Harto de los robos de su hijo, lo denunció

Un vecino del barrio Toledo, que ya sacó 10 veces a su hijo de la comisaría, relató cómo es convivir con un adicto a las drogas. El sábado a la mañana, sorprendió al joven de 26 años robando en una pollería. Lo encerró en su pieza y llamó a la Policía

DESILUSIONADO. Manuel recorre cada rincón de la humilde casilla en la que vive y señala los daños que ocasionó su hijo, cegado por las drogas. LA GACETA / FOTO DE DIEGO ARAOZ DESILUSIONADO. Manuel recorre cada rincón de la humilde casilla en la que vive y señala los daños que ocasionó su hijo, cegado por las drogas. LA GACETA / FOTO DE DIEGO ARAOZ

"Ustedes me tienen que ayudar, por favor", suplicaba Manuel desde la puerta de la casilla donde convive con el mayor problema de su vida: su propio hijo. El sábado lo sorprendió robando y no dudó en entregarlo a la Policía. "He tenido un problema muy grande con él, ya lo he sacado las más de 10 veces que ha estado preso, he puesto mi cara y he pagado... pero estoy cansado", explicó el hombre de 59 años.

Manuel no pudo contener el llanto en toda la entrevista. Lloraba de bronca, de impotencia y de desilusión. Su hijo Ramón tiene 26 años y es adicto al "paco". Hoy está aprehendido en el calabozo del Área Investigativa de la seccional 4°. "Me ha defraudado como hijo", repetía su padre, una y otra vez.

En un hogar humilde con tres habitaciones del barrio Toledo viven Ramón, su papá, su hermana, su cuñado, su primo y sus cuatro sobrinos. Todos ellos dicen que han sufrido los ataques de violencia del joven adicto. "Ya me ha robado manteles, una garrafa, ropa, sillas... todo para comprar droga", relató Manuel. Y abrió la puerta de su pequeño dormitorio con piso de tierra para mostrar el candado que protege sus pocas prendas de vestir dentro de un ropero avejentado. "No puede ser que yo pierda mi casa y lo poco que tengo por culpa de él", expresó como en un intento de librarse de la culpa y el dolor por haber entregado a su hijo.

Al lado de su casa

Eran las 6 del sábado y llovía. Pero un vecino sacó a Manuel de la cama de un salto. "Vino a decirme que Ramón estaba robando otra vez". El hombre salió corriendo y sorprendió a su hijo sacando una balanza de la pollería que funciona al lado de su casa.

"Lo he hecho re c... y lo he encerrado en la pieza para que no se escape", contó Manuel, apenado por su reacción, pero convencido de haber hecho lo correcto. Mientras cuidaba que Ramón no saliera, mandó a un amigo a llamar a la Policía. "Vos vas a devolver la balanza que has sacado", le repetía a su hijo desde afuera. "Al final, la chica (dueña de la pollería) no quiso hacer la denuncia, por mí", agregó avergonzado.

Manuel nunca pudo ir a la escuela. Vive con la pensión que cobra por su esposa fallecida hace ocho meses y con los pocos pesos que recibe por las "changuitas" que hace en el Mercofrut. Durante la semana, se levanta a las 5 y sale empujando su carro para ganarse su pan y el de su familia.

En la casa todos trabajan, algunos lustran zapatos y otros hacen tareas de albañilería. Todos menos Ramón. Antes también trabajaba en el Mercofrut pero "se hizo correr" -según su padre- "cuando comenzó a consumir drogas y a robar. Ahora duerme todo el día y pasa las noches haciendo daño".

"La última vez"

El "paco" sedujo a Ramón hace cuatro años, aproximadamente. Su papá le atribuye ese comportamiento a las "malas amistades". Pero el robo del sábado fue la gota que colmó el vaso y Manuel no está dispuesto a soportar una sola desilusión más. "Le he tolerado todo por su madre, pero siempre le decía que el día que ella se muera yo no iba a existir más", recordó el hombre.

Ayer le envió el mate cocido con sus hermanas a la celda porque no puede mirarlo a los ojos. ¿Qué va a pasar cuando salga? "Va a volver como tiene que ser o no entra más a mi casa, porque no lo voy a tolerar", respondió su padre, harto. Y explicó que teme por sus nietos, que son niños. "Yo no tengo estudios y mi hijo tampoco, pero mis nietos están yendo a la escuela y los estoy educando como tiene que ser, por eso no quiero que venga", argumentó.

A primera hora de hoy, Manuel se presentará en Tribunales para hablar con las autoridades sobre todo lo que hace su hijo. "Esta es la última que le aguanto. Ya no doy más. No puedo más", lamentó con los ojos mojados.

NECESITAN TRATAMIENTO

LE TEME A SU HERMANO.
- Una de las tres hermanas de Ramón, María, dijo que tiene miedo porque su hermano suele ponerse violento y pidió ayuda. "Yo sé que es mi hermano, pero acá están los chicos y cuando anda drogado nadie sabe de lo que es capaz de hacer", afirmó.

SE NIEGA A TRABAJAR.- Manuel contó que está cansado de implorarle a su hijo que salga a trabajar. "Le compré un carrito y le ofrecí una cortadora de césped, pero nada quiere hacer", expresó. Según contó su padre, Ramón también rechazó el ofrecimiento de sus hermanas de comprarle mercadería para que trabaje como vendedor ambulante.

UN CASO DE 2011.- Un abuelo y su esposa denunciaron a su nieto de 17 años, al que criaron como un hijo, luego de reconocerlo en la filmación de un robo a una panadería, difundido por LA GACETA. El hecho había ocurrido a fines de marzo de 2011, en un local de avenida Belgrano al 3.800. "Fue durísimo ver cómo lo sacaban de mi casa como a cualquier delincuente. La verdad, no podía soportarlo. Pero hicimos esto para tratar de ayudarlo", expresó el hombre.

Grupos de espera.- El jefe del servicio de prevención y asistencia de las adicciones del hospital Avellaneda, Luis Carbonetti, comentó que por el incremento de las consultas, se creó un grupo de espera de entre 15 y 20 personas, en el que los adictos por un lado, y los padres o referentes por otro, son entrevistados grupalmente y se detecta la problemática de cada uno. "Ahí se determina a qué tipo de tratamiento deben someterse (internación, hospital de día o ambulatorio). Cuando el paciente no reconoce el consumo como problemática, hay que trabajar con la familia", explicó el especialista.

Publicidad
Comentarios