Cuidar las uñas: limarlas, pintarlas de forma que nos permita detectar conductas repetitivas.
Aplicar esmalte: el uso de esmaltes compuestos por benzoato de denatonio, genera un sabor amargo que desagrada al intentar morderlo.
Identificar las causas: observar las situaciones que inducen este comportamiento y buscar formas de manejarlas.
Buscar distracciones: mantener las manos ocupadas con otras actividades, como manipular una pelota antiestrés o dibujar.
Otras técnicas como el control de estímulos, el uso de pulseras con mensajes recordatorios o los dispositivos de disuasión dental también se han utilizado en el tratamiento de la onicofagia
Consultar a un profesional: un psicólogo o psiquiatra puede ayudar a tratar las causas emocionales detrás de este hábito, ya sea mediante terapia cognitiva o medicación.