17 Febrero 2014
UN TIEMPO DE MÁS. Las emociones del primer tiempo se apagaron en el segundo.
ROSARIO.- En el voluminoso código de leyes del fútbol, la del ex es una de las más incómodas, y al mismo tiempo, la que ostenta uno de los mayores índices de cumplimiento efectivo. Casi como una venganza por las chances que no tuvo (o que no le dieron) durante su paso por River, Carlos Luna asestó un cabezazo al fondo del arco “millonario” y devolvió a fojas cero lo que había iniciado Manuel Lanzini en el comienzo del partido en el “Gigante de Arroyito”. Aunque transcurrió casi una hora de juego después de eso, el reparto final de puntos se condijo con el resultado (1-1), lo que retrasó a ambos equipos hasta el segundo puesto, que comparten con Vélez, Atlético Rafaela y Olimpo.
Si retumbará un reproche en las paredes de Núñez durante la semana fue la falta de instinto predador para asestar el golpe de gracia cuando el rival quedó diezmado, cerca del final. Porque había empezado bien, con ímpetu y la lucidez de Lanzini, Fernando Cavenaghi y Teófilo Gutiérrez para resolver un contragolpe que se había complicado. El colombiano resolvió entre dos defensores y dejó solo a Lanzini, que no perdonó.
Pero en lugar de apuntar a la yugular, la visita fue cediendo cancha y control al local, que buscó hasta que encontró consuelo en la aparición de Luna. Desde allí, que la única emoción destacable hasta la expulsión de Paulo Ferrari haya sido la irrupción de un can en la cancha, habla de escasa audacia de ambos. Se jugó demasiado lejos de las áreas como para satisfacer el estándar del espectáculo.
En esos 15 minutos finales en que el “canalla” se refugió en su campo tras la segunda amarilla al lateral (la primera fue por simular un penal, aunque no pareció que Ferrari se haya dejado caer intencionalmente), River intentó, asustó, amagó, pero no le alcanzó la nafta para llegar más allá. El ingreso de Juan Carlos Menseguez para reforzar la línea de fuego tampoco aportó demasiado.
En el próximo capítulo, River volverá al Monumental, donde recibirá a Godoy Cruz, el miércoles a las 21.30; mientras que los rosarinos volverán a ser locales, esta vez ante Gimnasia y Esgrima La Plata, el jueves a las 19.15. (Télam-Especial)
Si retumbará un reproche en las paredes de Núñez durante la semana fue la falta de instinto predador para asestar el golpe de gracia cuando el rival quedó diezmado, cerca del final. Porque había empezado bien, con ímpetu y la lucidez de Lanzini, Fernando Cavenaghi y Teófilo Gutiérrez para resolver un contragolpe que se había complicado. El colombiano resolvió entre dos defensores y dejó solo a Lanzini, que no perdonó.
Pero en lugar de apuntar a la yugular, la visita fue cediendo cancha y control al local, que buscó hasta que encontró consuelo en la aparición de Luna. Desde allí, que la única emoción destacable hasta la expulsión de Paulo Ferrari haya sido la irrupción de un can en la cancha, habla de escasa audacia de ambos. Se jugó demasiado lejos de las áreas como para satisfacer el estándar del espectáculo.
En esos 15 minutos finales en que el “canalla” se refugió en su campo tras la segunda amarilla al lateral (la primera fue por simular un penal, aunque no pareció que Ferrari se haya dejado caer intencionalmente), River intentó, asustó, amagó, pero no le alcanzó la nafta para llegar más allá. El ingreso de Juan Carlos Menseguez para reforzar la línea de fuego tampoco aportó demasiado.
En el próximo capítulo, River volverá al Monumental, donde recibirá a Godoy Cruz, el miércoles a las 21.30; mientras que los rosarinos volverán a ser locales, esta vez ante Gimnasia y Esgrima La Plata, el jueves a las 19.15. (Télam-Especial)
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