Por Nicolás Iriarte
15 Mayo 2014
PERMISO. Barrado, de buen partido, supera a Leyes y se anima a ir al ataque. Atlético empató de guapo, con amor propio.
Jorge Ghiso le había dado a Atlético la mejor arenga que un rival puede recibir: lo subestimó. “Es un rival ganable”, dijo el sábado y, aunque reculó después, el mensaje pegó fuerte en 25 y Chile. Anoche, el error del técnico de Talleres tardó en tener consecuencias positivas en el visitante, pero finalmente las tuvo gracias a dos golazos de un héroe inesperado: “Seba” Longo.
El primer tiempo del partido que el equipo de Héctor Rivoira derrotó a Talleres por 2 a 1 y se terminó de meter de lleno en la lucha por el ascenso, ratificó por completo la frase de “Vitrola”. El visitante obedeció cada una de las prerrogativas del local: ceder la iniciativa, no generar situaciones de gol y mostrarse endeble atrás.
Fabio Álvarez era un avión más de los que sobrevolaba el estadio, situado cerca del Aeropuerto Pajas Blancas: las primeras tres situaciones de la “T” vinieron de sus pies y fueron exigiendo más y más a un Cristian Lucchetti que en la tercera le tapó un mano a mano.
La superioridad era notoria, salvo en el resultado. Pero de eso se encargó en parte Franco Sbuttoni, que bajó a Gonzalo Klusener aún cuando la jugada en ataque de la “T” estaba medio lejos. El mismo delantero gritó el gol desde los 12 pasos, aunque después de su tanto podrían haber venido más. Lucchetti fue la suerte de Atlético.
Las aproximaciones que tímidamente hacía el “decano” venían sólo por errores de la defensa cordobesa. En el complemento, con los ingresos de César Montiglio y un poco de Gastón Cuevas, las heridas al orgullo por los dichos de Ghiso comenzarían a surtir efecto. Algo desordenado pero convencido, Atlético comenzó a asustar a Talleres, a jugar con la presión de sus hinchas.
Longo primero, tras un córner, estampó el empate, y luego, a distancia clavó un zapatazo para el 2-1. Para que Atlético se meta de lleno en la lucha por el ascenso y para que la “T” quede al borde del Argentino A.
El primer tiempo del partido que el equipo de Héctor Rivoira derrotó a Talleres por 2 a 1 y se terminó de meter de lleno en la lucha por el ascenso, ratificó por completo la frase de “Vitrola”. El visitante obedeció cada una de las prerrogativas del local: ceder la iniciativa, no generar situaciones de gol y mostrarse endeble atrás.
Fabio Álvarez era un avión más de los que sobrevolaba el estadio, situado cerca del Aeropuerto Pajas Blancas: las primeras tres situaciones de la “T” vinieron de sus pies y fueron exigiendo más y más a un Cristian Lucchetti que en la tercera le tapó un mano a mano.
La superioridad era notoria, salvo en el resultado. Pero de eso se encargó en parte Franco Sbuttoni, que bajó a Gonzalo Klusener aún cuando la jugada en ataque de la “T” estaba medio lejos. El mismo delantero gritó el gol desde los 12 pasos, aunque después de su tanto podrían haber venido más. Lucchetti fue la suerte de Atlético.
Las aproximaciones que tímidamente hacía el “decano” venían sólo por errores de la defensa cordobesa. En el complemento, con los ingresos de César Montiglio y un poco de Gastón Cuevas, las heridas al orgullo por los dichos de Ghiso comenzarían a surtir efecto. Algo desordenado pero convencido, Atlético comenzó a asustar a Talleres, a jugar con la presión de sus hinchas.
Longo primero, tras un córner, estampó el empate, y luego, a distancia clavó un zapatazo para el 2-1. Para que Atlético se meta de lleno en la lucha por el ascenso y para que la “T” quede al borde del Argentino A.
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