La soledad lejos del resentimiento y la queja

Reflexiones de una autora tan valiosa como desconocida.

23 Febrero 2025

MEMORIAS

LA CASA JUNTO AL MAR

MAY SARTON

(Gallo Nero - Buenos Aires)

Eleonore May Sarton brilló como una de las autoras más relevantes del Siglo XX, pero por esos insondables caprichos de la literatura o, mejor, de quienes se ufanan de conocedores minuciosos de acá y de allá, ha sufrido y sufre los metálicos rigores de la desmemoria. Cuando no, del franco desdén. Empero, ni las obras consumadas ni sus hacedores propiamente dichos pueden borrarse de un plumazo o descartarse como quien barre las hojas de la vereda. Alguna vez, el filósofo argentino Juan Carlos de Brasi (a quien por extraña coincidencia en su país se le pagó con la cruel omisión, pero no ya en España en general y en Madrid y Barcelona en particular) observó que ni los premios ni la bambolla de los que detentan la vara hacen a una producción mejor o peor: “Una obra goza de un valor intrínseco. Inalienable. En cambio, la recepción y la venta son arbitrarias”.

Belga de nacimiento y estadounidense por adopción y decisión, May Sarton (Wondelgem, 1912; Nueva York, 1995), labró una herencia en letras de molde que supo de 53 libros, desglosados en 19 novelas, 17 poemarios, 15 ensayos y dos libros dedicados a los niños, amén de una obra de teatro y un número indeterminado de guiones. Así y todo, sus biógrafos más entusiastas no hesitaron en definirla como una fantástica especialista en diarios, retratos, memoriales. Que de tales géneros abreva La Casa Junto al Mar, un recomendable hallazgo digno de los anaqueles más exigentes.

Hacia 1973, Sarton se autoconfinó en una vivienda enclavada en un bosque de Nueva Inglaterra, frente a la costa de Maine, acompañada de un perro y un gato, libros por doquier y rodeada de pájaros variopintos que describe con singular belleza y que, por extensión, nos hacen pensar en una ornitóloga avezada.

¿Cuál es el meollo de este libro que visto a la ligera hasta podría resultar tedioso? Veamos: la soledad vivida ajena a los incordios del resentimiento y el tono quejumbroso. A toda luces como vía regia de construcción y reconstrucción de sentidos de una vida que ya ha sobrepasado las seis décadas. “Pasados los sesenta, todos tenemos la muerte en algún rincón de la conciencia como un runrún”.

La cabeza de Sarton funciona como un aceitado detector de verdades o en todo caso como un aceitado detector de hipótesis que más nos vale tener en cuenta. Por caso, téngase en cuenta que ya entonces la desvelaba el futuro del planeta: en esa clave parafrasea desvelos de Aldous Huxley y sostiene que “tenemos que vivir en el infierno que él predijo, donde la explosión poblacional amenazará la civilización tal y como la conocemos”.

Pero tampoco este humilde sobrevuelo consiente la odiosa zancadilla de “el asesino es el mayordomo”. Hasta aquí llegamos: La Casa Junto al Mar, de la belga-estadounidense May Sarton, es un bello libro escrito por una mente privilegiada, que rezuma buen gusto, poesía y esa rémora que nos deja gratas sensaciones, una mano en el mentón y una cierta extrañezaercicio de la violencia política

© LA GACETA

WALTER VARGAS.

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