La devoción al Papa Francisco: Un fenómeno de la Psicología colectiva

21 Abril 2013

Por Alfredo Ygel - Para LA GACETA - Tucumán

¿Cómo pensar el fenómeno de devoción popular que se desencadenó a partir de la asunción del cardenal argentino Jorge Bergoglio como Francisco, el nuevo Papa de la Iglesia Católica, conductor de 1.200 millones de católicos en el mundo, uno de los referentes máximos de la religiosidad a nivel universal? Sensación de esperanza, aluvión de fe, manifestaciones de alegría y bienestar colectivo, retorno a las iglesias, masividad inusitada en las peregrinaciones del Vía Crucis en Semana Santa, son algunas de las manifestaciones que aparecieron a partir de su elección como Papa.

No es mi propósito situar estas cuestiones desde una perspectiva religiosa, sino plantearlas desde las coordenadas de la Psicología de las masas que nos ofrece la conceptualización psicoanalítica, con el fin de traer alguna luz que nos permita entender estas manifestaciones que sorprenden a la humanidad. Religión proviene etimológicamente de re-ligare.

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La religión liga a los hombres entre sí, los pacifica otorgándoles una fraternidad en el lazo social que disminuye la hostilidad que se expresa en la máxima del filósofo inglés Thomas Hobbes: "El hombre lobo del hombre". Unidos en un objeto exterior común que reemplaza el ideal individual de cada uno, los hombres se identifican entre sí y se enlazan en agrupamientos colectivos o comunidades. En las comunidades religiosas, Dios padre viene a concretizar ese ideal colectivo que liga y hace uno lo disperso, que promueve la unificación de eso que en la vida aparece fragmentado. El Habemus Papam, pronunciada con emoción cada vez que queda consagrado el representante de Dios en la Tierra viene a traer el mensaje repetido de que hay Uno, que existe un Dios que cuida a los humanos en su carencia y finitud. Dios, el Padre, funda a la comunidad de hermanos brindándole unidad a aquello que desligado trae la discordia social, en el que lo disperso acarrea el caos bajo la amenaza del "todos contra todos". Identificación e idealización son los mecanismos psicológicos fundantes de las instituciones y la comunidad más vasta. Así la religión hermana a los hombres y les otorga un ideal común al cual consagrarse en una unidad para todos los humanos.

La elección de un nuevo Papa con sus misterios, incógnitas y expectativas, con el humo blanco elevándose hacia el cielo anunciando la buena nueva, en el ritual repetido una y otra vez a lo largo de la historia de la humanidad ¿Qué nueva significación vino a traer esta vez? Como en toda repetición, trajo la diferencia. El nombre elegido, las palabras dichas, los gestos y actos realizados, vinieron a significar que la dirección hacia donde apunta el nuevo pastor de los católicos responde a un nuevo orden adonde dirige sus pasos. Francisco despojándose de los ornamentos y atributos lujosos, renunciando a las supuestos beneficios mundanos que le otorga su lugar especial, pagando sus cuentas como uno más, inclinándose ante los pobres y desprotegidos, abogando por confraternizar con sus hermanos de otras religiones, condenando los abusos sexuales, oponiéndose a la corrupción esté donde esté, viene a traer una respuesta frente al malestar hecho cultura. Viene a decir que hay salida frente al goce sin medida del discurso capitalista globalizado, a expresar que hay esperanza frente al consumismo desenfrenado, a la pobreza, a la indignidad a la que son sometidas grandes masas humanas. Manifiesta un no a las guerras, a los enfrentamientos productos de las diferencias ideológicas, raciales o religiosas, a los abusos a los que son sometidos los niños, a la trata de las mujeres explotadas sexualmente. El Papa se coloca así en el lugar de encarnar que "al menos Uno", constituye la excepción que escapa a la lógica imperante de un goce ilimitado. Es esto lo que provoca la adhesión de la gente en la búsqueda de nuevos horizontes al dolor de existir en el hoy de la civilización. Francisco representa una esperanza para la humanidad atrayendo hacia sí los ideales de un mundo mejor. Esperanza que se asienta en gestos y palabras que van de la mano de sus actos, a contrapelo del discurso de los políticos donde lo que se dice no se corresponde con lo que se hace. Tras la renuncia de Benedicto XVl que dejó una sensación de zozobra y vacío en tanto el hombre se muestra impotente frente a la corrupción y el imperio del goce ilimitado, la Iglesia Católica re-inventándose a sí misma, vino a ofrecer con Francisco este mensaje de concordia, paz, y respeto por el semejante

Una significación especial tuvo para los argentinos la elección del nuevo Papa. A la altura de los ídolos populares que triunfan en el mundo Bergoglio (cual Maradona, Messi, la princesa Máxima, Gardel o Cortázar) viene a demostrar lo que es el "ser" argentino, siempre "llamado al éxito". La elección del Papa argentino aparece en el imaginario popular como el "triunfo de todos". Ese lugar único, por un proceso de identificación imaginaria se convierte en el logro de cada uno de los argentinos, y de allí las manifestaciones de euforia que provocó esta noticia a lo largo y ancho del país. Casi en un tiempo y un devenir mágico trajo la posibilidad ilusoria de que el clima de confrontación, la situación de pobreza, o la inseguridad fueran a desaparecer, llevando a los argentinos a su "real destino de gloria".

Es verdad que los ideales instan a la acción y promueven a alcanzar nuevas metas a través del esfuerzo que realizamos para el logro de nuestros sueños. Pero lo que el Psicoanálisis nos enseña es a no engañarnos, a descreer en los señuelos, a diluir las identificaciones haciendo que el sujeto se encuentre con aquello que traba y pone obstáculos a su vida. La esperanza se nutre de la espera que inmoviliza e impide a que el sujeto ponga en acto sus fuerzas creativas. Que el destino de la humanidad sea otra cosa que el goce ilimitado en su tendencia mortífera, que seamos capaces de acotar nuestras pulsiones tanáticas, no solo depende de las acciones que el Papa Francisco lleve adelante en su misión espiritual. El destino de cada sujeto y de la humanidad en su conjunto depende de lo que cada uno de nosotros haga con eso que no anda en nuestras vidas y en el lazo con el semejante. Nuestro porvenir más bien está ligado a que recuperemos la palabra frente a lo inexorable del sufrimiento, que sostengamos un decir que nos lleve a un hacer transformador sobre lo real de la vida, posibilitándonos realizar lo posible y aceptar lo imposible.

© LA GACETA Alfredo Ygel - Psicoanalista. Miembro del "Grupo de Psicoanálisis de Tucumán". Profesor de la Facultad de Psicología de la UNT

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