Cada 3 de diciembre, el calendario litúrgico recuerda a San Francisco Javier, uno de los grandes misioneros de la historia de la Iglesia católica y figura central del santoral de esta fecha. Viajero incansable, intelectual brillante y cofundador de la Compañía de Jesús, su vida se convirtió en un símbolo de entrega, coraje y expansión cultural.
Un navarro que se volvió universal
Francisco de Jaso y Azpilicueta nació en 1506 en el castillo de Javier, en Navarra, y fue durante sus años de formación en París donde conoció a Ignacio de Loyola. Junto con él y un reducido grupo de estudiantes, fundó en 1534 la Compañía de Jesús, una orden que muy pronto adquirió un rol central en la enseñanza y la evangelización.
Pero sería lejos de Europa donde su nombre quedaría grabado para siempre: primero en la India, luego en Indonesia y más tarde en Japón, regiones a las que llegó tras viajes extenuantes —en muchos casos, de años— atravesando mares, idiomas y costumbres desconocidas.
El misionero del Oriente
Su trabajo en Goa, Malaca, las Molucas y Japón lo convirtió en una figura de enorme influencia: aprendió lenguas locales, convivió con comunidades de castas bajas y estableció escuelas y hospitales. Su intento final de llegar a China, donde esperaba abrir una misión estable, fue truncado por la enfermedad. Murió en 1552 en la isla de Shangchuan, frente a la costa china, con apenas 46 años.
Su figura fue canonizada en 1622 y, siglos más tarde, proclamado patrono de las misiones y de los misioneros.
Otros santos y beatos del día
Aunque San Francisco Javier es el protagonista principal del santoral del 3 de diciembre, la liturgia también recuerda a otras figuras:
•San Casiano de Tánger, mártir cristiano del siglo IV, ejecutado por negarse a renunciar a su fe.
•Santa Bibrádea, abadesa irlandesa cuya vida, envuelta en tradición hagiográfica, destaca por su austeridad y piedad.
•Beato Eduardo Coleman, sacerdote inglés del siglo XVII, ejecutado durante las persecuciones anticatólicas.
Una fecha que trasciende lo religioso
Para muchas comunidades, el 3 de diciembre trasciende el aspecto devocional y se convierte en una jornada de reflexión sobre el diálogo intercultural, el impacto de la misión educativa y la expansión del conocimiento en territorios lejanos. En varias provincias y diócesis, es también un día de celebraciones populares, misiones urbanas y actividades solidarias.
Con su vida itinerante y su vocación pedagógica, San Francisco Javier sigue siendo una figura que invita a pensar el cruce entre culturas y la apertura al otro, en un mundo que todavía debate sus propias fronteras, físicas y simbólicas.





















