Relato de la mujer que había denunciado a Sirnio

La víctima, que buscaba trabajo, vivió medio día de infierno.

LÁGRIMAS Y DOLOR. Este era el panorama anoche fuera de la casa de Sirnio. LA GACETA / FOTO DE DIEGO ARÁOZ LÁGRIMAS Y DOLOR. Este era el panorama anoche fuera de la casa de Sirnio. LA GACETA / FOTO DE DIEGO ARÁOZ
26 Octubre 2013
El fatídico martes 13 de agosto, SNO ingresó al infierno. La puerta por la que descendió a los reinos del señor de la oscuridad se encontraba ubicada por Crisóstomo Álvarez al 2.400. Hasta allí se dirigió ese día, convencida de que obtendría un trabajo para vivir un poco mejor con su hijito de siete años. Pero en lugar de eso terminó protagonizando una película de miedo de la que, por suerte, logró escapar con vida: entre las 13.30 y alrededor de las 22.30, el dueño de la casa la mantuvo cautiva, la golpeó constantemente, la amenazó con armas de fuego y la violó durante horas.

Unos 10 días atrás, ella había leído un aviso clasificado, en el que solicitaban una empleada doméstica que pudiera trabajar por la tarde. Luego de varios cruces telefónicos, DS la citó para las 13.30 de ese martes.

"Cuando llegué, esta persona me abre la puerta y lo primero que me pregunta es cuánto mido. Le respondo, y me hace ingresar. Me invita unos mates; y veo que la casa estaba muy sucia. Le hago esa observación y me dice que hacía exactamente 55 días que no la limpiaban. Me llamó la atención la precisión", le contó la mujer a LA GACETA hace un par de meses, luego de ocurrido el hecho.

Según le indicó la víctima en ese momento a nuestro diario, la casa del agresor semejaba un santuario: tenía dos estatuas grandes de la virgen del Valle, una de la virgen del Rosario, un Cristo enorme; y un rosario y otro Cristo en el dormitorio. "Me agarró de los pelos; me llevó hasta un Cristo y me obligó a golpes a que jure, con la mano sobre la cabeza de la imagen, que iba a ser de él y de nadie más. Me gritó que yo estaba acostumbrada a comer mierda, y que ahora con él comería jamón crudo", narró.

A partir de allí, su relato se volvió más escalofriante: "de los pelos me llevó a su pieza, me tiró en la cama y me sacó toda la ropa, y empezó a violarme. La violación habrá durado entre dos horas y media y tres. En un momento, sin dejar de violarme, abrió los brazos y rezó una oración a Cristo". "De su mesa de luz sacó una pistola Bersa y un pistolón nuevos, una 11,25 mm y un revólver y los puso sobre la cama. Algo sé de armas, por mi ex marido", añadió.

Según dijo, en forma permanente le gritaba, la amenazaba, la golpeaba y hasta le tiró mate caliente. Para llevarla de un lugar a otro de la casa la tomaba de los pelos. "Me exigía que le responda, porque él era militar. Yo trataba de no llorar; veía la muerte cerca", confesó.

La mujer finalmente pudo zafar. Y el remisero que la llevó, al verla, se ofreció a testificar en su favor, por el estado en el que se encontraba; y le pidió que hiciera la denuncia. "A la fiscala (Adriana Reinoso) Cuello le conté que luego de que me violó atendió por teléfono a otra chica, que llamaba por el trabajo, y la citó para el día siguiente. Alcancé a memorizar el teléfono de esa chica (un celular que termina en 437)", señaló. No entiendo por qué no está preso. A la policía y a la fiscala les dije que si sabía que no habría justicia que hubiera hecho justicia por mano propia", le dijo ento ces la mujer a LA GACETA, preanunciando un final trágico.

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