23 Febrero 2014
DESAHOGO. Tras perder el título 2012 en el último minuto, fue campeón junto a “Huira” en 2013.
“Con la espontaneidad de esos golpes de viento que se arremolinan juntando papeles de múltiples colores”. Esas fueron las palabras que eligió Ricardo Martínez Pastur para describir la repentina convergencia espiritual que se produjo aquélla tarde del 23 de febrero de 1944, entre cuatro amigos que chapoteaban en la pileta del club Natación y Gimnasia. Aunque ninguno de ellos superaba los 19 años de edad, se permitían soñar en grande. Y así se propusieron fundar un club, otro más de esa pasión que comenzaba a gatear en Tucumán: el rugby. Ese día nació Cardenales Rugby Club.
Hoy se cumplen 70 años desde que Ricardo, junto a su hermano Enrique Martínez Pastur y a sus amigos Carlos Alberto Rojo y David León “Davicho” Medina, encendieron la eterna llama “purpurada”. Ese acto de concepción posibilitó otro, no menos trascendental: el de la Unión de Rugby del Norte, que luego se transformaría en la Unión de Rugby de Tucumán. En aquél entonces, ya existían Natación y Gimnasia, Tucumán Rugby y Universitario, pero el número mínimo de clubes requerido para formar una Unión provincial era cuatro. Cardenales se convirtió así en uno de los fundadores de la URT.
Como todo comienzo, el de “nales” fue difícil, desde abajo. Con tal de recaudar fondos para el club, Enrique (que practicaba boxeo) era capaz de medirse en combate con Tito Trejo, por entonces campeón argentino de los Guantes de Oro. Y en el primer baile a beneficio, que se realizó en Tafí Viejo, la recaudación fue de $ 20 y los directivos debieron dormir sobre una mesa de ping pong tras perder el ómnibus. Aún así, se las ingeniaron para traer clubes de afuera, como San Isidro Club, Urú Curé de Rosario y Pucará de Buenos Aires.
Cuenta la leyenda también que el club tenía como mascota un galgo inglés que era liberado “sin querer” para lanzarse en busca del óvalo cuando una acción ponía en riesgo el ingoal de Cardenales.
Paciencia y trabajo sostenido son la base de cualquier proyecto sólido, y los frutos “purpurados” comenzaron a madurar entrada la década del 50. En 1954, a 10 años de su fundación, Cardenales marcó el primer gran hito de su historia al conquistar el primero de sus cuatro títulos. ¡Y de qué manera! Invicto y sin sufrir tries en contra. En 1957, de la noche a la mañana se formó el primer equipo de hockey de Tucumán para enfrentar al de Córdoba Athletic, que venía de visita. Para ello contactaron a Helene Dodds, una tucumana que había practicado hockey en un internado en Buenos Aires.
Imposible pasar por alto la adquisición de los terrenos en la avenida Silvano Bores, su casa definitiva, en 1967. Un año después, la inauguraría ante Corsarios.
Amigos, familias, cracks, campeones, anécdotas, alegrías incontenibles y tristezas inconsolables. Resulta inabarcable todo lo que pasó en estas siete décadas. Y que seguirá pasando. Porque Omnia Vincit Juventus. La juventud siempre triunfa.
Hoy se cumplen 70 años desde que Ricardo, junto a su hermano Enrique Martínez Pastur y a sus amigos Carlos Alberto Rojo y David León “Davicho” Medina, encendieron la eterna llama “purpurada”. Ese acto de concepción posibilitó otro, no menos trascendental: el de la Unión de Rugby del Norte, que luego se transformaría en la Unión de Rugby de Tucumán. En aquél entonces, ya existían Natación y Gimnasia, Tucumán Rugby y Universitario, pero el número mínimo de clubes requerido para formar una Unión provincial era cuatro. Cardenales se convirtió así en uno de los fundadores de la URT.
Como todo comienzo, el de “nales” fue difícil, desde abajo. Con tal de recaudar fondos para el club, Enrique (que practicaba boxeo) era capaz de medirse en combate con Tito Trejo, por entonces campeón argentino de los Guantes de Oro. Y en el primer baile a beneficio, que se realizó en Tafí Viejo, la recaudación fue de $ 20 y los directivos debieron dormir sobre una mesa de ping pong tras perder el ómnibus. Aún así, se las ingeniaron para traer clubes de afuera, como San Isidro Club, Urú Curé de Rosario y Pucará de Buenos Aires.
Cuenta la leyenda también que el club tenía como mascota un galgo inglés que era liberado “sin querer” para lanzarse en busca del óvalo cuando una acción ponía en riesgo el ingoal de Cardenales.
Paciencia y trabajo sostenido son la base de cualquier proyecto sólido, y los frutos “purpurados” comenzaron a madurar entrada la década del 50. En 1954, a 10 años de su fundación, Cardenales marcó el primer gran hito de su historia al conquistar el primero de sus cuatro títulos. ¡Y de qué manera! Invicto y sin sufrir tries en contra. En 1957, de la noche a la mañana se formó el primer equipo de hockey de Tucumán para enfrentar al de Córdoba Athletic, que venía de visita. Para ello contactaron a Helene Dodds, una tucumana que había practicado hockey en un internado en Buenos Aires.
Imposible pasar por alto la adquisición de los terrenos en la avenida Silvano Bores, su casa definitiva, en 1967. Un año después, la inauguraría ante Corsarios.
Amigos, familias, cracks, campeones, anécdotas, alegrías incontenibles y tristezas inconsolables. Resulta inabarcable todo lo que pasó en estas siete décadas. Y que seguirá pasando. Porque Omnia Vincit Juventus. La juventud siempre triunfa.
Temas
Cardenales Rugby Club