Cartas de lectores: Carlos “El loco” Arquez

Cartas de lectores: Carlos “El loco” Arquez
20 Junio 2025

Así lo conocíamos todos en Monteros. Con su personalidad avasallante y sus principios siempre a flor de piel. Con esa manera de ser con la que resultaba más fácil ganarse enemigos que amigos, desaconsejable “virtud” para dedicarse a la política, pero ciento por ciento auténtica. Aunque, lamentablemente, ese temperamento huracanado no fue suficiente para ganarle la batalla a esa maldita enfermedad, a la que le dio pelea todos los días en los últimos meses. Y esta semana nos dejó definitivamente. Y Monteros perdió a un gran referente, social y político. Sus primeros pasos en la vida pública como docente lo llevaron a ser un pionero, junto a sus hermanos, en la difusión del voley en esta ciudad, con lo que logró reconocimiento local y provincial, y luego a nivel nacional. Y ese mismo impulso, con su ideología peronista, lo colocó en el sillón de la intendencia monteriza en el período 1999/2003. Desgraciadamente, como siempre le recordábamos, le tocó bailar con la más fiera (no con la más fea) durante el convulsionado gobierno nacional finalizado en 2001. Pero aun así puso todo su talento y energías en tratar de que nuestro querido Monteros, a pesar de ello, sea un poquito mejor. Y siempre con sus principios y valores morales por encima de cualquier cosa, incluida su propia familia. Nunca dejaba pasar oportunidad para recordarnos que, en su gestión, de camino a San Miguel por asuntos varios, veía a su propio hijo esperando el colectivo en la parada para ir a la facultad… y de ninguna manera hacía detener el vehículo oficial para levantarlo. O cuando hizo multar a su propio hermano Manolo, por dejar su archiconocido “Torino” mal estacionado. O cuando era a este al primero al que le exigía los papeles de su sandwichería en regla para poder trabajar. Y siempre lo “criticábamos”, entre el asombro y las risas, por ese tipo de actitudes, pero él era así, un auténtico bicho raro de la vida y de la política. Cuando terminó su durísimo mandato de vacas flacas, por las condiciones económicas y sociales por todos conocidas, dejó el cargo con el único bien visible con el que entró y había hecho campaña: su inconfundible bicicleta, con la que se movía por todos lados, a menos que usara un remise. Nunca se consideró un ex intendente, orgulloso del cargo con el que había sido honrado por sus vecinos. Qué terrible diferencia con los que vinieron por detrás de él: ¡todos archimillonarios de tanto ejercer la función pública! Tristemente, su ejemplo no prendió en ningún (repetimos, ningún) dirigente de los que tenemos ahora, carentes de los principios y valores, que sobraban en el querido “Loco”. En la multitud que lo despidió sobrevolaron todos estos recuerdos, como merecido homenaje a su intachable (y lamentablemente breve) paso por esta vida. ¡Hasta siempre, querido profe… descansa en paz!

Ricardo Rearte  

ricardorearte333@gmail.com

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