No podía seguir con diálisis y el sábado le injertaron un riñón

Marta Ojeda tenía las venas dañadas y entró en emergencia. Una mujer muy agradecida.

DE BUEN ÁNIMO. Marta Ojeda se recupera en cuidados especiales. DE BUEN ÁNIMO. Marta Ojeda se recupera en cuidados especiales.
03 Julio 2014
Desde la sala de cuidados especiales de la Unidad de Trasplantes, Marta Ojeda, de 54 años, a través del muro vidriado sigue atentamente los movimientos de nuestro fotógrafo Héctor Peralta y del equipo que le realizó el injerto renal. No se acuerda sus nombres, pero los identifica cuando dice casi en secreto: “ahí están mis dotorcitos; todos son buenos y cariñosos, me atienden muy bien..., pero parece que me tengo quedar más días por un problemita en el pulmón... No entiendo bien estas cosas...” .

Su timidez y su hablar campechano y limitado delatan la condición humilde y la escasa instrucción que tiene. Pero a falta de palabras le sobra dulzura. Contó a LA GACETA que vive en Gastona Norte, que tiene ocho hijos, y que no se acuerda el nombre de todos. Etelvina, es la mayor y tiene 39 años, y Lucas es el menor y cumplió 18... “Me crié pelando caña y mis hijos trabajan en cortadas de ladrillos... Estuve cuatro años en diálisis y ahora me dicen que con la operación que mi han hecho quedé bien...”, comenta con voz apagada. “¿Usted sabe? Nunca i tenío miedo, siempre i estao tranquila porque siempre i confiao en los médicos... Ponga que le doy muchas gracias a la familia que mi a donao el riñón de su pariente muerto, pobrecita esa gente, tan buenita qui había sio....”, solicita al despedirse.

A la salida, la doctora Fabiana Seu, jefa de la Unidad de Trasplante Renal, comentó: “La gente ya nos identifica. Y lo más importante de nuestra tarea es poder solucionarle un problema de salud a familias de escasos recursos y sin obra social”.

El trabajo del equipo no sólo consiste en educar al paciente y a su entorno familiar en cómo debe ser el postoperatorio, el posimplante, sino también en procurarle una vivienda digna, en ayudarle a crear el hábitat que requieren los pacientes inmunodeprimidos. Le enseñamos a la familia a cuidar al paciente de por vida, y esa educación se la extiende luego al resto de los parientes, amigos y vecinos del barrio. Todos aprenden algo de higiene”, destacó la médica.

El doctor Jorge Valdecantos, subdirector del Hospital Padilla y cirujano del equipo de trasplante, aclaró que la paciente “Marta Ojeda tenía dificultad para realizarse la diálisis porque presentaba problemas en sus accesos vasculares y esta situación hizo que adquiriera cierto grado de emergencia. Este tipo de paciente hace trombosis, tiene venas pequeñas o muy dañadas, entre otros problemas. Sin embargo, hay pacientes que están más años en diálisis y no presentan estos inconvenientes”.

Tarea del Cucai
La jefa del Cucai Tucumán, que ahora realiza tareas de fiscalización y administrativas, Natalia Grinblat, dice que gracias a la unidad de trasplante del Padilla aumentó el número de donantes y de ablación e injertos en la provincia. “Tucumán tiene 1.433 pacientes en diálisis, por lo que necesitamos más personas que donen sus órganos en vida para después de la muerte. En el Cucai-Tucumán 246 esperan riñón; 45 aguardan hígado; 81, córneas; tres: riñones y páncreas; dos pacientes esperan pulmones y uno, hígado y riñones. En tanto, en el país hay 7.724 que esperan trasplante de distintos órganos, y otros 3.367 necesitan córneas.

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