La incógnita del senador y la decisión de Jaldo

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La incógnita del senador y la decisión de Jaldo

La única certeza es que el justicialismo tucumano no irá a internas partidarias. Por lo menos, no con los actores que hoy se mencionan. Ocurre que la invitación del gobernador Osvaldo Jaldo a los disidentes para dirimir diferencias puertas adentro no tendrá efecto. Así las cosas, es altamente probable que en octubre se presenten dos listas peronistas: la jaldista y la antimileísta.

En la forma de presentar ambas nóminas está la clave para entender por dónde se desarrollará la campaña electoral. Porque la Casa de Gobierno tendrá que encontrar la manera de hacer campaña sin tener como enemigo a la Casa Rosada, y porque los díscolos del PJ local tendrán que instalar la idea de que van en contra de Javier Milei y no en contra de la gestión de Jaldo. Un equilibrio que, a lo largo de los meses, será difícil de sostener.

La primera posta de este proceso de ruptura interno se verá el viernes próximo, cuando se reúna el congreso provincial del PJ en Monte Bello. El orden del día de la convocatoria firmada por Jorge Leal (presidente) y por Darío Monteros (vice) tiene una particularidad: el primer punto ratifica lo dispuesto por ese mismo congreso en la última reunión de 2024. Casualmente, aquella vez, 85 congresales aprobaron un documento de respaldo a la posición dialoguista de Jaldo con la Nación y autorizaron la conformación de frentes electorales.

Como segundo asunto, ahora, el Congreso fue citado para autorizar al Consejo partidario a avanzar con esas alianzas y a fijar el cronograma electoral para una eventual compulsa interna, teniendo en cuenta que ya la Nación estableció la fecha de los comicios de diputados nacionales, que se harán el 26 de octubre. La arremetida jaldista tiene, claramente, una única finalidad: obligar a los disidentes a tomar definiciones. Y allí surge una primera revelación: el peso de Juan Manzur en este armado.

Ocurre que ya transcurrió más de una semana desde el anuncio de Jaldo, pero en el sector opositor aún no tomaron ninguna determinación sobre cómo avanzar. ¿El motivo? Más allá de las dudas respecto de cómo enfrentar al jaldismo, es innegable que la razón se encuentra en la ausencia del senador nacional en el país. Y en los murmullos que por lo bajo se escuchan en este espacio. “Nos prometió que se iba a poner al frente”, es uno de los rezongos que se repite. Por eso las reuniones se postergaron hasta su regreso, que se concretará a principios de la próxima semana. Mientras tanto, hay algunas opciones que se pusieron sobre la mesa.

Una de las últimas alternativas que analizaron es la renuncia masiva de los revoltosos a los cargos partidarios que ostentan (no a la afiliación), con la intención de no legitimar la movida institucional del mandatario. Pero ese paso no tendría sentido si no renunciara a la presidencia del partido el propio Manzur. Y esa es una traba: en su entorno aseguran que desde fines del año pasado el cristinismo le sugiere que deje el PJ para que la ex presidenta tenga las manos libres y pueda intervenir el distrito. Por lo pronto, es muy factible que el grupo encabezado por los díscolos no dirá presente en el Congreso partidario y que tampoco validará con su presencia lo que determine luego el Consejo provincial. Lo resumió uno de sus integrantes con claridad: “No peleamos por un lugar en la lista; la pelea es contra Milei. Ir a internas sería buscar lugares en la lista de Jaldo, en la que sus diputados votan directo todo lo de Milei”.

Otra fase

Consciente de que la jugada opositora podría ser el vaciamiento parcial de las decisiones partidarias, ayer el gobernador puso en marcha otra fase de su estrategia. Temprano recibió en su despacho al diputado Carlos Cisneros y al legislador Hugo Ledesma. La charla con el líder bancario era necesaria porque “El Comisario” venía de despotricar en contra de aquellos legisladores nacionales que “no sintonizan” con la etapa del país, tras la votación en contra del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Cisneros fue uno de los dos diputados tucumanos que rechazó el decreto presidencial; el otro fue Pablo Yedlin. Precisamente, el ex ministro de Salud es el destinatario de la diatriba oficialista. Ayer, el propio ministro del Interior Darío Monteros y el legislador Gerónimo Vargas Aignasse le recordaron a Yedlin que Sergio Massa, con quien se reúne con frecuencia, avaló las políticas de Mauricio Macri entre 2015 y 2019. Incluso, Monteros le enrostró a Yedlin haber votado por la reforma previsional macrista –a pedido de Manzur- en 2017. Un dato aleatorio: el control tucumano del Frente Renovador de Massa lo tiene el propio Yedlin, a través de Samuel Semrik.

Más allá de ese chisporroteo de una tarde húmeda de viernes, Jaldo y Cisneros hablaron acerca de cómo evitar la ruptura, y el diputado le garantizó que apoyará la unidad del peronismo tucumano. Luego, en un acto con la intendenta Rossana Chahla, el referente bancario ratificó que nunca congenió con el kirchnerismo, e insistió con la necesidad de que las diferencias políticas se resuelvan en una interna partidaria. “Voy a trabajar como hice en 2021 para que las diferencias no se acentúen. Esa interna nos dejó un ejemplo que no debemos repetir; hay que cuidar lo que uno expresa. Quiero que haya una lista de unidad”, afirmó Cisneros, en alusión al tenor de los agravios que se habían proferido manzuristas y jaldistas en aquel año.

Precisamente, el riesgo de que se repita ese escenario de agresiones está latente, porque el jaldismo debe encontrar la manera de hacer campaña sin enojar al Gobierno nacional. Es parte del equilibrio que le toca mantener en pos de sostener su postura dialoguista a cambio de un mejor trato de la Nación a la Provincia. En ese caso, “El Comisario” no tiene más remedio que moldear un nuevo enemigo. Y, para eso, qué mejor posibilidad que reeditar el fantasma de la vuelta de Manzur. En 2021, le fue bien porque –ayudado por las PASO- un sector de los independientes entendió que votar a Jaldo era frenar al manzurismo. Entonces, si el ex gobernador es quien está por detrás de los disidentes del PJ, instalar el discurso de que votar a ese espacio es avalar un eventual regreso del senador al poder en Tucumán puede ser una buena opción. Al menos, una forma de eludir las críticas al mileísmo y de diseñar una pelea netamente provincial.

Enfrente, los hermanos Yedlin, Sandra Mendoza, José Orellana, Christian Rodríguez, Javier Noguera y aquellos otros que aún no se muestran públicamente pero que reniegan del jaldismo deberán también pensar una estrategia que los saque de la disputa local contra Jaldo. Primero, para capitalizar el descontento de una parte de la sociedad que reniega del ajuste nacional. Segundo, para evitar dinamitar las relaciones en el peronismo con vistas a la elección de 2027. La compulsa de ese año es, en definitiva, la que interesa a este sector: una buena elección en 2025 los posicionaría de mejor manera para el futuro armado justicialista.

A tal punto está en discusión lo que sucederá dentro de dos años que, en paralelo a la interna peronista, el vicegobernador Miguel Acevedo dio instrucciones de activar a partir de abril la discusión por la reforma política electoral. Descartada la reforma constitucional y por consiguiente la elección de legisladores por departamentos, así como la eliminación del régimen de acoples, todo indica que el oficialismo avanzará hacia una reducción de la cantidad de listas colectoras permitidas en cada sección electoral. Por ejemplo, una de las variantes es establecer que ningún partido pueda presentar más acoples que la cantidad de bancas que estén en disputa en la circunscripción en la que compita (en la Capital son 19; en el Oeste, 18; y en el Este, 12). Como contrapeso a ese maquillaje, gana adeptos la idea de instaurar la Boleta Electrónica y de terminar con los millones de votos en papel. Una suerte de sistema en el que el ciudadano confeccione el voto según su gusto en una máquina, lo imprima y lo deposite en una urna de cartón. Por supuesto, son apenas opciones que van tomando forma. La única certeza, a decir verdad, es que cualquier cambio estará supeditado a lo que suceda en octubre de este año: nadie está dispuesto a otorgar ventajas ni a hacer beneficencia electoral.

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