Por Bruno Farano
17 Marzo 2014
NO ALCANZÓ. César More puso mucho sacrificio al servicio del equipo pero no pudo cambiar la suerte de San Martín.
No hay que ponerse a estudiar mucho para encontrar por qué San Martín no puede ganar en su estadio. La explicación es clara: los errores se pagan. Así de simple. El fútbol es parte de la vida.
Los silbidos del final fueron una clara señal de que todo tiene un límite. Esta vez la paciencia del hincha dijo basta. Y claro, estaba todo dado para que los dirigidos por Arnaldo Sialle arrancaran con el pie derecho el Nonagonal, pero no.
El tempranero gol de Albano Becica parecía simplificar la cuestión. Pero al golpe no lo acusó la CAI, sino San Martín, contra todos los pronósticos. Perdió la brújula, se fue del partido, le cedió el protagonismo al rival y, para colmo, cometió mil y un errores que sentenciaron su suerte.
Es difícil de explicar por qué el equipo se cae con tanta facilidad. Ayer, el estadio era una caldera, lo que suponía un viento a favor del equipo en la primera misión del camino al cielo. Pero nadie contaba que esos errores de antaño volvieran a aparecer en el momento menos indicado.
San Martín fue uno en el primer tiempo, donde hasta pudo haber estirado la diferencia y otro, distinto, en el complemento. La mano cambió. Fue un cúmulo de fallas el “santo”. Y un rival limitado, que lo único que hizo fue no perder el orden ni la calma, desnudó todas sus fallas. Becica se apagó de a poco y su equipo lo sufrió.
Para colmo, un error de Serrano, que no le supo cerrar el camino a Villegas, provocó un yerro de Pave. El arquero salió a cortar lejos y quedó a mitad de camino. El “9” cedió al medio y Aynol se anticipó a Martínez para marcar el empate.
Ese golpe fue letal para el local, que encima comenzó a desesperarse. Sialle tiró toda la carne al asador pero el tiro le salió por la culata. Claro, no contaba con un error que iba a repetirse por tercera vez en cinco partidos: Martínez volvió a confiarse en una salida y perdió ante un Aynol que habilitó a Villegas, quien clavó un puñal en el corazón “santo” y dejó el sueño pendiendo de un hilo.
Los silbidos del final fueron una clara señal de que todo tiene un límite. Esta vez la paciencia del hincha dijo basta. Y claro, estaba todo dado para que los dirigidos por Arnaldo Sialle arrancaran con el pie derecho el Nonagonal, pero no.
El tempranero gol de Albano Becica parecía simplificar la cuestión. Pero al golpe no lo acusó la CAI, sino San Martín, contra todos los pronósticos. Perdió la brújula, se fue del partido, le cedió el protagonismo al rival y, para colmo, cometió mil y un errores que sentenciaron su suerte.
Es difícil de explicar por qué el equipo se cae con tanta facilidad. Ayer, el estadio era una caldera, lo que suponía un viento a favor del equipo en la primera misión del camino al cielo. Pero nadie contaba que esos errores de antaño volvieran a aparecer en el momento menos indicado.
San Martín fue uno en el primer tiempo, donde hasta pudo haber estirado la diferencia y otro, distinto, en el complemento. La mano cambió. Fue un cúmulo de fallas el “santo”. Y un rival limitado, que lo único que hizo fue no perder el orden ni la calma, desnudó todas sus fallas. Becica se apagó de a poco y su equipo lo sufrió.
Para colmo, un error de Serrano, que no le supo cerrar el camino a Villegas, provocó un yerro de Pave. El arquero salió a cortar lejos y quedó a mitad de camino. El “9” cedió al medio y Aynol se anticipó a Martínez para marcar el empate.
Ese golpe fue letal para el local, que encima comenzó a desesperarse. Sialle tiró toda la carne al asador pero el tiro le salió por la culata. Claro, no contaba con un error que iba a repetirse por tercera vez en cinco partidos: Martínez volvió a confiarse en una salida y perdió ante un Aynol que habilitó a Villegas, quien clavó un puñal en el corazón “santo” y dejó el sueño pendiendo de un hilo.