16 Mayo 2013
MADRID.- El movimiento de los indignados españoles (conocido como 15M) celebró ayer su segundo aniversario con una fiesta popular en Madrid y acciones en distintas ciudades de España, en rechazo a las políticas neoliberales que impulsa el Gobierno y en demanda de un modelo económico, político y social más justo.
Dos años después de su irrupción y sin la intención de convertirse aún en una alternativa política, los movilizados continúan con su labor de presión, aunque con menor fuerza que en meses anteriores, pero centralmente volcados a la sensibilización social y al trabajo local.
La convocatoria de ayer en la capital española fue bajo la consigna de "San Isidro indignado", en referencia a la festividad religiosa y para pedir "un Madrid que proteja la vida de las personas y de la naturaleza antes que a los mercados".
"Por un Madrid sin redadas ni identificaciones, sin desalojos, sin represión ni multas, sin violencia patriarcal, sin dictadura de los mercados, sin cámaras de vigilancia, sin corrupción, sin precariedad vital, sin opresión episcopal", fue el llamamiento que congregó a los indignados en el parque de Arganzuela, para luego marchar hacia la Puerta del Sol.
Tanto en Madrid como en el resto del país hubo talleres, exposiciones y representaciones artísticas que demostraron que el colectivo, aunque debilitado, sigue vivo. En Barcelona, otro de núcleos duros de las acciones del grupo, cientos de ancianos recorrieron el centro de la ciudad para denunciar a los "bancos malos". El domingo hubo marchas en una veintena de ciudades para conmemorar esta fecha.
Críticas al oficialismo
El centro de los cánticos y las protestas fue el oficialista Partido Popular, al que pertenece el cuestionado presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, en repudio a sus políticas de ajuste y de reducción de los servicios públicos de educación y salud, y al aumento del desempleo, que llegó al 27% de la población activa, unos 6,2 millones de desocupados. Rajoy fue respaldado ayer por la Comisión Europea (CE), que destacó que su Gobierno está dando los "pasos correctos" para corregir los fuertes desequilibrios de la economía del país.
La organización católica Caritas calculó que hay unos tres millones de personas en situación de pobreza extrema, paso previo a la exclusión.
"Vamos a seguir rescatando a personas, frenando desalojos e interpelando a las instituciones. Tenemos que recuperar la democracia y ejercerla en primera persona. Pero un movimiento ciudadano no tiene por qué convertirse en partido político", aseguró Ada Colau, vocera de la Plataforma de Afectados por las Hipotecas (PAH), uno de los grupos más activos y visibles de los que conforman el 15M.
La situación de quienes son desalojados por falta de pago de las cuotas de créditos inmobiliarios o de alquileres es alarmante. Ayer se conoció que un hombre, de entre 40 y 45 años, fue hallado por su esposa ahorcado en Murcia, al sureste del país, tras recibir un aviso judicial de que iba a ser expulsado de su casa.
La PAH, gracias a un amplio apoyo de los indignados y a su creciente incidencia en los barrios, consiguió frenar cientos de desalojos por deudas inmobiliarias. Otras iniciativas importantes que surgieron de los grupos indignados son una auditoria de la deuda pública (un tribunal para juzgar el papel de los bancos en la actual crisis económica y financiera), y las cooperativas integrales como la catalana, que cuenta con más de 1.000 socios y tiene una moneda propia de intercambio, el "eco".
El movimiento nació el 15 de mayo de 2011, en la víspera de los comicios municipales y regionales. En ese momento, se convocó a la protesta en contra del modelo económico.
"No somos mercancías en manos de políticos y banqueros", fue el eslogan de esa manifestación que se convirtió en un colectivo heterogéneo y que se expandió como pólvora en España y en el mundo occidental: hoy existen más de 150 organizaciones en el planeta, desde numerosas ciudades de Estados Unidos (con Nueva York a la cabeza de las protestas) hasta Tel Aviv, la capital de Israel. (Télam)
Dos años después de su irrupción y sin la intención de convertirse aún en una alternativa política, los movilizados continúan con su labor de presión, aunque con menor fuerza que en meses anteriores, pero centralmente volcados a la sensibilización social y al trabajo local.
La convocatoria de ayer en la capital española fue bajo la consigna de "San Isidro indignado", en referencia a la festividad religiosa y para pedir "un Madrid que proteja la vida de las personas y de la naturaleza antes que a los mercados".
"Por un Madrid sin redadas ni identificaciones, sin desalojos, sin represión ni multas, sin violencia patriarcal, sin dictadura de los mercados, sin cámaras de vigilancia, sin corrupción, sin precariedad vital, sin opresión episcopal", fue el llamamiento que congregó a los indignados en el parque de Arganzuela, para luego marchar hacia la Puerta del Sol.
Tanto en Madrid como en el resto del país hubo talleres, exposiciones y representaciones artísticas que demostraron que el colectivo, aunque debilitado, sigue vivo. En Barcelona, otro de núcleos duros de las acciones del grupo, cientos de ancianos recorrieron el centro de la ciudad para denunciar a los "bancos malos". El domingo hubo marchas en una veintena de ciudades para conmemorar esta fecha.
Críticas al oficialismo
El centro de los cánticos y las protestas fue el oficialista Partido Popular, al que pertenece el cuestionado presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, en repudio a sus políticas de ajuste y de reducción de los servicios públicos de educación y salud, y al aumento del desempleo, que llegó al 27% de la población activa, unos 6,2 millones de desocupados. Rajoy fue respaldado ayer por la Comisión Europea (CE), que destacó que su Gobierno está dando los "pasos correctos" para corregir los fuertes desequilibrios de la economía del país.
La organización católica Caritas calculó que hay unos tres millones de personas en situación de pobreza extrema, paso previo a la exclusión.
"Vamos a seguir rescatando a personas, frenando desalojos e interpelando a las instituciones. Tenemos que recuperar la democracia y ejercerla en primera persona. Pero un movimiento ciudadano no tiene por qué convertirse en partido político", aseguró Ada Colau, vocera de la Plataforma de Afectados por las Hipotecas (PAH), uno de los grupos más activos y visibles de los que conforman el 15M.
La situación de quienes son desalojados por falta de pago de las cuotas de créditos inmobiliarios o de alquileres es alarmante. Ayer se conoció que un hombre, de entre 40 y 45 años, fue hallado por su esposa ahorcado en Murcia, al sureste del país, tras recibir un aviso judicial de que iba a ser expulsado de su casa.
La PAH, gracias a un amplio apoyo de los indignados y a su creciente incidencia en los barrios, consiguió frenar cientos de desalojos por deudas inmobiliarias. Otras iniciativas importantes que surgieron de los grupos indignados son una auditoria de la deuda pública (un tribunal para juzgar el papel de los bancos en la actual crisis económica y financiera), y las cooperativas integrales como la catalana, que cuenta con más de 1.000 socios y tiene una moneda propia de intercambio, el "eco".
El movimiento nació el 15 de mayo de 2011, en la víspera de los comicios municipales y regionales. En ese momento, se convocó a la protesta en contra del modelo económico.
"No somos mercancías en manos de políticos y banqueros", fue el eslogan de esa manifestación que se convirtió en un colectivo heterogéneo y que se expandió como pólvora en España y en el mundo occidental: hoy existen más de 150 organizaciones en el planeta, desde numerosas ciudades de Estados Unidos (con Nueva York a la cabeza de las protestas) hasta Tel Aviv, la capital de Israel. (Télam)