Este Gobierno hizo una importante reducción de las retenciones a los productos agropecuarios, incluso llevando a cero productos de economías regionales como azúcar, algodón, arroz y vino, entre otros. Pero pareciera que la reduccion a la soja, maíz, trigo, sorgo y otros granos sería transitoria. Si las retenciones continúan o vuelven a subir sería un retroceso y un profundo desaliento a la producción agropecuaria, con la consiguiente reducción de las exportaciones, cuando lo que necesita el país son dólares genuinos. Las retenciones reducen el precio bruto a percibir por el productor, que es un contribuyente, y por lo tanto reduce, en una incidencia directa, la magnitud del impuesto a las Ganancias que debe tributar. Las retenciones no son coparticipables, el impuesto a las Ganancias sí lo es. La coparticipación asegura el federalismo real, mediante el flujo permanente y automático de fondos a las provincias. El efecto retenciones permite que haya discrecionalidad, “dadivas” -muchas veces interesadas, demagógicas y extorsionadoras-. Para muchos gobernadores es más fácil depender de la caja central que administrar con rigor y prudencia los fondos que pertenecen a la provincia. El ejercicio del poder fiscal discrecional en materia de derechos de exportación de parte del Estado nacional constituye una desnaturalizacion del sistema de coparticipacion tributaria federal. Pero es mucho lo que se está haciendo en materia de desregulaciones y de reducción de gastos para equilibrar el país. Y esto debe significar darle más oportunidades a todos los argentinos, para que se deje de poblar el conurbano bonaerense con ciudadanos del interior, que esperan crecer, cuando lo único que crece en esa zona es la pobreza, la desesperanza y la inseguridad. Con madurez política hay que seguir luchando para consolidar las condiciones y circunstancias que el mundo nos ofrece como país.
José Manuel García González
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