26 Diciembre 2013
A los 17 años abandonó su Totora querido, el pueblito santafesino donde nació, en busca de grandes emociones. En ese momento, Juan Amador Sánchez no se imaginó que estaba dando el primer paso hacia una extensa carrera profesional que prolongó hasta los 37 años y que le permitió alcanzar objetivos que hoy parece imposible que se repitan.
El actual técnico de San Martín se inició futbolísticamente en Unión Fútbol Club de Totoras y luego pasar a Huracán, de Parque Patricios, que fue su trampolín. En su foja de servicios aparece un antecedente capaz de provocar la envidia de cualquier futbolista. “J.A.” tuvo la dicha de jugar en Boca (en la temporada 1986/87), en River (desde 1990 hasta 1992). Luego, su curriculum se enriqueció con su paso por Tucumán, donde lució las camisetas de San Martín y de Atlético en la misma temporada. Lo más destacable de todo es que no hay antecedente alguno de que otro jugador, profesionalmente, haya conseguido aquellos grandes objetivos que pudo cumplir Sánchez.
“En lo personal es una satisfacción muy grande haber podido lucir esas camisetas. Y lo que más me llena de orgullo es que puedo caminar por las calles de Buenos Aires y de Tucumán y recibir los saludos de los hinchas de esos clubes que reconocen que siempre entregué todo por la camiseta que me tocó defender”, dijo el entrenador “santo”, en una prolongada charla con LG Deportiva, donde desempolvó el álbum de los recuerdos.
Sánchez se considera un tipo agradecido. “A lo largo de mi carrera como futbolista tuve la dicha de jugar muchos clásicos como Huracán-San Lorenzo, Unión-Colón, Platense-Argentinos, Chicago-Morón. Pero nunca pude jugar el clásico de mi pueblo: Unión-Totoras Juniors. Es una cuenta que me quedó pendiente. El año que debuté en mi equipo, Juniors no estaba haciendo fútbol y a la temporada siguiente me fui a Huracán”, recordó con nostalgia el ex marcador central que este año, contratado por una radio de Totoras, tuvo la posibilidad de vivir en vivo y en directo por primera vez ese clásico lugareño.
Vivencias únicas
Juan Amador recuerda con mucha emoción que tuvo la dicha de jugar tanto los Boca-River y los Atlético-San Martín con las cuatro camisetas. “El fútbol es tan pasional en Argentina que el hincha te exige que ganes todos los fines de semanas. En el caso de los clásicos, no tenés alternativa. Hay que imponerse sí o sí. El hincha quiere ganarlo siempre aunque sea medio gol a cero. Después viene el folclore de las cargadas. Ahora, con el advenimiento de Facebook y Twitter, este tema se profundizó. Si te toca perderlo, hasta el próximo clásico las cargadas son insoportables. La vida también me dio la posibilidad de dirigir en cinco países, por eso puedo decir que las vivencias te demuestran que estos partidos son atrapantes como en ningún otro lugar”.
Con mucho orgullo, Sánchez recuerda que junto a Jorge Higuaín formó la única dupla central que jugó junta tanto en River y como en Boca. “Hubo muchos centrales que jugaron en los dos equipos como Domingo Cáceres o Alfredo Ruggeri, pero ninguna pareja logró hacerlo en los dos equipos”, expresó.
Cómo olvidar el clásico tucumano que le tocó vivir incluso en una misma temporada, y con las dos camisetas diferentes. Sánchez lo recordó. “Las sensaciones que se sienten cuando uno tiene chance de jugarlo sólo las pueden comprender aquellos que pasaron por esos momentos. Yo jugué el clásico Unión-Colón en dos oportunidades y en Santa Fe me dijeron que era lo máximo. Pero luego vine a Tucumán y en dos ocasiones jugué Atlético-San Martín. No me quedaron dudas de que, salvo el partido Central-Newell’s, en ningún lugar del interior del país se vive un clásico con la pasión que muestran los hinchas tucumanos. Acá, las 24 horas se respira fútbol”.
Cuentas pendientes
Entre tantas historias exclusivas... ¿Quedó algún sueño por concretar? Como si fuera hoy, Sánchez aún recuerda una de las mayores frustraciones de su carrera: cuando no pudo integrar la Selección Juvenil del ‘81, en la que se destacaron Sergio Goycochea y Jorge Burruchaga, y que jugó el Mundial de Australia. “Me quedé con las ganas de jugarlo. Por cuatro meses me pasé de la edad permitida. Hoy me acuerdo la desazón que sentí en ese momento. La otra fue cuando jugaba en River y Alfio Basile me citó para la Selección mayor y en la primera práctica me corté el tendón de Aquiles. Hoy puedo decir que en mi destino no estaba la Selección”, sostuvo el DT, agradecido pese a todo.
Es que si hay un jugador tocado por la varita mágica que suele rondar el fútbol, ese no es otro que Juan Amador, el hombre “multicolor” que a pesar de no haber tenido suerte para la Selección, se dio el gusto de vestir las camisetas más importantes y jugar para los más clásicos rivales.
El Monumental también le abrió las puertas
En 1995 Atlético recibió al ex central que llegaba derechito desde San Martín para jugar el segundo tramo de la temporada. Fue “decano” hasta 1996 y se dio el gusto de jugar otro clásico provincial, con la camiseta contraria. De allí partió a Nueva Chicago.
El primer amor tucumano
De disputar los clásicos santafesinos con Unión pasó a San Martín. Con la camiseta del “santo” jugó por primera vez un clásico tucumano. En la primera mitad de la temporada 1994-1995 fue local en La Ciudadela, como ahora, en su etapa de técnico.
Al otro barrio
“J.A.” pasó de Boca a Platense, donde jugó tres años. Inmediatamente después, el jugador se mudó a Núñez para defender la camiseta de River, desde 1990 a 1992, cuando emigró a Atlético Rafaela, más cerca de su Totora natal.
El primer grande
Luego de cinco años en su querido Huracán (donde debutó), Juan Amador pasó a Boca para jugar la temporada 86/87. El club de La Ribera fue el primero de los grandes que lo recibió cuando el central aún no sabía la especial historia que el destino le tenía preparada.
El actual técnico de San Martín se inició futbolísticamente en Unión Fútbol Club de Totoras y luego pasar a Huracán, de Parque Patricios, que fue su trampolín. En su foja de servicios aparece un antecedente capaz de provocar la envidia de cualquier futbolista. “J.A.” tuvo la dicha de jugar en Boca (en la temporada 1986/87), en River (desde 1990 hasta 1992). Luego, su curriculum se enriqueció con su paso por Tucumán, donde lució las camisetas de San Martín y de Atlético en la misma temporada. Lo más destacable de todo es que no hay antecedente alguno de que otro jugador, profesionalmente, haya conseguido aquellos grandes objetivos que pudo cumplir Sánchez.
“En lo personal es una satisfacción muy grande haber podido lucir esas camisetas. Y lo que más me llena de orgullo es que puedo caminar por las calles de Buenos Aires y de Tucumán y recibir los saludos de los hinchas de esos clubes que reconocen que siempre entregué todo por la camiseta que me tocó defender”, dijo el entrenador “santo”, en una prolongada charla con LG Deportiva, donde desempolvó el álbum de los recuerdos.
Sánchez se considera un tipo agradecido. “A lo largo de mi carrera como futbolista tuve la dicha de jugar muchos clásicos como Huracán-San Lorenzo, Unión-Colón, Platense-Argentinos, Chicago-Morón. Pero nunca pude jugar el clásico de mi pueblo: Unión-Totoras Juniors. Es una cuenta que me quedó pendiente. El año que debuté en mi equipo, Juniors no estaba haciendo fútbol y a la temporada siguiente me fui a Huracán”, recordó con nostalgia el ex marcador central que este año, contratado por una radio de Totoras, tuvo la posibilidad de vivir en vivo y en directo por primera vez ese clásico lugareño.
Vivencias únicas
Juan Amador recuerda con mucha emoción que tuvo la dicha de jugar tanto los Boca-River y los Atlético-San Martín con las cuatro camisetas. “El fútbol es tan pasional en Argentina que el hincha te exige que ganes todos los fines de semanas. En el caso de los clásicos, no tenés alternativa. Hay que imponerse sí o sí. El hincha quiere ganarlo siempre aunque sea medio gol a cero. Después viene el folclore de las cargadas. Ahora, con el advenimiento de Facebook y Twitter, este tema se profundizó. Si te toca perderlo, hasta el próximo clásico las cargadas son insoportables. La vida también me dio la posibilidad de dirigir en cinco países, por eso puedo decir que las vivencias te demuestran que estos partidos son atrapantes como en ningún otro lugar”.
Con mucho orgullo, Sánchez recuerda que junto a Jorge Higuaín formó la única dupla central que jugó junta tanto en River y como en Boca. “Hubo muchos centrales que jugaron en los dos equipos como Domingo Cáceres o Alfredo Ruggeri, pero ninguna pareja logró hacerlo en los dos equipos”, expresó.
Cómo olvidar el clásico tucumano que le tocó vivir incluso en una misma temporada, y con las dos camisetas diferentes. Sánchez lo recordó. “Las sensaciones que se sienten cuando uno tiene chance de jugarlo sólo las pueden comprender aquellos que pasaron por esos momentos. Yo jugué el clásico Unión-Colón en dos oportunidades y en Santa Fe me dijeron que era lo máximo. Pero luego vine a Tucumán y en dos ocasiones jugué Atlético-San Martín. No me quedaron dudas de que, salvo el partido Central-Newell’s, en ningún lugar del interior del país se vive un clásico con la pasión que muestran los hinchas tucumanos. Acá, las 24 horas se respira fútbol”.
Cuentas pendientes
Entre tantas historias exclusivas... ¿Quedó algún sueño por concretar? Como si fuera hoy, Sánchez aún recuerda una de las mayores frustraciones de su carrera: cuando no pudo integrar la Selección Juvenil del ‘81, en la que se destacaron Sergio Goycochea y Jorge Burruchaga, y que jugó el Mundial de Australia. “Me quedé con las ganas de jugarlo. Por cuatro meses me pasé de la edad permitida. Hoy me acuerdo la desazón que sentí en ese momento. La otra fue cuando jugaba en River y Alfio Basile me citó para la Selección mayor y en la primera práctica me corté el tendón de Aquiles. Hoy puedo decir que en mi destino no estaba la Selección”, sostuvo el DT, agradecido pese a todo.
Es que si hay un jugador tocado por la varita mágica que suele rondar el fútbol, ese no es otro que Juan Amador, el hombre “multicolor” que a pesar de no haber tenido suerte para la Selección, se dio el gusto de vestir las camisetas más importantes y jugar para los más clásicos rivales.
El Monumental también le abrió las puertas
En 1995 Atlético recibió al ex central que llegaba derechito desde San Martín para jugar el segundo tramo de la temporada. Fue “decano” hasta 1996 y se dio el gusto de jugar otro clásico provincial, con la camiseta contraria. De allí partió a Nueva Chicago.
El primer amor tucumano
De disputar los clásicos santafesinos con Unión pasó a San Martín. Con la camiseta del “santo” jugó por primera vez un clásico tucumano. En la primera mitad de la temporada 1994-1995 fue local en La Ciudadela, como ahora, en su etapa de técnico.
Al otro barrio
“J.A.” pasó de Boca a Platense, donde jugó tres años. Inmediatamente después, el jugador se mudó a Núñez para defender la camiseta de River, desde 1990 a 1992, cuando emigró a Atlético Rafaela, más cerca de su Totora natal.
El primer grande
Luego de cinco años en su querido Huracán (donde debutó), Juan Amador pasó a Boca para jugar la temporada 86/87. El club de La Ribera fue el primero de los grandes que lo recibió cuando el central aún no sabía la especial historia que el destino le tenía preparada.