La revolución silenciosa del agro: cómo el campo puede cambiar el modelo económico y sacar al país del estancamiento
“Dentro de 20 años, cuando miremos hacia atrás, vamos a ver que el campo habrá dado un salto hacia una industrialización sofisticada. Y esa transformación, en gran parte, será biológica”. La frase de Roberto Bisang, economista y especialista en agronegocios, resumió la esencia de su exposición durante el ciclo “Encuentros LA GACETA”, esta vez con foco puesto en el Campo y la Agroindustria. En diálogo con la periodista Carolina Servetto, el académico planteó un desafío profundo: dejar atrás un modelo agotado y construir otro basado en la bioeconomía, capaz de impulsar el desarrollo federal y sostenible que Argentina necesita.
El encuentro se desarrolló en un contexto de cambios políticos y económicos, donde las elecciones legislativas despejaron el panorama de corto plazo y encendieron la expectativa de crecimiento. En ese escenario, el campo y la agroindustria reclaman protagonismo en la agenda de reformas. “El dilema central de hoy es que la estructura productiva argentina ya no resiste. Hace 30 años que giramos en círculos, incorporamos recursos naturales como Loma de la Lata o Vaca Muerta, nos endeudamos, y sin embargo seguimos sin cambiar la matriz de desarrollo”, sostuvo Bisang.
El economista identificó cuatro problemas estructurales que frenan el crecimiento: la pérdida de motores industriales tradicionales, la concentración poblacional en conurbanos empobrecidos, la falta de sectores tecnológicos dinámicos y la urgencia ambiental. “Nos faltan motores de desarrollo como los de los años 60 o 70. Además, la sustitución industrial vació el interior y llenó las ciudades. El campo puede ser el punto de partida para revertir ese desequilibrio”, explicó, antes de advertir que la sostenibilidad ya no es una opción, sino una condición.
Roberto Bisang, economista y especialista en agronegocios. LA GACETA/FOTO DE OSVALDO RIPOLL
Ante la consulta de Servetto sobre cómo encarar este cambio, Bisang propuso mirar el futuro con una hoja de ruta flexible. “No se trata de un plan rígido, sino de elegir un camino común. Argentina tiene márgenes para reinsertarse en un mundo cambiante. Si consensuamos hacia dónde queremos ir, el campo puede ser el motor de ese salto”, señaló.
Con su característico sentido pedagógico, describió lo que llama el “campo Extra Large”: un entramado que va mucho más allá de la producción primaria y que integra genética, biotecnología, servicios y energía. “No estamos hablando de soja, maíz o caña de azúcar solamente. Hay más de 260 ecosistemas productivos posibles, con una base genética enorme y una red de instituciones científicas que conocen de microorganismos, de edición génica, de nuevos materiales. Ahí está el futuro”, enfatizó.
Bisang también situó la transformación del agro en el marco de una revolución tecnológica global. “Estamos ante un cambio copernicano: inteligencia artificial combinada con biotecnología. En 180 días de pandemia hubo nueve vacunas, ocho de ellas con tecnologías disruptivas. Dos se desarrollaron, total o parcialmente, en Argentina. Eso demuestra que el conocimiento local existe y que podemos llegar temprano a esta nueva era”, subrayó.
Al ser consultado sobre el papel de los productores, el economista se detuvo en redefinir el concepto. “Ya no hablo de productor agropecuario, sino de decisor agropecuario. Son actores que integran cadenas de valor complejas, que piensan en cómo aprovechar cada parte del cultivo, desde la mazorca hasta el bagazo, para generar bioenergía o bioplásticos. Gestionan fábricas a cielo abierto con materia viva. Esa es la nueva industria que la Argentina debe asumir”, explicó.
Según Bisang, este cambio de paradigma requiere políticas que integren el potencial local con un desarrollo inclusivo y federal. “Tenemos un entramado de más de 30.000 empresas prestadoras de servicios, cientos de pymes que agregan valor en origen y jóvenes innovadores que aplican drones, genética o inteligencia artificial. Esa red ya existe; sólo necesita reglas claras y visión estratégica”, afirmó.
Mirar hacia las regiones para transformar el país
En los minutos finales de la entrevista, Bisang fue contundente al reflexionar sobre el papel de las regiones y el vínculo con el Estado: “La política del futuro será regional. Así como el estado de Paraná o Iowa marcan la agenda agroindustrial en sus países, nuestras provincias deben liderar la bioeconomía. Nación, provincias y municipios tienen que coordinarse; la crisis nos obliga a hacerlo. En griego, crisis significa cambio. Y llegamos al punto en que no cambiar ya no es posible”.
El cierre selló una exposición que combinó diagnóstico, optimismo y desafío. Para Bisang, el campo argentino está frente a una oportunidad histórica: dejar de ser visto sólo como proveedor de granos y convertirse en la base de una bioindustria innovadora, sustentable y federal. “Soy optimista, porque el campo ya empezó a moverse en esa dirección. Ahora necesitamos que el país lo acompañe”, concluyó.
Esta edición de Encuentros La Gaceta sobre Campo y Agroindustria contó con el acompañamiento de empresas e instituciones destacadas del sector: Apronor (Asociación de Productores Agrícolas y Ganaderos del Norte), Arca Continental Argentina, EEAOC (Estación Experimental AgroIndustrial Obispo Colombres), Grupo Zafra, INGENIOS, IPAAT (Instituto de Promoción del Azúcar y Alcohol de Tucumán), Movimiento CREA, Paltas del Timbó, RICSA S.A, SRT (Sociedad Rural de Tucumán), TS OASIS y Zamora Citrus























