Durante años, desde el asesinato de nuestro papá, el Juez de Menores Héctor Agustín Aráoz, fuimos espectadores silenciosos de mentiras y barbaridades que se dijeron en torno a lo sucedido. La carátula del crimen fue y es una ilusión de la verdad, crimen pasional. Era el camino más rápido y conveniente para dejar de lado el verdadero porqué del trágico destino de nuestro papá. Héctor Agustín Aráoz, en el ejercicio de sus funciones como juez de menores, descubrió una entramada red donde policías, menores liberados y drogas hacían su juego. Un oficio adulterado con su firma fue el desencadenante, en el que se ordenaba la libertad de un menor (información que salió a la luz durante el juicio oral año 2011). A partir de ahí, muchas cosas tomaron sentido, entendiendo por qué tanto el teléfono de su casa como del juzgado estaban pinchados; no podíamos llamarlo; era perseguido cuando salía de su vivienda, teniendo que dejar su vehículo en ciertos lugares para luego ser buscado por alguno de nosotros. Pero aun así no lograron intimidar al juez Aráoz, nuestro papá. El 26/11/2004 mandó a peritar las computadoras de la comisaría 3ª, de la cual sospechaba había salido el oficio adulterado. Horas después era asesinado en su propio domicilio (todo lo mencionado fue expuesto y documentado durante el juicio oral, año 2011). A veces nos preguntamos: ¿no hubiera sido más fácil para él mirar para otro lado, como hizo su entorno y contrariar sus valores? Pero no pudo; sus convicciones y esos valores, que hoy son nuestro legado, no lo dejaron. ¡Qué diferente hubiera sido la historia! ¿Y todavía hablamos de crimen pasional? Se trató de un hecho aberrante e injusto. Se fijó una pena a los culpables de su muerte: prisión perpetua para Alejandro Darío Pérez y es por eso que hoy pedimos a los que tienen este caso en sus manos que se aplique la pena ya dictada con la mayor celeridad posible, recordando que se trata de un asesino y que ya tiene el antecedente de haber burlado la seguridad de la provincia durante más de 10 años. A pesar dolor de todos estos años y mentiras, el amor de nuestro papá y sus valores, siguen intactos. Eso también será perpetuo.
Sus hijos: Agustín, Lucrecia, Joaquina, Mariano, Rodolfo, Solano, Josemaría, Jerónimo y Mercedes Aráoz Terán, y Lucrecia Terán
joaquina85@hotmail.com




















