
La lluvia no dio tregua. Desde temprano, el cielo gris amenazaba con entorpecer el regreso de San Martín a La Ciudadela; sin embargo, eso no fue un impedimento para los hinchas. El estadio se tiñó de múltiples colores por las capas de lluvia que cubrían a los presentes. Pero ni siquiera el aguacero que se desató unos minutos antes del pitazo de Felipe Viola pudo frenar la pasión.
El golpe que recibió el “Santo” a fines de 2024 todavía pesa en la memoria y en corazón de los fanáticos. La final perdida en Rosario contra Aldosivi y la eliminación del Reducido a manos de Gimnasia de Mendoza dejaron una herida abierta. Sin embargo, el fútbol tiene esa magia inexplicable: el enojo se mezcla con la ilusión y la decepción con la esperanza.
“Lo que me trae a la cancha es lo mismo que trae a todos los hinchas, y más con esta lluvia. Es el amor y seguir ilusionados. San Martín es parte de mi vida y siempre va a seguir siendo así. Acá estamos, mojándonos por el equipo”, asegura en diálogo con LA GACETA Juan Pablo Carugatti, mientras mira fijamente hacia el campo de juego.
Cuando el equipo salió a la cancha, la sensación en las tribunas fue extraña. El alivio de volver, pero también el peso de lo que pudo haber sido. “Lo primero que pensé cuando entré a La Ciudadela es que todos estamos muy locos. Está lloviendo y aun así la gente vino a apoyar al equipo en su primer partido. También pensé que me hubiera encantado que San Martín estuviera en Primera, en el lugar que se merece. Todavía estoy muy enojado con lo que pasó la última temporada, pero el amor es más fuerte que eso”, admite.
Ese amor incondicional es lo que mantiene vivo al club, incluso en los momentos difíciles. Pablo Carugatti, el padre de Juan, lo explica mejor que nadie. “San Martín es un sentimiento, es más que un equipo y un proyecto deportivo. Hay muchas cosas involucradas, sobre todo el amor por la institución y por los colores, más allá de los procesos y de los resultados. Obvio que a veces uno se desilusiona y hay momentos difíciles, pero todo va más allá de lo que pasa dentro del campo de juego”, asegura.
Sentimientos cruzados
La hinchada se hizo sentir con fuerza, con los cánticos que se mezclaban con la lluvia y también con sus emociones. Hubo aplausos y silbidos cuando Juan Cuevas dejó el campo reemplazado por Ulises Vera. Algunos lo ven como un referente, otros como un símbolo de lo que no funcionó en la temporada pasada.
Eduardo Reinoso, con su campera empapada, reflexiona sobre lo vivido. “El amor por el club me trajo de vuelta. Es más fuerte que todo. No estoy enojado, pero sí decepcionado, dolido con lo del año pasado. Pero acá estamos de nuevo, creyendo en este nuevo equipo. Cuando entré a la cancha tuve una mezcla de sensaciones. Dolor y decepción por cómo terminó el campeonato anterior, pero con una nueva ilusión y esperando lo mejor en este nuevo desafío”, manifiesta.
Jorge Díaz lo dice con seguridad y con la voz firme a pesar del ruido de la lluvia golpeando sobre el suelo. “Aquí estamos apoyando a San Martín, como siempre, como todos los años. Presente, como tiene que ser. Se extrañaba mucho venir a La Ciudadela; la pasión por San Martín es única y por eso estamos acá una vez más, como siempre lo hicimos”, remata.
La historia de Brenda Díaz es otra muestra de la devoción por los colores. “Acá estoy de nuevo a pesar de haber ido a Rosario a ver la final. Viajé con mi novio en tren, fueron 26 horas de ida y de vuelta. Nos hicimos de un grupo de amigos allá, éramos muchísimos y se armó un hermoso grupo con el que nos seguimos juntando. Eso es algo lindo que nos dejó ese viaje que no terminó como todos soñábamos”, cuenta.

Mezcla de sensaciones
Dudó en volver. El enojo y la tristeza todavía están ahí, frescos, intactos, pero hay algo más grande que la derrota. “No pensaba venir porque estoy dolida y enojada, pero terminé aflojando y volví. Creo que la familia, los colores, la camiseta, los amigos... Todo eso me hace volver a la cancha y espero que este año sea mucho mejor para San Martín y para nosotros. Espero mucho más del equipo; que cambien las cosas y que no tengamos que volver a vivir todo lo que pasamos porque realmente me dolió”, confiesa.
Esa mezcla de emociones es lo que define a San Martín y a su gente. En medio de la tormenta y en medio del desencanto siempre hay algo que los hace ir a la cancha para estar cerca de su equipo. “No tiene explicación este amor por el club. No sé si llamarlo costumbre, amigos, juntadas, colores, pero la cancha es un lugar en el que compartimos y pasamos hermosos momentos. Todo eso hace que uno quiera estar cada vez que juega su equipo”, concluye Brenda.
El gol de Martín Pino encendió los corazones y desató la fiesta bajo la lluvia. El pitido final trajo el alivio de la victoria, la primera de una temporada en la que San Martín buscará cicatrizar las heridas.
Los fanáticos se fueron empapados, pero con una sonrisa de oreja a oreja en sus rostros. El enojo sigue ahí, pero el amor también. Y, como siempre, el amor termina ganando como este nuevo modelo de San Martín, que intenta volver a ser, tras el duro golpe de la pasada temporada. (Producción periodística: Sofía Lucena).