30 Enero 2014
INDIFERENTE. Nadie le quita mérito al Morel futbolista. Cuando jugó, cumplió.
Hay noticias que tienen una versión oficial sintética, sin demasiados datos, con la información precisa sobre la verdad. Y de esa misma versión oficial hay una más extensa, sin cortes ni formalidades. Esa verdad es la que nadie quiere exponer públicamente. Todo viene a colación del momento que vive Martín Morel en Atlético. Su estadía en el club se tornó insostenible.
Su presencia en el carnaval de Ranchillos el domingo pasado, justo el día de la revancha de la Copa LA GACETA entre San Martín y Atlético, para ver a su amigo Nolberto Alkalá fue la gota que le faltaba a un vaso completamente lleno de impaciencia. Morel no acompañó a sus compañeros pero nadie le dijo nada.
Lo que dolió fue que si él estaba lesionado, ¿qué hacía en semejante festival? Independientemente de que haya estado en un sector VIP sin tanto empujón y con espacios libres para moverse, todos entienden que no debió ir. El 10 se bajó del clásico por una lesión intercostal, por ende no debía hacer fuerza ni exigirse. Un video subido en LA GACETA dejó en evidencia a un Morel intacto. ¿Y la lesión?
Una cláusula contractual habla de no conducir motos o jugar al fútbol fuera del trabajo. También de no dañar la honorabilidad e imagen del club. Morel lo hizo sin darse cuenta el domingo. Cuando ayer por la mañana se presentó al entrenamiento, fue recibido por cuatro directivos.
Allí se le comunicó que iba a ser apartado del plantel profesional pero que podía seguir entrenándose de manera diferenciada. Quedaron en volver a juntarse con él por la tarde para ver qué decisión final tomaban. En Atlético fueron al hueso: la intención del club es rescindirle el contrato por “falta de disciplina”. Ante tal dictamen, el futbolista aceptó su error y se disculpó. Luego avisó que se iba a asesorar. La charla fue en buenos términos.
No jugarás
Erroz se llamó a silencio, o bien se subió a la línea de castigo que tomaron los dirigentes. Está claro, Morel no jugará más en el “decano” mientras Erroz sea su conductor. Hay una cuestión que supera lo de Ranchillos, que explicó un integrante del plantel. “Si en un cajón de manzanas tenés una podrida y no la sacás a tiempo, esa pudre al resto, sin excepción”.
Su presencia en el carnaval de Ranchillos el domingo pasado, justo el día de la revancha de la Copa LA GACETA entre San Martín y Atlético, para ver a su amigo Nolberto Alkalá fue la gota que le faltaba a un vaso completamente lleno de impaciencia. Morel no acompañó a sus compañeros pero nadie le dijo nada.
Lo que dolió fue que si él estaba lesionado, ¿qué hacía en semejante festival? Independientemente de que haya estado en un sector VIP sin tanto empujón y con espacios libres para moverse, todos entienden que no debió ir. El 10 se bajó del clásico por una lesión intercostal, por ende no debía hacer fuerza ni exigirse. Un video subido en LA GACETA dejó en evidencia a un Morel intacto. ¿Y la lesión?
Una cláusula contractual habla de no conducir motos o jugar al fútbol fuera del trabajo. También de no dañar la honorabilidad e imagen del club. Morel lo hizo sin darse cuenta el domingo. Cuando ayer por la mañana se presentó al entrenamiento, fue recibido por cuatro directivos.
Allí se le comunicó que iba a ser apartado del plantel profesional pero que podía seguir entrenándose de manera diferenciada. Quedaron en volver a juntarse con él por la tarde para ver qué decisión final tomaban. En Atlético fueron al hueso: la intención del club es rescindirle el contrato por “falta de disciplina”. Ante tal dictamen, el futbolista aceptó su error y se disculpó. Luego avisó que se iba a asesorar. La charla fue en buenos términos.
No jugarás
Erroz se llamó a silencio, o bien se subió a la línea de castigo que tomaron los dirigentes. Está claro, Morel no jugará más en el “decano” mientras Erroz sea su conductor. Hay una cuestión que supera lo de Ranchillos, que explicó un integrante del plantel. “Si en un cajón de manzanas tenés una podrida y no la sacás a tiempo, esa pudre al resto, sin excepción”.