27 Enero 2013
De acuerdo a los guarismos del Censo 2001 -todavía no se desglosaron los registros poblacionales obtenidos en 2010-, la comuna de Las Talas es la más pequeña del departamento de Leales: con 850 habitantes, figura entre las 15 más chicas de la provincia.
Esta cualidad de "pueblo chico" no le resulta un "infierno grande" a René "Chichí" Paliza, un empleado de años de la comuna. "Es bastante tranquilo el pueblo; nos conocemos todos. Al ser chico, aquí compartimos el velorio y el casamiento; las alegrías y las tristezas de uno son las de todos, porque nos hemos criado todos juntos. Hay respeto", dice. En especial, destaca que los más chicos se encuentran contenidos. "En un pedazo de tierra que prestan los vecinos se hizo una cancha. Los chicos tienen allí una pileta, van a la escuelita de verano, tienen talleres, juegan. En invierno hay hockey y básquet; la comuna paga una profesora de educación física y un profesor de danzas folclóricas", explica.
Pero la visión de Paliza no es la de otros vecinos, que prefieren mantener sus nombres anónimos. El motivo del pedido salta a la vista cuando enumeran los principales problemas que se viven allí: "el 90% de la gente vive de la comuna, de alguna o de otra manera; o porque forman parte de la planta permanente, o porque están contratados, o porque reciben algún beneficio". Explican que, salvo en el caso de la caña de azúcar, no hay otra fuente laboral. Agregan que en la localidad no hay una escuela secundaria, ni recreación para los adolescentes. "Ya comenzó a verse algo de droga; y hace unos años se vivió una ola de asaltos", denuncian.
Esta cualidad de "pueblo chico" no le resulta un "infierno grande" a René "Chichí" Paliza, un empleado de años de la comuna. "Es bastante tranquilo el pueblo; nos conocemos todos. Al ser chico, aquí compartimos el velorio y el casamiento; las alegrías y las tristezas de uno son las de todos, porque nos hemos criado todos juntos. Hay respeto", dice. En especial, destaca que los más chicos se encuentran contenidos. "En un pedazo de tierra que prestan los vecinos se hizo una cancha. Los chicos tienen allí una pileta, van a la escuelita de verano, tienen talleres, juegan. En invierno hay hockey y básquet; la comuna paga una profesora de educación física y un profesor de danzas folclóricas", explica.
Pero la visión de Paliza no es la de otros vecinos, que prefieren mantener sus nombres anónimos. El motivo del pedido salta a la vista cuando enumeran los principales problemas que se viven allí: "el 90% de la gente vive de la comuna, de alguna o de otra manera; o porque forman parte de la planta permanente, o porque están contratados, o porque reciben algún beneficio". Explican que, salvo en el caso de la caña de azúcar, no hay otra fuente laboral. Agregan que en la localidad no hay una escuela secundaria, ni recreación para los adolescentes. "Ya comenzó a verse algo de droga; y hace unos años se vivió una ola de asaltos", denuncian.
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