12 Septiembre 2013
Muchos pueblos aprenden a adoptar previsiones con aquello que les falta y que es importante para su existencia. Es decir que tratan de conservar lo poco que tienen. Mientras en una vereda opuesta están aquellos que derrochan lo que poseen de más y piensan que el bien les va a durar toda la vida. Ello sucede, por ejemplo, con el agua en Tucumán. De continuar la prolongada sequía que viene generando todo tipo de problemas ambientales y de salubridad, pondría a la población en una difícil situación, razón por la cual el Gobierno quiere implementar un plan de contingencia para asegurar la reserva de agua.
En una reunión en la que participaron funcionarios, especialistas en clima y representantes de la Estación Experimental, entre otros, se decidió elaborar un programa de emergencia general, que surgirá del cruzamiento de datos de los distintos sectores, privados y públicos para prever las condiciones de cobertura de servicios de agua para consumo humano, industria, riego, ganadería y otros usos. El titular de la Sociedad Aguas del Tucumán (SAT) dijo que el déficit hídrico se debe a una reducción de los rendimientos de los pozos existentes en la provincia, que alcanza un 40%, y a la falta de recarga de los acuíferos y agregó que el eje de las acciones de esa repartición es la "repotenciación y construcción de pozos y en la reducción de pérdidas en la red provincial". El representante del Laboratorio Climatológico Sudamericano sostuvo que si bien hay esfuerzos individuales desde el lado institucional y cada organismo redobló sus esfuerzos ante la dificultad, no existe todavía una coordinación para conformar un plan de contingencia marcando las soluciones.
Esta opinión nos remonta a abril de 2010, cuando una ingeniera civil hidráulica afirmó que Tucumán era una provincia rica en recursos hídricos que no debería tener problemas con el abastecimiento de agua: "El futuro de este líquido vital depende de que se haga una gestión integrada de los recursos hídricos. Si lo logramos, con un enfoque participativo y de cuenca, garantizaremos un futuro sostenible y disminuiremos los conflictos entre los usuarios (residenciales, agricultores, industriales). Sin gestión no se garantiza la gobernabilidad efectiva del agua. Si impulsamos una buena gestión de cuenca aguas arriba de nuestros embalses, garantizaremos su preservación".
El 20 de junio pasado se registró la última lluvia, en la que cayeron unos 22 milímetros y se estima que el desfase en estos nueve meses es de 400 mm, teniendo en cuenta que el promedio anual de lluvias es de casi 1.000 mm.
La Organización Mundial de la Salud considera que la cantidad adecuada de agua para consumo humano (beber, cocinar, higiene personal y limpieza del hogar) es de 50 litros diarios por habitante. En 2007, la SAT informó que en San Miguel de Tucumán el consumo diario por habitante era de 450 l y en Yerba Buena, de 650.
Más allá de la emergencia, se debería diseñar una política integral de los recursos hídricos, así como encarar en un futuro inmediato las obras verdaderamente importantes para evitar que los tucumanos nos quedemos sin agua, e impulsar campañas sostenidas para concientizar sobre su ahorro y preservación. Los abuelos solían repetir que "se valora lo que se tiene cuando se lo pierde". Sería importante que no tuviésemos que llegar a esa instancia para aprender.
En una reunión en la que participaron funcionarios, especialistas en clima y representantes de la Estación Experimental, entre otros, se decidió elaborar un programa de emergencia general, que surgirá del cruzamiento de datos de los distintos sectores, privados y públicos para prever las condiciones de cobertura de servicios de agua para consumo humano, industria, riego, ganadería y otros usos. El titular de la Sociedad Aguas del Tucumán (SAT) dijo que el déficit hídrico se debe a una reducción de los rendimientos de los pozos existentes en la provincia, que alcanza un 40%, y a la falta de recarga de los acuíferos y agregó que el eje de las acciones de esa repartición es la "repotenciación y construcción de pozos y en la reducción de pérdidas en la red provincial". El representante del Laboratorio Climatológico Sudamericano sostuvo que si bien hay esfuerzos individuales desde el lado institucional y cada organismo redobló sus esfuerzos ante la dificultad, no existe todavía una coordinación para conformar un plan de contingencia marcando las soluciones.
Esta opinión nos remonta a abril de 2010, cuando una ingeniera civil hidráulica afirmó que Tucumán era una provincia rica en recursos hídricos que no debería tener problemas con el abastecimiento de agua: "El futuro de este líquido vital depende de que se haga una gestión integrada de los recursos hídricos. Si lo logramos, con un enfoque participativo y de cuenca, garantizaremos un futuro sostenible y disminuiremos los conflictos entre los usuarios (residenciales, agricultores, industriales). Sin gestión no se garantiza la gobernabilidad efectiva del agua. Si impulsamos una buena gestión de cuenca aguas arriba de nuestros embalses, garantizaremos su preservación".
El 20 de junio pasado se registró la última lluvia, en la que cayeron unos 22 milímetros y se estima que el desfase en estos nueve meses es de 400 mm, teniendo en cuenta que el promedio anual de lluvias es de casi 1.000 mm.
La Organización Mundial de la Salud considera que la cantidad adecuada de agua para consumo humano (beber, cocinar, higiene personal y limpieza del hogar) es de 50 litros diarios por habitante. En 2007, la SAT informó que en San Miguel de Tucumán el consumo diario por habitante era de 450 l y en Yerba Buena, de 650.
Más allá de la emergencia, se debería diseñar una política integral de los recursos hídricos, así como encarar en un futuro inmediato las obras verdaderamente importantes para evitar que los tucumanos nos quedemos sin agua, e impulsar campañas sostenidas para concientizar sobre su ahorro y preservación. Los abuelos solían repetir que "se valora lo que se tiene cuando se lo pierde". Sería importante que no tuviésemos que llegar a esa instancia para aprender.