DIPUTADO. Antes de ser Gobernador, Próspero Mena pasó por el Congreso.
Suele suponerse que durante los tiempos de la organización nacional, cuando gobernaba la llamada “Generación del 80”, el país transitaba plácidos senderos de calma política y prosperidad económica. Pero las cosas fueron muy distintas, al punto de que dos Presidentes debieron renunciar, fagocitados por sendas crisis. El primero fue Miguel Juárez Celman, de quien nos ocupamos en el capítulo anterior. Esta vez nos toca analizar el período 1892-1898 y resultó Luis Sáenz Peña el mandatario que dio el portazo, devorado por el frente externo -la revolución armada del radicalismo- y el interno -la quita del respaldo del Partido Autonomista Nacional-. Julio Argentino Roca y Carlos Pellegrini, artífices del poder tras bambalinas, forzaron la dimisión de Sáenz Peña en enero de 1895, por lo que al período lo completó su vice, el salteño José Evaristo Uriburu.
En medio de semejantes turbulencias se celebraron dos elecciones de medio término. En la primera, el 22 de julio de 1894, Tucumán renovaba tres bancas y dos fueron para figuras a las que ya nos referimos en profundidad en esta serie: Marco Aurelio Avellaneda y Eliseo Cantón, quienes afrontaban nuevos mandatos en la Cámara Baja. El escaño restante quedó en manos de Próspero Mena, futuro Gobernador de la provincia.
Tanto desde el Congreso como en el Poder Ejecutivo, Mena se enfocó en solucionar los problemas sanitarios de la capital, básicamente con la construcción de la red de agua potable. Pese a que no sobraban los recursos dejó varias obras importantes, y cuando Lucas Córdoba lo sucedió en la gobernación se encontró con dinero en efectivo en el Tesoro. Años más tarde, Mena llegaría a ser presidente de la Corte Suprema tucumana.
Dos bancas
En cuanto a la segunda elección de medio término de aquel período, se la convocó para el 8 de marzo de 1896 y fueron dos las bancas que renovó Tucumán. Una de ellas fue para Pedro Lacavera, cuyo apellido original era Lacaberatz. La otra le correspondió a Fabio López García.
Al igual que Eliseo Cantón, Lacavera era médico -además, cuñado de Próspero Mena-. De su paso por el Congreso se recuerdan sus proyectos de regulación para el ejercicio de la medicina y de la farmacia. Radicado en Buenos Aires, llegó a ser decano de la Facultad de Medicina de la UBA y director del Hospital de Clínicas.
López García, en tanto, era un abogado distinguido y de amplia carrera política, incluso mucho después, ya en tiempos de Hipólito Yrigoyen como Presidente de la Nación.






















