El Día Nacional del Árbol
El árbol no solo embellece la ciudad con sus flores, sino que aporta múltiples beneficios; entre otros, absorben el CO2 -ayuda a reducir la concentración de gases-, regulan la temperatura en áreas urbanas y mejoran la calidad del aire. El Senasa garantiza la producción de árboles nativos sanos, lo que fortalece la conservación de la biodiversidad y fomenta el arbolado urbano.
El 29 de agosto se celebró en nuestro país el Día Nacional del Árbol. A raíz de esta efeméride, resulta necesario reflexionar sobre la importancia de la forestación y de la protección de las especies arbóreas nativas y exóticas que forman parte de nuestra identidad y de nuestro patrimonio natural.
A la fecha ya podemos visualizar y disfrutar de las floraciones de los lapachos rosados y blancos, y de las diferentes floraciones de bahuinas que están presentes en las calles y en las plazas de Tucumán. En pocos días se sumarán las floraciones de los lapachos amarillos, de los tarcos, de los ibirá pitá y de los demás arboles de la provincia.
Una interesante nota publicada por el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa) hace referencia a la importancia de los árboles en la vida cotidiana, y a los porqués deben ser protegidos.
La publicación indica que la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés) impulsa la concientización mundial sobre la importancia de proteger las plantas para combatir el hambre, para reducir la pobreza y para fomentar el desarrollo económico. Enfatiza, además, que las plantas son esenciales para la vida, debido a que generan el oxígeno que respiramos.
En esa línea, el Senasa pondera los beneficios que brindan los árboles: absorben el CO2, lo que contribuye significativamente a reducir la concentración de gases; regulan la temperatura en áreas urbanas. Pueden disminuir la temperatura del aire entre 2° C y 8° C, ayudando a combatir el efecto de calor urbano generado por el concreto, y mejoran la calidad del aire: filtran contaminantes como monóxido de carbono, óxidos de nitrógeno, ozono y óxidos de azufre, además de partículas finas como polvo o humo.
También generan hábitats y alimentos para otras plantas y animales; proporcionan alimentos, madera y energía, esenciales para poblaciones rurales y urbanas; ayudan a reducir inundaciones y a evitar la erosión del suelo; regulan el ciclo del agua y protegen los recursos hídricos, evitando la desertificación y degradación del suelo.
La Argentina cuenta con una amplia diversidad de árboles nativos que enriquecen su geografía. En el norte, se destacan especies como los lapachos, de flores rosadas o amarillas, que embellecen las ciudades y forman parte de bosques subtropicales junto a quebrachos y a algarrobos, fundamentales para las comunidades rurales y para el equilibrio de los ecosistemas chaqueños y áridos.
En la región pampeana y central, los espinillos representan una especie resistente, asociada tanto a usos ornamentales como a la restauración de ambientes degradados. Hacia la cordillera patagónica, especies como las lengas y otros Nothofagus constituyen la base de los bosques templados australes, mientras que el pehuén o araucaria araucana, emblema de la Patagonia andina, posee además un valor cultural, alimenticio y ancestral para los pueblos originarios.
Cada una de estas especies refleja la riqueza biológica de nuestro territorio y la necesidad de protegerlas frente a amenazas fitosanitarias que pueden comprometer su regeneración y permanencia. En este sentido, el Senasa, mediante su accionar en viveros y el control de movimientos de plantas mediante el Documento de Tránsito Vegetal electrónico (DTV-e), cumple una función estratégica en la prevención de plagas y en la promoción de un desarrollo sustentable del sector viverista y forestal.
El Programa Nacional de Sanidad de Material de Propagación, Micropropagación y/o Multiplicación Vegetal del Senasa es una herramienta clave para cuidar la producción, trazabilidad y sanidad de los viveros que abastecen al sector forestal y ornamental en todo el país.
Rol central
Cumple un rol central en la prevención y control de plagas que pueden afectar la producción y el ambiente, asegurando que los viveros trabajen bajo condiciones fitosanitarias adecuadas. Esto adquiere especial relevancia cuando se trata de especies autóctonas, cuya conservación y propagación resultan esenciales para la protección de los ecosistemas y el fortalecimiento de corredores biológicos que sostienen la biodiversidad, indican desde el organismo nacional.
La producción de árboles nativos sanos no solo fortalece la conservación de la biodiversidad y la resiliencia de los ecosistemas, sino que también genera beneficios sociales ya que fomenta el arbolado urbano, mejora la calidad de vida de la población, contribuye a la mitigación climática y favorece el arraigo cultural en cada región.
El Senasa llama a comprometerse con la protección vegetal y con el trabajo que hacen los viveristas, instituciones y comunidades para contribuir a que las generaciones futuras continúen disfrutando de la belleza, los servicios ambientales y el valor cultural de nuestros árboles autóctonos.
Todo lo que se hace en pos de mantener, conservar y aumentar los arbolados urbanos y naturales de nuestros montes es en beneficio de todos.





















