Cartas de lectores: El choque del tren y el ómnibus

Cartas de lectores: El choque del tren y el ómnibus
05 Julio 2025

La foto y el comentario del choque entre un tren y un ómnibus en la edición del 2 de julio trajo a mi memoria recuerdos de ese trágico día. Yo tenía 10 años y vivía a la par de la vía del tren, en calle Francia 105. Allí mi padre, Omar Rahman, tenía un almacén en la parte anterior de la vivienda. Ese día, hace ya 67 años, me acuerdo que hubo una conmoción, gente que se amontonaba en la calle, cuyo ruido y gritos escuchaba desde donde estaba dentro de la casa. Abrí la ventana que daba a la vía y detrás de los parlantes de hierro estaba tirada, boca arriba, una persona muerta. Era el ciclista que tuvo la mala suerte de pasar justo cuando el tren chocó al ómnibus, y, por supuesto, al quedar atrapado en el medio, perdió la vida instantáneamente. El tren arrastró un gran derecho al ómnibus en la empresa Lastenia, por la velocidad que traía y que no la aminoró porque el maquinista no sabía que las barreras estaban levantadas. Como era regla en estos casos, se confiaba en que los guardabarreras harían en su trabajo. En este caso no pasó así y se produjo el choque. Fue tremendo. El guardabarreras había ido a un baño precario que estaba casi a mitad de cuadra (al costado de las vías) y por eso no bajó las barreras. Habrá sido que no escuchó la campanilla que siempre sonaba para anunciar que venía un tren en camino, o que no tuvo tiempo para volver y bajar las barreras. El caso es que pasó esa desgracia. No recuerdo si hubo otros muertos o heridos, pero sí que fue el choque más tremendo que vi en mi infancia. Creo que fue a raíz de esto que pasó que luego los chóferes de ómnibus se detenían antes de pasar las vías para ver si venía el tren, en caso de qué las barreras estuvieran levantadas. Posteriormente hubo otros accidentes; otro en el que murió un niño de escasos años que cruzó la vía, justo cuando venía el tren, y lamentablemente murió atropellado. Pero allí nadie tuvo la culpa. Claro que la madre no tenía consuelo. Pero éstas son otras historias que acontecieron a posteriori y que las viví hasta los 26 años. A esa edad nos cambiamos a una casa propia y el barrio, con sus recuerdos, quedó ya solo en mi memoria. Por supuesto que de vez en cuando vuelvo al barrio para encontrarme nuevamente con mis recuerdos. Y es grato recordar.

Abraham Rahman                       

Brahimrahman@hotmail.com

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