09 Agosto 2013
ENTRE MANO Y MANO. La actividad frutillera es muy demandante de mano de obra, por lo que el costo laboral es uno de los de mayor incidencia dentro de los costos generales del productor. LA GACETA / FOTO DE JUAN PABLO SANCHEZ NOLI
Los productores de frutilla de Tucumán están sintiendo los efectos climáticos y económicos-financieros por el cual camina el país, lo que trajo mucha incertidumbre al sector. Tal es así que, antes que los efectos de las heladas aparezcan en los cultivos, la superficie de frutilla plantada en la Tucumán disminuyó bastante con respeto a los promedios que se venían dando.
"Las heladas de fines de julio se convirtieron en el golpe de gracia para el sector", evaluó Daniel Bianciotti, productor de frutilla de la zona de Lules. "La actividad viene siendo golpeada, en primera medida, por el aumento de los costos productivos, por la imposibilidad de exportar fruta congelada a los mercados de EEUU, y por un dólar deprimido, con respecto a los incrementos salariales y a los insumos", señaló.
Como única estrategia, "los productores decidieron plantar plantines que pueden entregar fruta 'primicia' y poder venderla en el mercado interno", hasta fines de agosto, para cubrir -en algo- los costos de producción, vender luego algo de 'fruta industria' para el mercado nacional de congelados y, finalmente, abandonar la plantación en el mes de octubre.
"Las heladas que se dieron en julio pasado fueron la gota que rebalsó el vaso", dijo, por lo que muchos productores que tenían fruta a cosechar, fruta verde y flores en sus plantaciones, sufrieron daños importantes, por lo que la (frutilla) primicia desapareció.
"Los productores no saben qué hacer ahora, de aquí en más", después de tantos "factores adversos que golpean a la actividad", que "no son sólo climáticos, sino también factores macroeconómicos que afectan profundamente las economías regionales".
"La presión impositiva, el retraso cambiario, el aumento de los costos de producción y los altos costos laborales", hacen que todo el esfuerzo que se viene realizando para sostener la actividad, en los últimos 10 años, ya no sirva, y que "nos encontremos frente a una situación de incertidumbre total".
Futuro incierto
De a poco vamos perdiendo los clientes que tuvimos, sobre todo en los mercados internacionales, y estos no comprenden realmente qué es lo que nos está pasando.
"Pasamos de ser una actividad que tenía, como panorama a largo plazo, un crecimiento sostenido, a una actividad que se encuentra en peligro en extinción". "Los productores de frutilla, algunos con más de 30 años en la actividad, sabemos que la situación actual no es fácil, y lo demuestra la caída de más de un 50% en la superficie plantada en Tucumán", planteó Bianciotti con preocupación.
Lo real es que las heladas pasadas pusieron a la actividad en "zona de desastre", los daños fueron muchos y diversos, y los métodos de control que teníamos para enfrentar las heladas, no alcanzaron para cubrir sus efectos, a temperaturas superiores a los - 5 ºC (cinco grados bajo cero), que se dieron en Lules, Famaillá y Concepción, nuestras zonas frutilleras, y que se registraron durante un prolongado período de tiempo -horas-, siendo el porcentaje de fruta 'primicia' perdida muy alto. Es allí donde el productor pone todo su esfuerzo, ya que es la que hace sustentable al sistema, económicamente hablando, ya que "con el actual mercado de congelado interno no cierran los números, y la exportación no se realiza por los aranceles actuales".
Una hectárea de frutilla plantada genera, de manera directa e indirecta, más de 1.000 jornales, en un período de 250 días lo que significan 4 jornales diarios. Actualmente, hay 350 hectáreas plantadas, lo que da una idea de la cantidad de jornales diarios que se necesitan.
La realidad es que "la situación es crítica, y hasta las condiciones ambientales nos golpearon".
"Las heladas de fines de julio se convirtieron en el golpe de gracia para el sector", evaluó Daniel Bianciotti, productor de frutilla de la zona de Lules. "La actividad viene siendo golpeada, en primera medida, por el aumento de los costos productivos, por la imposibilidad de exportar fruta congelada a los mercados de EEUU, y por un dólar deprimido, con respecto a los incrementos salariales y a los insumos", señaló.
Como única estrategia, "los productores decidieron plantar plantines que pueden entregar fruta 'primicia' y poder venderla en el mercado interno", hasta fines de agosto, para cubrir -en algo- los costos de producción, vender luego algo de 'fruta industria' para el mercado nacional de congelados y, finalmente, abandonar la plantación en el mes de octubre.
"Las heladas que se dieron en julio pasado fueron la gota que rebalsó el vaso", dijo, por lo que muchos productores que tenían fruta a cosechar, fruta verde y flores en sus plantaciones, sufrieron daños importantes, por lo que la (frutilla) primicia desapareció.
"Los productores no saben qué hacer ahora, de aquí en más", después de tantos "factores adversos que golpean a la actividad", que "no son sólo climáticos, sino también factores macroeconómicos que afectan profundamente las economías regionales".
"La presión impositiva, el retraso cambiario, el aumento de los costos de producción y los altos costos laborales", hacen que todo el esfuerzo que se viene realizando para sostener la actividad, en los últimos 10 años, ya no sirva, y que "nos encontremos frente a una situación de incertidumbre total".
Futuro incierto
De a poco vamos perdiendo los clientes que tuvimos, sobre todo en los mercados internacionales, y estos no comprenden realmente qué es lo que nos está pasando.
"Pasamos de ser una actividad que tenía, como panorama a largo plazo, un crecimiento sostenido, a una actividad que se encuentra en peligro en extinción". "Los productores de frutilla, algunos con más de 30 años en la actividad, sabemos que la situación actual no es fácil, y lo demuestra la caída de más de un 50% en la superficie plantada en Tucumán", planteó Bianciotti con preocupación.
Lo real es que las heladas pasadas pusieron a la actividad en "zona de desastre", los daños fueron muchos y diversos, y los métodos de control que teníamos para enfrentar las heladas, no alcanzaron para cubrir sus efectos, a temperaturas superiores a los - 5 ºC (cinco grados bajo cero), que se dieron en Lules, Famaillá y Concepción, nuestras zonas frutilleras, y que se registraron durante un prolongado período de tiempo -horas-, siendo el porcentaje de fruta 'primicia' perdida muy alto. Es allí donde el productor pone todo su esfuerzo, ya que es la que hace sustentable al sistema, económicamente hablando, ya que "con el actual mercado de congelado interno no cierran los números, y la exportación no se realiza por los aranceles actuales".
Una hectárea de frutilla plantada genera, de manera directa e indirecta, más de 1.000 jornales, en un período de 250 días lo que significan 4 jornales diarios. Actualmente, hay 350 hectáreas plantadas, lo que da una idea de la cantidad de jornales diarios que se necesitan.
La realidad es que "la situación es crítica, y hasta las condiciones ambientales nos golpearon".