

En los últimos días, las imágenes generadas por inteligencia artificial (IA), especialmente aquellas inspiradas en el estilo del Studio Ghibli (dueño de los mundos de “Mi vecino Totoro” o “El viaje de Chihiro”), se apoderaron de las redes sociales, y desataron un debate sobre la creatividad, la ética y el futuro del arte.
Es que mientras algunos abrazan esta tecnología como una herramienta que mejora la producción artística, otros la ven como una amenaza para el trabajo humano y para la autenticidad. Es el caso de Hayao Miyazaki, cofundador y director del Studio Ghibli.
La diseñadora gráfica y artista tucumana Natalia Trouvé es una de las voces en contra del uso de la inteligencia artificial cuando se trata de la imitación de contenidos de otros creadores. De acuerdo con Trouvé, la proliferación de imágenes generadas por IA que replican estéticas específicas no solo es un abuso, sino una señal preocupante de la falta de originalidad y esfuerzo creativo.
“Me parece bastante terrible que alguien ordene a un dispositivo: ‘Creá una imagen estilo Ghibli’, como está ahora muy de moda”, afirma. “Siento que habla muy mal de la humanidad, de su capacidad creativa, o sus deseos de hacer algo desde cero”, añade. Trouvé destaca el proceso laborioso detrás de la creación artística de Miyazaki, que puede pasar meses trabajando en una sola escena. Frente a esto, la posibilidad de generar una imagen en segundos le parece una banalización del arte.
“Más allá de que se logre velozmente, todo lo que hay detrás de esa creación tiene que ver con cosas como su capacidad de entender el mundo, su mirada, su pensamiento crítico, social, la lengua en la que ha crecido; todo eso hace que una persona llegue a crear determinada cosa. Y la IA es incapaz de replicar eso”, reflexiona.
Por eso, en su opinión el uso de la inteligencia artificial para replicar estilos ajenos es un robo de la creatividad del otro, y un proceso que priva al creador del acto mismo de hacer algo único.
Una herramienta
En contraparte, Bernardo Erlich, humorista gráfico y diseñador, tiene una visión más pragmática y optimista del uso de la IA.
En su opinión, la IA no es una amenaza, sino una herramienta que agiliza el proceso creativo y permite a los artistas centrarse en las partes más complejas de su trabajo.
“La IA proporciona una base sobre la cual después se puede complejizar la producción, permitiendo perder menos tiempo en tareas previas”, dice. En su caso, la utiliza con frecuencia; por ejemplo, para obtener datos o para generar esquemas de posiciones humanas en ilustraciones.
Lejos de ser una amenaza, Erlich la ve como una extensión de las herramientas tradicionales. “Creo que nos ayuda más de lo que nos daña”, concluye.
Evolución
Federico Lix Klett, comunicador y especialista en IA, remarca que la mejora en la calidad de las imágenes generadas por ella es un claro indicio de cómo esta tecnología está transformando la forma en que entendemos el arte.
“Hace un año, las imágenes generadas por esa tecnología tenían errores evidentes, pero hoy los modelos se superaron ampliamente”, explica. Así las IA, que antes producía diseños fácilmente identificables como artificiales, ahora crean ilustraciones casi indistinguibles de las humanas.
Lix Klett, no obstante, subraya que el cambio más significativo no es la sustitución de los trabajos creativos, sino la transformación del sentido del trabajo mismo. “Hoy un diseñador gráfico que no incorpore IA en su trabajo perderá competitividad”, advierte a la vez que señala que esta herramienta no reemplaza a los creativos, los convierte en “auditores expertos” de su propio trabajo.

Walter Rivas, ingeniero en sistemas y emprendedor tecnológico, agrega que actualmente, puede mezclar estilos, combinar cosas que no se hubiesen imaginado y sorprender con resultados visualmente impactantes. “Pero esa sorpresa no viene de la IA en sí, sino de la forma en que fue entrenada”, observa.
“Ahí es donde aparece un terreno interesante, donde la herramienta funciona como una especie de ‘chispa’ para descubrir nuevos caminos”, sostiene
De esta forma, mientras se discute si las inteligencias artificiales democratizan el arte o lo vacían de significado, este, en cualquiera de sus formas, continuará buscando su propio camino en esta era digital.