Explotó la política, de Buenos Aires a Tucumán

6 34
Explotó la política, de Buenos Aires a Tucumán

Las operaciones pululan en el mercado de pases de la política tucumana, en la que todo vale de cara a la puja electoral que se avecina. Los comicios de medio término no serán unos más, que solamente perfilarán los liderazgos para las provinciales de 2027. Este año se separará la paja del trigo y muchos se verán obligados a abandonar el conveniente ostracismo propio de la especulación.

“El sistema político explotó”, dijo el analista Jorge Giacobbe la semana pasada, durante su charla en el Foro Económico del NOA (Fenoa) 2025, celebrado en esta provincia. La definición da cuenta de manera cabal de la situación de falta de identidad de una porción importante de la dirigencia, que no entiende quién está con quién, ni cómo conciliar su ideología con las formas y los aliados de otra época. O con conceptos que ya no existen.

Lo que reflexiona el filósofo Byung-Chul Han grafica bastante bien lo que planteó Giacobbe -y que replican muchos politólogos respecto del “fenómeno Milei”-. En su libro “La Sociedad del Cansancio”, Han sugiere que la experiencia compartida del agotamiento social (el ahora tan estudiado burnout), inherente a la sociedad del rendimiento, puede forjar un tipo diferente de vínculo comunitario tal como lo conocemos, por ejemplo el de la familia. Estas comunidades tradicionales suelen basarse en cosas que tenemos en común desde el principio: los mismos lazos de sangre, el mismo lugar de nacimiento, las mismas creencias, etcétera. Pero en la “sociedad del cansancio”, la comunidad podría surgir de la experiencia compartida de estar agotados. No necesariamente necesitamos ser amigos íntimos o tener los mismos gustos. Lo que nos une -abunda el coreano- es la sensación común de estar abrumados por las exigencias de la vida moderna. En resumen, la idea es que en una sociedad donde la presión por rendir es tan alta que nos agota a casi todos, ese agotamiento compartido puede generar una conexión entre personas que no necesariamente comparten otros lazos tradicionales. Es una comunidad que surge de la fatiga común en lugar de la pertenencia o el parentesco.

Si traspolamos la teoría de Han a la Argentina y trazamos una analogía con la noción de sistema político en eclosión de Giacobbe, el resultado es claro: a dirigentes y votantes de la Argentina los une ahora un vínculo que va más allá de las ideologías (creencias, diría el filósofo en cuestión): la conexión es en base al hartazgo con las estructuras convencionales de poder político que poco hicieron para ofrecer soluciones sociales a gran escala, al menos en las últimas décadas. Ni peronistas ni radicales ni macristas lograron sostener el crecimiento económico, una baja en los índices de pobreza o indicadores de bienestar consistentes y abarcativos. La sociedad argentina se cansó.

En números del análisis político, según Giacobbe, las elecciones de este año se presentan en un escenario de tercios, con oscilaciones hacia arriba y hacia abajo. Uno que apoya a Javier Milei a cualquier costo, Otro a Cristina Fernández y a lo que ella diga, y a otras expresiones (PRO, radicales y partidos minoritarios), que son las que terminan definiendo para dónde se vuelca la balanza.

Con aroma a azahares

La estampida posdetonación del sistema político se percibe con claridad en la Ciudad de Buenos Aires. El mes próximo los porteños irán a las urnas para elegir a los legisladores de su distrito y las esquirlas prometen desparramarse por todo el país. En los pagos de los Macri, la dispersión de las fuerzas políticas tradicionales es notoria: radicales divididos, libertarios partidos e integrantes del PRO por bandas opuestas. Sólo a modo de ejemplo: el otrora delfín mediático de Milei Ramiro Marra se postula por la Ucedé y promete disputarle votos a La Libertad Avanza. A su vez, el vocero presidencial Manuel Adorni anunció que buscará una banca por el partido del presidente y pone en apuros al PRO de Mauricio, que a su vez supo traccionar votos para el jefe de Estado nacional. Y quien fuera el principal exponente de ese espacio para las presidenciales, Horacio Rodríguez Larreta, también buscará robarle voluntades al macrismo. Ni hablar del pase de bando de Patricia Bullrich y del quiebre radical con Martín Lousteau como figura en discusión.

Mucha contradicción y posible confusión para los votantes.

Esa indefinición muy probablemente se disemine a las provincias y, por supuesto, a Tucumán, con los matices propios y siempre exclusivos de nuestra peculiar tierra subtropical.

El libro de pases permanece abierto por estos lares en las principales fuerzas políticas, alguna de las cuales espera definiciones “nacionales” y otras que ya se acomodan por conveniencias o acuerdos diversos. En el primer lote está el peronismo, que aguarda conocer la estrategia de la presidenta del PJ para este distrito. De ello dependerá con qué sello saldrán los “sin peluca” y los conciliadores. Algo asoma con claridad al menos hasta este punto: es cada vez menos probable que el sector que comulga con Javier Noguera y los hermanos Yedlin -entre otros dirigentes con y sin cargos del justicialismo- aune posturas con el oficialismo amigable con Milei de Osvaldo Jaldo. Ni internas ni unidad.

Otro tanto sucede con el radicalismo, atento a los movimientos de Mauricio Macri. Como explicó la columnista Gaby Baigorrí, la disyuntiva es empoderar a Roberto Sánchez o sucumbir al sello libertario.

Esas son las parejas de baile que llevan el ritmo de la política tucumana, con varias más dando vuelta en la pista al son de la música que ellos tocan.

De regreso a Han, en el libro de la era de seres humanos cansados que tan bien explica, también se refiere a la idea de fragmentación: Para Ehrenberg, la depresión es la expresión patológica del fracaso del hombre tardomoderno en llegar a ser él mismo. Sin embargo, la depresión también se sigue de una pobreza de vínculos, que es una característica de la creciente fragmentación y atomización de la vida en la sociedad.

¿Será que puede extenderse a un panorama político donde las ideologías se han vuelto difusas, individualizadas y carentes de un proyecto colectivo unificador? ¿Y que en lugar de grandes bloques ideológicos cohesivos, se observa una dispersión de ideas y enfoques, dificultando la construcción de consensos y generando una sensación de falta de dirección o propósito común? ¿O que -siguiendo al filósofo- cada individuo o grupo político opera bajo su propia ideología fragmentada, contribuyendo a la dispersión general?.

Quizás, sólo quizás, las urnas ofrezcan algunas respuestas.

Informate de verdad Aprovechá esta oferta especial
$11,990 $3,590/mes
Suscribite ahoraPodés cancelar cuando quieras
Comentarios
Cargando...