

Leonardo Rizo fue un diamante en bruto que nunca terminó de ser tallado. Una de esas promesas que, por distintos motivos, no llegó a brillar del todo. Pasó de soñar con ser un referente de San Martín a sumergirse en los clubes de la Liga Tucumana. Esa chispa que alguna vez despertó el interés de los captadores de talento se fue apagando poco a poco. No es una exageración: con 17 años había debutado en la Primera del “Santo”, frente a Sportivo Italiano, y todo indicaba que se ganaría un lugar en el equipo titular. Pero las lesiones, las decisiones técnicas y los altibajos de rendimiento le jugaron una mala pasada y terminaron por enterrar su sueño en La Ciudadela.
Hoy, a los 32 años, Rizo no le guarda rencor al fútbol. Al contrario, agradece todo lo vivido y sigue disfrutando del deporte, llevando con orgullo la “10” de Deportivo Aguilares en la espalda.
Rizo es simple, sincero y directo. Su vida alterna entre Trancas y Aguilares. La mayor parte de la semana la pasa en un hotel de la ciudad sureña para asistir a los entrenamientos del “Celeste”. Después de cada partido, viaja al norte de la provincia para visitar a su familia. “Tengo dos horas de viaje, pero me brindan todas las comodidades”, señala.
El mediocampista está asombrado por la movilización que genera el fútbol en la ciudad. Hace dos semanas disputó su primer clásico de Aguilares y quedó pasmado por la pasión de los hinchas de Deportivo Aguilares y Jorge Newbery. La caravana del “Celeste”, antes de ingresar al estadio, y el recibimiento de los “Aviadores” le erizaron la piel. La euforia, según él, le recordó a los mejores años vividos en La Ciudadela. “Apenas entramos a la cancha, le dije a un compañero que disfrutemos, porque esto es algo que no se vive en todos los clubes. Me hizo acordar mucho a lo que vivía en San Martín”, indica.
La cuenta pendiente
Rizo se define como simpatizante de San Martín. Llegó al “Santo” con 16 años, en 2009, tras un paso por las inferiores de Argentinos del Norte. Antonio “Turco” Apud lo asignó a la Sexta, y en menos de un año fue subido a la Primera liguista. Durante la pretemporada de 2010 empezó a mostrar sus condiciones, y Carlos Roldán lo hizo debutar el 18 de mayo frente a Sportivo Italiano. Según cuenta, su nombre había despertado el interés de algunos clubes de Primera y fue sondeado en más de una ocasión.
“Me acuerdo de que, en una práctica, había un hombre vestido raro y mis compañeros tenían la orden de dármela todo el partido. Recién después, por una nota en LA GACETA, supe que me estaba siguiendo Lanús, pero no se concretó porque el club pedía mucha plata. Hubo muchas oportunidades que se perdieron por cosas raras. Hoy los chicos tienen representantes, algo que en mi época no teníamos. Eso hubiera cambiado mucho las cosas”, reflexiona.
Rizo continuó en San Martín hasta la temporada 2017. La única excepción fue el campeonato 2013/14, cuando se fue a préstamo a Mitre de Santiago del Estero. Ese año, tras finalizar la participación en la Primera B Nacional, fue informado de que no sería tenido en cuenta para el próximo proceso y decidió rescindir su vínculo con el “Santo”, a pesar de que todavía tenía un año de contrato.
“En la última fecha me encontré con la sorpresa de que no íbamos a seguir ni yo ni varios compañeros. Nos descolocó. ¿Qué pasó? Lo desconozco. No iba a hacer problemas ni escándalos, pero ya estaba cansado. Había sufrido mucho manoseo durante varios años. En San Martín pasaba eso: usaban a los chicos del club cuando las papas quemaban. Siempre nos tocaba poner la cara a nosotros. Nunca me tocó jugar un partido tranquilo, siempre en situaciones tensas. Y ya más grande, uno se cansa. Me sentía usado. Así que, aunque me quedaba contrato, decidí rescindir porque no quería seguir en esa situación. Me quedó la espina de no haber disfrutado más los partidos”, cuenta.
La mala experiencia no apaga el cariño de Rizo por los hinchas de San Martín. El volante se siente agradecido con los fanáticos. “Muchas veces jugué porque ellos me pedían”, señala. Incluso ahora quiere retomar el vínculo con el “Santo” y llevar a su hijo a la cancha para que conozca La Ciudadela. “El otro día me crucé a ‘Turbo’ (Gonzalo Rodríguez) en la cancha de Deportivo. Fue una alegría inmensa volver a encontrarme con él, y le conté que quería volver a La Ciudadela para llevar a mi hijo a un partido. Quiero que él disfrute de toda esa locura y, por qué no, juegue en el club”, cierra.
Otra oportunidad fallida
Después de San Martín, Rizo intentó relanzar su carrera en Deportivo Madryn. Los planes tampoco salieron de la manera esperada en el “Aurinegro” y decidió volver a la provincia, tras el llamado de “Turco”, uno de sus mentores. Apud, esta vez, lo había convencido de sumarse a Atlético y soñaba con ganarse un lugar en Primera. Pero, apenas firmó el contrato, el volante asegura que “le cortaron las piernas”.
“A mí y a otros compañeros que ya habíamos estado en San Martín, nos metieron en una oficina y nos dijeron: ‘Ustedes vienen a jugar la liga, no aspiren a otra cosa’. Nos cortaron las piernas de entrada. Igual ya estábamos ahí y no nos quedaba otra que agachar la cabeza y trabajar. Tuvimos un par de prácticas con el plantel, pero ya sabíamos que no íbamos a poder aspirar a más”, cuenta.
Pese al cambio de vereda, Rizo asegura que casi no recibió reproches de los hinchas de San Martín. “Estaba expuesto a que algunos hinchas se enojen o insulten. Por suerte, no fueron muchos. Siempre me identifiqué con San Martín. Gracias a ellos soy lo que soy”, insiste.
Planes futuros
Más allá de los tropiezos, Rizo sigue sonriendo y disfruta del fútbol. Incluso planea realizar el curso de entrenador en los próximos meses y dedicarse a ese rol apenas se retire. “Eso es lo que tengo en mente. Espero algún día volver a San Martín, aunque sea desde otro lugar”, cierra, con la esperanza de que el fútbol le dé una revancha.