

La Ciudad Universitaria en San Javier no sólo forma parte del juicio contra el ex rector Juan Cerisola y tres ex subalternos por presuntas irregularidades con obras realizadas con el dinero de la minería. También es una preocupación central en estos días de las autoridades de la Universidad, que, atrapadas desde hace largo tiempo en el escándalo del proceso a Cerisola -que ya lleva 15 años desde la denuncia del arquitecto Ramón Eudal en 2010- necesitan definir qué pasa con ese gran proyecto derivado del sueño del rector Horacio Descole de 1948 de transformar a Tucumán en un polo universitario para Sudamérica.
Decía el historiador Carlos Páez de la Torre (h) -de cuya partida, dicho sea de paso, se cumplen cinco años este 27 de marzo- que esta gran propuesta de la Ciudad Universitaria de los años 40 formó parte en su momento del Tucumán que pensaba y actuaba para el futuro, como fue el de la Generación del Centenario. En este caso, se recuerda el papel enorme que tuvieron arquitectos que trascendían el ámbito comarcano y se posicionaron en esta UNT que seguía el camino de Juan B. Terán: Eduardo Sacriste, Jorge Vivanco y Horacio Caminos, que comandaron el equipo que diseñaba esa megaciudad en la cumbre de San Javier y en Horco Molle.
Sueño inconcluso latente
Pero a esta Ciudad Universitaria en el cerro no la quiere casi nadie. Ha quedado como una gran frustración, un sueño inconcluso derivado de la brutal disminución de dinero de los fonos nacionales para 1951. Desde entonces quedó la esperanza de que alguna vez se podría concluir los trabajos ya iniciados, con los dineros de la minería, a los que la UNT tiene derecho por haber sido heredera de Abel Peirano, que descubrió el yacimiento de Farallón Negro. Eso quedó establecido por ley en 1958, cuando se sancionó la Ley 14.771, que establecía que las utilidades de YMAD, el creado ente administrador de la explotación de Farallón Negro, se repartirían un 60% para Catamarca y un 40% para la UNT, y que ese 40% estaría destinado a concluir la Ciudad Universitaria. Después de eso, se repartiría el 20% para las otras universidades y el otro 20 % quedaría para libre utilidad de la UNT.
Los millones que le llegaron a Cerisola
A esa Ciudad Universitaria no la quería Cerisola, quien fue el único rector que tuvo la oportunidad de hacerla, pues fue durante su administración de ocho años -entre 2006 y 2014- cuando llegaron millones y millones de pesos de las utilidades que generó la Minera Alumbrera para YMAD. Él está acusado por irregularidades por unos 85 millones de dólares -$ 356 millones- en 13 obras realizadas entre 2006 y 2008. Pero se recibió mucho más dinero. Cuando declaró en el juicio, el ex consejero superior Ricardo Cisneros dijo que había 28 millones de dólares de 2008-09 los cuales no hubo explicación. Además estaba el dato del ex delegado de la UNT en YMAD y ex decano de Ciencias Naturales, Florencio Aceñolaza, que dijo que desde 2008 a 2014 la UNT había perdido 500 millones de pesos, que eran el 20% entregado a las otras universidades. ¿Y los 500 millones que administró la UNT por su 20% de libre disponibilidad? La cantidad de dinero recibida por la minería no está claramente establecida.
Cerisola dijo en su extensa declaración en el juicio que él pensó en otra Ciudad Universitaria, una del Siglo XXI centrada fundamentalmente en la capital tucumana (aunque se hicieron algunos trabajos en el cerro), que hizo un centenar de obras para revitalizar la UNT, que estaba desesperada a causa de su vetusta infraestructura. Él mencionó que ya en los años 60 el ex rector Eugenio Flavio Virla había apostado por locaciones universitarias fuera del cerro -como la ex Quinta Agronómica- y argumentó que la estructura frágil del cerro San Javier no podría albergar el movimiento y la infraestructura de una megaciudad de 32.000 estudiantes.
Por cierto, el enjuiciamiento a Cerisola no se hace por este abandono de la idea original de la Ciudad Universitaria, sino por presuntos sobreprecios, por la forma en que se hizo el cambio con un acta de 2008 en YMAD que modificaba los porcentajes de utilidades establecidos por ley y por los manejos financieros del dinero recibido. De indagar eso se va ocupar ahora el debate, que desde mañana recibe testimonios de peritos a propósito de las obras.
Una zona roja ambiental
Pero a esa Ciudad Universitaria del sueño tampoco la quisieron otras autoridades universitarias. Cuando declaró como testigo en el juicio el director de Asuntos Jurídicos de la UNT, Augusto González Navarro, hizo una recopilación de momentos y medidas en que se abandonó la idea del proyecto en el cerro. También el actual rector Sergio Pagani había dicho en una entrevista al asumir su mandato que esa ciudad en la montaña ya no era viable, porque estaba en una zona roja ambiental. Precisamente por eso Yerba Buena y Tafí Viejo ponen limitaciones a la urbanización del piedemonte.
Sector geológicamente frágil
A estas argumentaciones se sumó el geólogo Juan Carlos Valoy, ex funcionario de Vialidad, que en una carta “La ciudad fantasma”) publicada el 30 de diciembre en LA GACETA advirtió que la constitución frágil de la ladera oriental del cerro hacía inviable un proyecto como el de Descole y que ya el mismo Virla se había negado en 1987 a que se retomara el proyecto (de Descole) de construir un camino alternativo por la ladera norte, por el sector del funicular que, dijo, había sido afectado por una falla geológica, así como el edificio que está en lo alto del cerro. Por si faltara alguna opinión, está también la del ingeniero José Domián (ya fallecido) que en su momento advirtió que si se seguía urbanizando el cerro las laderas montañosas se iban a derramar sobre Yerba Buena.
Tal vez lo que está sucediendo ahora en el camino a San Javier, que se encuentra cortado por derrumbes, les da algo de razón.
El juicio oral a Cerisola y sus ex subalternos no va a dar definiciones por ahora: se presume que va a durar hasta mediados de año.
Informe legal y ambiental
Por lo pronto, las autoridades de la UNT se aprestan a presentar en el Consejo Superior un informe encargado a expertos sobre la historia del cambio de criterio sobre la Ciudad Universitaria -basado en lo que declaró González Navarro en el juicio- más un informe del Observatorio Ambiental que describe la necesidad de preservar el parque. También se va a presentar el informe sobre los aproximadamente 1.800 planos y láminas sobre la Ciudad Universitaria, hallados en cajas abandonadas en una dependencia universitaria hace dos años.
Esto, mientras se esperan las definiciones del entuerto que la UNT tiene con YMAD para destrabar el cambio del porcentaje 40% de utilidades que hizo Cerisola en 2008 y mientras busca cómo superar la valla nunca tocada que es la ley 14.771. Se presume que, al ser una ley convenio de partes y al estar las tres partes -Catamarca, la UNT y la Nación- de acuerdo en cambiarla, se puede lograr realmente superar ese bozal legal de que lo que se haga para la Ciudad Universitaria debe hacerse en el cerro, “conforme a los planos aprobados”, como dice la norma.
¿Será fácil esto? Esta argumentación de que el cerro es frágil, ¿se vincula con la constitución geológica de San Javier o con la falta de adecuadas obras para mantener el camino al cerro, al que no se le da atención excepto en emergencias desde hace años? Y el cuidado de San Javier por parte de la Universidad, ¿cómo se combina con la explosión urbana que permiten administraciones como San Pablo o Nueva Esperanza, que dejan que la montaña se urbanice a todo vapor? Ya hay dos countries en lo alto de Villa Nougués, a la par del Parque Sierra de San Javier. Va una idea de nefelibata: ¿la obra de Descole se podría hacer en Villa Nougués, donde parece no regir la zona roja ambiental? El sueño de la Ciudad fantasma se resiste a desaparecer.