

“No temo morir en una cinta de correr. No permitiré que me superen en el trabajo. Punto. Puede que tengas más talento que yo, que seas más inteligente o incluso más atractivo. Pero si nos subimos juntos a una cinta, solo hay dos opciones: o te bajas primero, o yo muero. Así de simple”. Con estas contundentes palabras, pronunciadas hace más de una década en una entrevista con Tavis Smiley, Will Smith resumía su inquebrantable ética de trabajo. Años después, esa misma determinación lo llevó a conquistar el premio Oscar al mejor actor por su interpretación en “King Richard: una familia ganadora”.
Cuando al talento se le suma el esfuerzo constante, el éxito está garantizado. Son pocos los ejemplos que encarnan esta fórmula. Uno de ellos es Julián Álvarez, el delantero argentino que está causando una revolución en Europa con su destacada actuación en el Atlético de Madrid y que desde hace 15 días es tendencia en las redes sociales.
Luego de irse del Manchester City, donde no tenía garantizado minutos por la presencia del noruego Erling Haaland, la gran estrella de un devaluado conjunto inglés, el cordobés se ha convertido en la figura clave del equipo dirigido por Diego “Cholo” Simeone. En la última semana, ha marcado goles decisivos contra dos gigantes del fútbol español: al Barcelona en la Copa del Rey y al Real Madrid en la Champions League.
El diario deportivo “AS” no se guardó elogios para el ex River tras su brillante actuación en el derbi madrileño: “El jugador sobre el que se puede construir un futuro brillante para el club. ¡Qué delantero ha llegado al Atlético! Pocos minutos después de realizar una cobertura impresionante como lateral derecho, se inventó un gol de leyenda. Lo tiene todo: calidad y trabajo. Una máquina perfecta para ser moldeada por Simeone. Se inventó un gol de la nada, algo que vale oro en el fútbol. No tuvo muchas oportunidades, pero se entregó, luchó y buscó su espacio. Terminó desbordando por la banda izquierda”.
“Bajó en varias ocasiones al inicio de partido para intentar conectar entre líneas y otras. Se sacó un golazo de la nada para empatar el partido. Es pura genialidad el argentino. Acabó tirado a la izquierda, con las modificaciones”, describió “Mundo Deportivo” de Cataluña.
Ante el Barca, Julián también fue clave para que el “Colchonero” obtenga un empate en el Camp Nou que parecía una utopía. “La humildad y el trabajo siempre pagan”, dijo tras el partido. Y si hay una palabra que define su juego, es precisamente esa: trabajo. A diferencia de muchos futbolistas con su talento, a Julián jamás se le puede reprochar falta de actitud. Corre cuando otros se rinden, colabora en los relevos y pelea cada pelota como si fuera la última. Su energía contagia y genera la admiración de sus compañeros y de los rivales. No importa si al frente está Patronato o Real Madrid: su entrega es innegociable.
Desde la controvertida salida de Lionel Messi del Barcelona, ningún argentino había ocupado un lugar protagónico en la liga española. Esa realidad cambió con la irrupción de “Araña”. Hoy, muchos se han convertido en aficionados del Atlético y sienten un orgullo especial cada vez que el estadio Metropolitano se levanta para ovacionar al número 19. ¿Quién no se sentiría representado por Julián?
El ejemplo de un ganador
A sus 25 años, Julián ya ha conquistado los títulos más codiciados en el mundo del fútbol: campeón de la Copa Libertadores con River Plate, ganador de la Champions League con el Manchester City y bicampeón de la Copa América (2021 y 2024), además de levantar la Copa del Mundo en Qatar 2022 con la Selección Argentina. Un ganador nato, cuya trayectoria refleja no sólo habilidad en el juego, sino una mentalidad imbatible y una capacidad para brillar en los momentos más decisivos.
El ejemplo del oriundo de Calchín demuestra que el esfuerzo puede transformar realidades. Y no sólo en el fútbol. Su actitud incansable, su humildad y su entrega incondicional en cada partido reflejan valores que trascienden el ámbito deportivo y pueden ser tomadas como modelo para construir una sociedad más comprometida.
En tiempos en los que muchos asocian el éxito con la suerte o el privilegio, Álvarez demuestra que la verdadera diferencia es el sacrificio. Un país que abrace la cultura del trabajo, como la que encarna Julián, estará mejor preparado para enfrentar obstáculos y alcanzar metas que parecen inalcanzables, motivando a sus ciudadanos a perseguir sus metas con determinación y a dejar atrás la mentalidad del “país de los amigos” o la dependencia de las comodidades que genera la espera pasiva de soluciones externas.
Además, la humildad y el compromiso resaltan la importancia de no perder de vista los valores fundamentales, incluso en la cima. Su capacidad para mantenerse enfocado, colaborar con su equipo y dar lo mejor de sí en cada oportunidad es un ejemplo de liderazgo inspirador. Si estas cualidades se replicaran en todos los ámbitos de una sociedad -desde la educación hasta la política-, se podría generar ese esperado cambio profundo.
Desde sus inicios en el “Millonario” hasta su consolidación en Europa, ha demostrado que el talento por sí solo no basta. Su capacidad para reinventarse en distintos esquemas tácticos, su sacrificio en cada entrenamiento y su obsesión por mejorar son las claves de un campeón. No espera que las oportunidades lleguen: las crea. No se conforma con lo que ha logrado: siempre quiere más.
Ese es el verdadero método de Julián Álvarez. Un camino que, lejos de fórmulas mágicas, se basa en una verdad irrefutable: el trabajo, tarde o temprano, siempre paga.