

Después de conocer algunos detalles del recorrido, queda por saber cómo se traslada la mercadería ingresada ilegalmente al país. Todo se hace por vía terrestre, la diferencia está en los sistemas que se usan. Los más numerosos son los traslados realizados en vehículos, ya sea automóviles, utilitarios o camionetas. Después le siguen los tours de compras. Pero el mayor dolor de cabeza son los camiones con acoplados que transportan encomiendas, no sólo por la dificultad que presenta controlarlos, sino también por los volúmenes que pueden llegar a cargar.
El desarrollo del comercio virtual se transformó en un problema para las autoridades. Son centenares los camiones que circulan por la región llevando todo tipo de mercadería. El problema es que también son utilizados por los bagayeros para enviar productos. “Hay personas que tienen un catálogo y sus clientes eligen qué van a comprar y luego pagan por el envío. Es como si un comerciante recurre a un proveedor de Buenos Aires para incrementar su stock”, explicó Juan Arroyo, dueño de un showroom. “Este sistema me puede salir más caro, pero es mucho más seguro porque no corro el riesgo de que me quiten las cosas”, detalló.
Según los registros del Operativo Lapacho, de los 2.359 bultos con mercadería secuestrados, 758 fueron encontrados como encomiendas. Esa cantidad está valuada en más de $568 millones. En el tráfico de hojas de coca, este es el sistema más utilizado. Hasta el 22 de marzo, la Policía decomisó más de 3.600 kilos de este producto, de los cuales 2.714 fueron ubicados en los camiones de diferentes empresas de correo. Aunque parezca mentira, también se concretaron el envío de cubiertas importadas.
Los contrabandistas tienen a su favor la cuestión legal. Las empresas no pueden controlar lo que el cliente decidió despachar a nivel nacional, puesto que la privacidad de la correspondencia es un derecho constitucional. Sólo tiene la obligación de saber quién es el despachante y el remitente. Las normas internacionales son mucho más estrictas. Las encomiendas son a paquete abierto, es decir, la persona que quiere enviar un producto debe mostrarlo al empleado de la empresa de correo para que constate que no está enviando nada ilegal. Cuando constata que todo es normal, recién aprueba su envío.
“Es un problema porque estamos hablando que un camión tiene centenares de paquetes. Abrimos las compuertas y analizamos, haciendo una especie de pasillo entre medio de todos los bultos buscamos descubrir algo. Es una tarea peligrosa porque a veces se caen los otros bultos. Si se encuentra algo sospechoso se la baja y se pider autorización judicial para abrirla”, explicó el comisario Fabio Ferreya. “Si descubrimos algo prohibido, inmediatamente procedemos a bajar todos los otros bultos”, aclaró.
El funcionario aclaró que el problema no sólo es encontrar los productos, sino lo que sigue después. “El camión debe continuar viaje, por lo que son los efectivos los que tienen que volver a cargar toda la mercadería. Esa es una tarea que nos demanda horas y un enorme esfuerzo”, comentó. “Ahora, con la incorporación de perros y de tecnología podremos hacer más controles”, finalizó.