Por Carlos Páez de la Torre H
18 Octubre 2011
EUSTOQUIO DÍAZ VÉLEZ. Mausoleo que guarda sus restos, en el cementerio porteño de la Recoleta. LA GACETA / ARCHIVO
En un momento más riesgoso de la Batalla de Tucumán, el 24 de setiembre de 1812, correspondió al mayor general Eustoquio Díaz Vélez tomar una decisión crucial. Si bien las tropas patriotas habían roto en tres puntos la línea enemiga, el general realista Pio Tristán estaba armando un martillo sobre la izquierda, maniobra de pésimo presagio.
Díaz Vélez no podía comunicarse con el general en jefe, Manuel Belgrano, arrastrado hasta Los Aguirre por el desbande de su ala izquierda.
Entonces, decidió replegarse a la ciudad, llevando más de la mitad de la artillería enemiga capturada y medio millar de prisioneros. Como es sabido, Tristán no se atrevió a entrar, y la noche del 25 decidió retirarse a Salta. Así, la acción había sido ganada, al detener y dañar gravemente el avance de los realistas y obligarlos al repliegue.
Díaz Vélez tenía entonces 30 años. Era porteño. Su padre, Francisco Díaz Vélez era un rico hacendado, y su madre, Petrona Aráoz, era tucumana. Actuó destacadamente en la reconquista y en la defensa de Buenos Aires, en 1806 y 1808. En el Ejército del Norte, además de la batalla de Tucumán, estuvo en las acciones de Suipacha, Huaqui, Salta, Vilcapugio y Ayohuma. Fue más tarde teniente de gobernador de Santa Fe y gobernador interino de Buenos Aires en 1818. Peleó contra Rosas en la Revolución del Sur. Tuvo que sufrir una larga prisión, con el saqueo de sus propiedades, y gracias al cónsul norteamericano fue liberado. Emigró entonces a Montevideo, y regresó al país después de Caseros. Este distinguido militar de la Independencia y de las guerras civiles murió en Buenos Aires, el 1 de abril de 1856.
Díaz Vélez no podía comunicarse con el general en jefe, Manuel Belgrano, arrastrado hasta Los Aguirre por el desbande de su ala izquierda.
Entonces, decidió replegarse a la ciudad, llevando más de la mitad de la artillería enemiga capturada y medio millar de prisioneros. Como es sabido, Tristán no se atrevió a entrar, y la noche del 25 decidió retirarse a Salta. Así, la acción había sido ganada, al detener y dañar gravemente el avance de los realistas y obligarlos al repliegue.
Díaz Vélez tenía entonces 30 años. Era porteño. Su padre, Francisco Díaz Vélez era un rico hacendado, y su madre, Petrona Aráoz, era tucumana. Actuó destacadamente en la reconquista y en la defensa de Buenos Aires, en 1806 y 1808. En el Ejército del Norte, además de la batalla de Tucumán, estuvo en las acciones de Suipacha, Huaqui, Salta, Vilcapugio y Ayohuma. Fue más tarde teniente de gobernador de Santa Fe y gobernador interino de Buenos Aires en 1818. Peleó contra Rosas en la Revolución del Sur. Tuvo que sufrir una larga prisión, con el saqueo de sus propiedades, y gracias al cónsul norteamericano fue liberado. Emigró entonces a Montevideo, y regresó al país después de Caseros. Este distinguido militar de la Independencia y de las guerras civiles murió en Buenos Aires, el 1 de abril de 1856.




















