Detuvieron a un policía por dos violaciones

Ortiz, un agente de la Patrulla Motorizada, quedó en evidencia por un examen de ADN que demostró su autoría en dos ataques diferentes. En su defensa, el policía admitió que estuvo con la joven, pero declaró que se habían conocido en un baile y que después fueron a un hotel alojamiento, pero no le creyeron.

17 Agosto 2013
Pasaron 20 meses desde que Natalia denunció que un policía la había violado en una cancha de fútbol ubicada cerca de la terminal de Ómnibus. Los intentos de los investigadores para tratar de identificar al abusador parecían "caer en saco roto", hasta que una información llegó casi de casualidad a oídos de la fiscala Adriana Giannoni: un policía acusado de un abuso sexual habría actuado de la misma manera que en el caso de Natalia. El análisis de ADN fue contundente, y el agente Gabriel Ignacio Ortiz sumó una nueva causa en su contra.

Ortiz se encuentra con prisión preventiva por una causa investigada por el fiscal de Instrucción de la V° Nominación, Washington Navarro Dávila. Habría intentado abusar de una mujer que había salido de un boliche, usando su condición de policía para obligarla a subir a su vehículo. Idéntico modus operandi es el que utilizó con Natalia.

En "El Monumental"


Según el relato que la víctima había realizado, el 15 de diciembre de 2011 había salido de bailar a las cuatro de "El Monumental", en el cruce de las avenidas Ejército del Norte y Mate de Luna. Estaba con dos amigos, subieron a una moto, y tomaron por la primera arteria hacia avenida Belgrano. Allí habrían sido interceptados por Ortiz.

Exhibiendo su chapa identificatoria, el policía les habría dicho que no podían circular tres personas, por lo que le ordenó a Natalia que subiera a su moto para que él la llevara hasta su casa. Ortiz aceleró, y se dirigió hacia la zona de la terminal de ómnibus, según la denuncia.

Ortiz, que trabajaba en la Patrulla Motorizada de Yerba Buena, se desvió por avenida Wenceslao Posse. "No vivo por aquí", le dijo Natalia. "Quiero orinar", le respondió el policía. Detuvo la moto en unas canchas de fútbol que hay en el lugar, y la joven aprovechó para llamar con su teléfono celular a sus amigos e indicarles dónde estaba.

El policía reaccionó, de acuerdo a la versión de la víctima, quitándole el aparato y pegándole una trompada en la cara. La tiró al piso y la arrastró, tomándola de los pelos, hacia una zona más oscura. Allí la violó.

Natalia, según relató, vio a su amigo pasar por la avenida en la moto y gritó. Ortiz volvió a golpearla para que se callara y continuó abusando sexualmente de la joven. Antes de marcharse, el policía tomó el teléfono celular (siempre según lo declarado por la víctima) y lo arrojó lejos. "No te lo robo porque no soy gato", le habría dicho Ortiz, y se marchó.

La fiscala Giannoni había tratado identificar a un sospechoso, a través de los pedidos de informes a la Policía. Solicitó el listado de todo el personal que trabajaba en las distintas unidades especiales, ya que el agresor le había dicho a Natalia que trabajaba en un área de investigación. Se realizaron 35 análisis de ADN, pero todos dieron resultado negativo.

En un hotel

Cuando la fiscala supo que Ortiz estaba detenido por un caso similar al de Natalia (con la diferencia de que no habría llegado a tener acceso carnal), decidió realizar una prueba de ADN. El resultado fue coincidente en un 99,99%, dijeron fuentes de la fiscalía. La pericia fue realizada en el Colegio Oficial de Farmaceúticos y Bioquímicos de Capital Federal.

El acusado declaró el miércoles y reconoció que estuvo con la víctima, de acuerdo a lo informado por fuentes judiciales, aunque dijo que la había conocido a la salida del local bailable y que se fueron a un hotel alojamiento. Luego la dejó en la zona de la terminal de ómnibus, como ella le pidió, y nunca más volvió a verla.

Con el resultado de ADN, la fiscala Giannoni pidió la detención del policía, que quedó involucrado en un segundo caso de abuso sexual. En ambos, Ortiz aseguró que las mujeres consintieron tener relaciones sexuales. Hasta ahora, ningún fiscal le creyó.

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