Al ilusionista le faltaron trucos para conseguir lo que vino a buscar: un éxito deportivo. El ciclo de Ramacciotti en San Martín empezó mal y terminó peor. El DT decidió quedarse a pesar de que Emilio Luque, el presidente que lo contrató, renunció el día que lo presentó. Con sus palabras intentó hechizar a los "santos", pero de la boca para afuera, ya que dentro del campo, el equipo no encantó a nadie. Razones suficientes para que se rompiera la magia y, por más conjuro que utilizara, dirigentes y simpatizantes le pidieron a gritos su renuncia. Tampoco hubo Mandrake que lo hiciera desaparecer.

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