Uno más feliz que otro

Cardenales se desquitó de Huirapuca en la final y ambos compartieron el título.

IMPARABLE. Gabriel Herrera, que tiene el control de pelota, busca sacarse la marca de Alejandro Rodriguez, de nales. IMPARABLE. Gabriel Herrera, que tiene el control de pelota, busca sacarse la marca de Alejandro Rodriguez, de "nales".
Algunos dirán que está bien, que se desprende de ese espíritu integrador del rugby. Otros sostendrán que una final en la que todos terminen festejando es una cosa antinatural. Inclinarse por una postura o por otra es a gusto del consumidor. Lo único ciertamente objetivo es que el Regional 2013 tuvo doble campeón: el ajustado triunfo de Cardenales sobre Huirapuca (16-13) emparejó a ambos en la cima y volvió a dejar una doble monarquía por tercera vez en la historia de los regionales

Se repartieron la alegría, aunque no sería del todo preciso decir que en partes iguales: apoyado en sus mejores números y en el halo de invencibilidad de su fortaleza, el "viento del sur" preparó una fiesta que no pudo disfrutar como esperaba por culpa de un "nales" que eligió el momento más inoportuno para desquitarse. El festejo de los "gauchos" fue ruidoso, pero incompleto. El de los "purpurados" fue ensordecedor. El desahogo por la final perdida el año pasado se escuchó hasta en Aguilares.

El local había empezado mejor, con actitud y dominio del balón, pero no le alcanzó para abrir grietas de la defensa visitante. "Nales" levantó en la mitad de la etapa, pero las imprecisiones, hijas de los nervios, sabotearon las intenciones de ambos. Dos penales de Ezequiel Faralle y uno de Germán Núñez dibujaron un justo parcial de 6-3. La pausa se interrumpió abruptamente con un try de Oscar D'Amato, pero Macario Villaluenga devolvió el equilibrio tres minutos después con una escapada por derecha que terminó incrustada en el ingoal. El resto del complemento fue de entrega total. "Chicho" embocó otros dos penales y le dio el dominio del score a "nales", que resistió el vendaval sureño de los últimos minutos con alma y vida. Por eso, aunque haya dos campeones, el ganador fue uno solo. Y vino de afuera.

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