Por qué Bergoglio eligió llamarse eligió Francisco

Para ocuparse de pobres y humildes. El santo de Asís nació en Italia y fue el fundador de la orden de los franciscanos.

14 Marzo 2013
La televisión no deja de recalcar el detalle de que el cardenal Jorge Mario Bergoglio llegó caminando al Cónclave que tras dos días de sesiones lo proclamaría Papa. La austeridad es uno de los rasgos salientes de la vida del Pontífice. Tras ser electo por sus pares y de recibir las felicitaciones de rigor el cardenal debe responder si acepta hacerse cargo de la Iglesia de Cristo. Cuando escuchó de labios del cardenal Giambattista Dean King: "¿Quo nomine vis vocari?" o "¿Con qué nombre quieres ser llamado?" Bergoglio respondió: "vocabor Franciscus" ,"Me llamaré Francisco".

"Lo eligió por San Francisco de Asís, ya que ocuparse de los pobres y de los humildes será su trabajo", reveló el cardenal estadounidense Timothy Dolan al diario italiano "La Reppublica".

Se había especulado también con una elección basada en la figura de San Francisco Javier, colaborador de San Ignacio de Loyola en los primeros tiempos de la Compañía de Jesús. Otro Francisco potencialmente inspirador es San Francisco Solano, quien repartió su tarea evangelizadora por nuestro continente y pasó por Tucumán: en la zona de Trancas obró el milagro de hacer brotar agua en un terreno árido. Hasta existe allí el "Pozo del pescado".

El santo de Asís nació en Italia y fue el fundador de la orden de los franciscanos y de la orden de las monjas clarisas, caracterizadas ambas por su voto de pobreza. Se dedicó a predicar con el ejemplo y por eso renunció a los bienes terrenales heredados de su padre y se entregó de lleno al apostolado y a la vida sencilla.

Tras recorrer un largo camino jalonado por la pobreza, el amor a la naturaleza y a todos los seres vivientes logró que el Papa Inocencio III aprobara la fundación de la orden.

Recién en el siglo X comenzaron los Papas a elegir el nombre con el que asumirían la conducción de la Iglesia. Hasta ese momento mantenían el del bautismo.

El Pontífice que inauguró la tradición fue Bruno de Carintia, en 966. Él renunció a su nombre y pasó a llamarse Gregorio V. Hubo algunos antecedentes aislados. Por ejemplo, el Papa Mercurio se sentó en el trono de Pedro como Juan II (533-535). Es que no deseaba llamarse como un dios pagano (Mercurio era la deidad romana del comercio).

Hay un nombre que ningún Papa se atrevió a tomar: el de Pedro, el primero de todos y fundador de la Iglesia. Más allá de las numerosas advertencias proféticas que hablan de que Pedro II será el último Pontífice, la verdadera razón pasa por el respeto al apóstol y el peso que implicaría llamarse como él.

Más allá de las denominaciones más comunes (ver "Los nombres más elegidos...") otros nombres usuales fueron Sixto (5 veces), Martín (5), Nicolás (5), Celestino (5), Anastasio (4) y Honorio (4).

Algunos nombres -casi todos provenientes de la antigüedad y el medioevo- son curiosos: Adeodato, Agapito, Dámaso, Gelasio (en esos casos hubo dos), Lino, Anacleto, Telésforo, Sotero, Eleuterio, Ponciano, Antero, Eutiquiano, Melquíades, Siricio, Zósimo, Símaco, Vitaliano, Dono, Agatón, Conón, Sisino, Formoso y Landón.

Hubo que esperar casi 2.000 años -hasta 1978- cuando se adoptó el primer nombre combinado. Albino Luciani sorprendió al mundo cuando decidió llamarse Juan Pablo. Su pontificado duró apenas 33 días, uno de los más breves de la historia. Le alcanzó para suprimir el rito de la coronación papal. El polaco Karol Wojtyla se llamó Juan Pablo II en su honor.

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