Conversar con Borges
Un adolescente audaz concertando una cita por teléfono. Un profesor que comprende por qué no recibirá el Nobel. Una joven que lo elige como objeto de su tesis. Un escritor que decide tocarle la puerta de su despacho en la Biblioteca Nacional. Otro que descubre la austeridad de su departamento porteño.
La palabra de los elegidos
Por Hernán Carbonel - Para LA GACETA - Salto (Buenos Aires)
Durante cuatro años hice un programa de radio sustentado, básicamente, en entrevistas a músicos, actores, directores de cine y escritores argentinos de primer nivel. Al cerrar el ciclo y revisar los archivo de audio, me resultó llamativo que al menos tres de los escritores entrevistados hubieran, a su vez, entrevistado a Borges.
De allí surgió la idea de este dossier, con el fin de rescatar al Borges oral, la otra faceta del gran literato argentino que tanto reconocimiento -como si con sus libros no bastara- le daría gracias a la espontaneidad y genialidad de sus respuestas.
Se advertirá la pluralidad en los entrevistadores: periodistas, académicos, autores de literatura infantil y juvenil. Aquellos elegidos que tuvieron la gracia de encontrarse cara a cara con el pope en persona, el gran maestro en vivo y en directo. Un dato, entre tantos, se revela atractivo: el de Gabriela Massuh, quien, durante el armado del suplemento, confesó que era la primera vez que contaba esta historia por escrito.
De todos los testimonios, a grandes rasgos, se destacan la velocidad para la improvisación, el humor refinado, la humildad, la austeridad, la búsqueda etimológica; en fin, el fabuloso poder del anecdotario borgeano (además de la repetida aparición de la política, llamativo en alguien dueño de una "indiferencia política" que lo condenaría por años).
No mucho más: Borges, por sí solo -esta vez acompañado en sus conversaciones- siempre supo -y muy bien- qué y cómo decirlo.
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