Un testigo sembró más dudas con sus palabras

El hombre, que trabajaba para el magistrado, advirtió que la imputada Ema Gómez fue la autora del homicidio durante un concurrido asado. El defensor de dos de los imputados fue quien pidió que se tomara la declaración. Pero los otros abogados no le creyeron La fiscala Juana Prieto de Sólimo (foto) indagó a Matías Villafañe tratando de encontrar contradicciones. "El testigo cuenta horas exactas del día del crimen", comentó irónicamente.

LOOKEADA. Ema Gómez concurrió ayer a la audiencia con un vestido animal print, saco, zapatos y cartera negra. LA GACETA / FOTOS DE ANALIA JARAMILLO LOOKEADA. Ema Gómez concurrió ayer a la audiencia con un vestido animal print, saco, zapatos y cartera negra. LA GACETA / FOTOS DE ANALIA JARAMILLO
10 Marzo 2011
Dice que el juez Héctor Agustín Aráoz lo quería como un hijo. Según la declaración que dio ayer, durante seis años calló lo que pasó el 26 de noviembre de 2004, porque tenía miedo. Pero ahora quiere que se conozca la verdad, y habló en el debate oral. Matías Villafañe dijo al Tribunal que la homicida es Ema Hortensia Gómez, y que el día del crimen se realizó en la casa de avenida Aconquija 2.950 un asado.

Al inicio del juicio oral, el abogado Gustavo Morales, defensor de Darío Pérez y Andrés Fabersani, afirmó que habían tomado conocimiento de un testigo, que conocía lo que sucedió con el juez. Morales solicitó que sea incorporado como nuevo testigo, y el tribunal aceptó.

Aráoz murió de un shock hipovolémico luego de recibir nueve balazos. El fiscal de Instrucción, Guillermo Herrera, cree que Pérez y Gómez fueron los homicidas, y que el móvil del crimen es pasional. Los ex policías de Banda del Río Salí, Rodolfo Domínguez, Fabersani y Rubén Albornoz fueron imputados de los delitos de encubrimiento agravado e incumplimiento de los deberes de funcionario público.

Villafañe contó que ese día celebraron el cumpleaños de una empleada del Juzgado de Menores II, cuyo titular era Aráoz. El testigo enunció por lo menos a unas 10 personas que estuvieron esa tarde. "Ema Gómez llegó como a las 15.30. Se sentó a la par del juez, y como estaban tocando la guitarra, se puso a bailar", comentó Villafañe. Esa situación, según el testigo, molestó a Aráoz, que le hizo señas a la mujer. "Me levanté al rato a buscar un vino y vi que ellos discutían y que el juez le pegó", afirmó. Después escuchó unos ruidos que creyó que eran bombas. Más tarde, dijo, Gómez salió de la casa y el resto se fue. "Ella es la única que quedó en la casa", contó. Villafañe aclaró que es sordo de nacimiento del oído derecho, y que utiliza un audífono en la oreja izquierda. Además, pidió que le hablen mirándolo directamente, ya que necesita leer los labios para entender cabalmente lo que le dicen.

Salvo el relato sobre el asado, Villafañe cayó en varias contradicciones en el interrogatorio. Fabersani había dicho a la mañana que veía seguido al testigo, pero este dijo al principio que solamente había visto al ex policía cuando lo había ido a buscar para que cuente lo que sabía. Fabersani dice que investigó lo que había pasado ese día, y que de esa manera llegó hasta Villafañe.

La fiscala de Cámara Juana Prieto de Sólimo lo acorraló, y terminó reconociendo que desde hace un mes vive en la casa de la madre de Fabersani. "Cometí un error porque tengo miedo", es excusó. Incluso admitió que el abogado Morales le había mostrado el expediente.

Además, dijo que en la casa había una piscina redonda y que el sacó el vino de un freezer. "La pileta de la casa de Aráoz es rectangular, y la heladera del juez no tenía freezer", le dijo la representante de la acción civil, Dolores Leone Cervera. Luego afirmó que el juez vestía pantalones vaqueros, pero cuando lo encontraron tenía puesto un short, según consta en el expediente. Así, Villafañe insertó una nueva hipótesis en el juicio por la muerte del juez Aráoz, pero por sus contradicciones y por la forma en la que llegó al estrado, de la mano de uno de los defensores, dejó muchísimas más dudas que certezas.

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